miércoles, 3 de abril de 2013

34º Número de la revista literaria Nevando en la Guinea






34º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL MENSUAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXXVIII desde inicios/03-04-2013



EDITORIAL LXXVIII
Pueblo Gitano

El 8 de Abril se conmemora el Día Internacional del Pueblo Gitano. Ese mismo día del año 1971 esta comunidad se dotó de una bandera y de un himno. Pueblo sin territorio y sin Estado, el nomadismo ha sido una de sus características, lo que ha determinado sus rasgos culturales, su forma de vivir durante siglos. No obstante, podemos decir que desde hace ya años ese nomadismo es en gran medida un tópico del cual nos debemos desprender: en muchas ciudades de Europa –donde viven la mayoría de los gitanos del mundo- y de América los gitanos se asientan en barrios o pedanías y llevan una vida sedentaria.
Pero los gitanos son mucho más que un pueblo de pasado nómada, hay una cultura amplia y también diversa, como ocurre con todos los pueblos, más diversa aún al tratarse de un pueblo disperso, con un idioma, el rom o romaní, en algunos lugares ya muy menguado, como por ejemplo en España, donde la variante local de este idioma, el caló, estuvo a punto de perderse y en la actualidad, mal que bien, se recupera, y también con unos usos sociales y costumbres propios de este pueblo y unas formas de expresión que han de mantenerse como una expresión cultural más de la humanidad.
Las relaciones entre las comunidades gitanas y las comunidades de los territorios a los que aquellas se dirigieron y en las se establecieron no fueron fáciles. Se data en el siglo XV la llegada de los gitanos a Europa –antes se establecieron en otros lugares, como Persia o el Magreb-, cuando los Estados modernos iniciaron su proceso de construcción, lo cual requería un proceso de homogenización de la población, lo que mal casaba con la presencia de pueblos, idiomas, religiones, costumbres y cosmovisiones diferentes. Los gitanos, como minoría que eran, como cualquier minoría, fueron blanco de la persecución y la criminalización, comenzaron a ser vistos no como eran, sino como el poder y por ende la mayoría querían verlos. En España en 1539, bajo el reinado de Felipe II, se aplicó la pena de galeras para los gitanos y dos siglos más tarde, en 1749, el Marqués de la Ensenada llevó a cabo la prisión general de los gitanos. España no fue, por desgracia, el único país donde esto ocurría, se les marginó y persiguió con gran dureza en todo el continente, incluso fueron masacrados por el régimen nazi alemán y sus satélites a mediados del siglo XX.
Sin embargo, nadie puede negar la aportación gitana o romaní a la cultura de los países donde residen. La aportación sin duda más evidente se da en el ámbito de la música, con estilos como el flamenco, las rumbas portuguesas, las rumbas catalanas o la fanfara balcánica, que Emir Kusturica dio a conocer como banda sonora de sus películas. Todos esos estilos son fruto del intercambio, de la fusión, con una aportación enorme de la música gitana. Ni que decir tiene que se extiende esta influencia al baile y al cante, con personalidades que se han ganado el aplauso y el prestigio incluso internacional.
Pero este reconocimiento público de artistas gitanos de renombre no quita a que las diversas etnias que componen el pueblo gitano sigan sufriendo marginación y con frecuencia una violencia simbólica que pervive en la mentalidad general, porque existen prejuicios que los estigmatizan como comunidad y como individuos, levantando muros en ocasiones difíciles de franquear. Son necesarias normas que reconozcan y amparen la pluralidad existente en todos los países Llama la atención que Colombia haya establecido la resolución n.º 22 de 2 de septiembre de 1999, de la Dirección General de Etnias en el que se reconocen sus derechos mientras que en España ni siquiera reconoce el caló al mismo nivel que las otras lenguas del Estado. Pero además también, el pueblo gitano debe mostrar toda su riqueza cultural, social y humana, y para ello debe reforzar sus propias organizaciones asociativas, cuya labor es fundamental.
Existen un gran número de entidades en muchos países, entre ellas, en España, Unión Romaní (www.unionromani.org), la Federación Secretario Gitano (www.gitanos.org), la Asociación de Mujeres Gitanas (www.dromkotar.org),  la Asociación Cultural Gitana del País Vasco (www.kaledorkayiko.org), entre otras, y en América Latina hay una federación que agrupa a asociaciones romaníes nacionales, el Consejo de Organizaciones y Kumpeniyi Rom de las Américas – SKOKRA. Estas organizaciones permiten que el pueblo gitano o romaní tenga su visibilidad en los países de lengua española, a la que se ha incorporado, por cierto, palabras romaníes, y en todos los países donde habiten y se asocien, no sólo un día concreto de mero recuerdo, sino todos los días del año para una sana y benéfica convivencia.

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POEMA BASADO EN HECHOS REALES
Por Cecilio Olivero Muñoz

ZOZOBRA LA VIDA

Cuando la vida austera sentencia
te conviertes en mera sombra,
te piden todos mucha paciencia
ante la broma macabra y la penitencia,
sin desayuno a tu hora particular,
las medicinas se vuelven placer,
gasolina un lujo que no te das,
tener coche sin seguro para qué,
ya no sales ni al umbral del portal,
 vacía mesa donde la usaban tres,
miga que nadie quiere migar,
 lujo es fumar cigarrillos cada mes,
itv sin pasar, plena clandestinidad,
el cine te dice lo que ya no te crees,
ni libros, un derroche que no te das,
date un capricho solo esta vez,
date derroches como comer pan,
miedo le tienes al mes a mes,
miedo también al estatus de cristal,
más miedo imposible no lo es,
miedo que sacias con tu dignidad,
pilas recargables a poder ser,
tus bolsillos fríos de precariedad,
pobre, pues casi tienes para comer,
ya no pisas el comedor social,
un litro de vino a granel osas beber
para no arruinarte la poca paz,
se ahorra para mañana tener y tener,
te privas de noche con electricidad,
debes el agua de este mísero mes,
también debes el superfluo gas,
 gas cada dos meses, agua cada tres,
se vive por que hay que trabajar,
trabaja, hay paro, pórtate bien,
resuelve un carajo, parasitas fatal,
una juerga al mes abre el plantel
pues la diversión no te hará mal,
si gastas en juerga piensa también
que para días de ayuno lo necesitarás,
mejor tomar sacarina que es miel,
mejor toma leche para cenar,
se toma la vida tan bien
teniendo recibos aún por pagar,
se vive flotando como raspa de pez
si posible es vivir en tu propio hogar,
con víveres, tabaco, soledad y café,
con simientes aún por sembrar,
pues siembra uno para recoger,
siembra miseria y mugre recogerás,
carroña de banco hurga en usted
le dejan con sobras y restos, no más,
hace tiempo no me llaman de usted,
desde que empezó esta crisis brutal,
por que lo que sólido era ya no lo es,
el ahorro podrido que no tendrás,
lo que te quitan un tanto después
 es dígito y cómputo de triste orfandad,
que en el invierno es de hielo tu piel,
entre sabayones es dura tu realidad,
amigos que lo dejan de ser
por que nunca pagas y luego te vas,
te vas por que lo tienes que hacer
si sucia ausencia te dejas brotar,
un adiós no dicho con mucho buqué
que apenas se aprecia en el paladar,
a la francesa las cosas no se ven
y aprendes a hacerlas por necesidad,
bares vacíos que te dejas perder,
vida de pícaro que aumenta en edad,
cosas imposibles que vas a tener
si no te curas la gana y la sed sin sal,
números imposibles huyen del papel,
ellos prefieren volar y volar.

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MANUAL DE REVERENCIA

No pudimos evitar una leve sonrisa al verlo avanzar hacia el despacho de la Directora General. Mientras caminaba, estiró su cuerpo espigado al máximo, tiró sus hombros hacia atrás, removió el cuello y amagó una sonrisa que procuró amable y confiada, pero que a todas luces se vio servil.
Mario, lo sabíamos todos, era ante su jefa servicial y sumiso, un lacayo lisonjero y adulador, un pelota que extendía ante ella, su adorada directora, un amasijo de elogios y loores que ni el más preciado rapsoda hubiera podido imitar. Como la directora, además, le seguía el juego y hasta parecía gustarle que su empleado le lijara la verba con tanto desparpajo y reverencia, evidente sutiliza mediante le invitaba incluso a aumentar la dosis de retórica prosopopeya, entonces cada una de sus recepciones devenía, mucho más que reuniones de trabajo, alegres pláticas de tono más que festivo, porque él asumía el reto y a cada sesión de sometimiento añadía más kilos de histrionismo marrullero que ya ni siquiera disimulaba ante los demás.
Se detuvo unos segundos ante la puerta que le separaba del objeto de sus lisonjas. Se concentró muy serio. Se dibujó la más amable de sus sonrisas y llamó a la puerta con cuatro nudillos de su mano derecha, ni demasiado suave para que no se le escuchara ni demasiado fuerte para no sorprender o asustar con el ruido seco de los golpecitos en cuestión. Pase, se escuchó al otro lado. Mario colocó la mano izquierda en el pomo como si pretendiera acariciarlo, pareció pensárselo antes de proceder, y empujó al fin hacia abajo, abrió la puerta apenas unos centímetros, lo suficiente para que cupiera su cabeza apenas introducida entre la puerta y el sencillo jambaje oficinesco. Se puede, preguntó con voz pedigüeña. Entre, se escuchó apenas desde la cueva devenida despacho. Y entonces Mario, convencido ya de ser aceptado y confiado por la previa admisión, abrió por completo la puerta y se introdujo en la sala, cerrándola no sin antes mirarnos y parecer con su mirada que nos exhibiera la confianza que la máxima autoridad terrena y cuasi celestial proyectaba hacia él, simple mortal ensalzado por voluntad de la gran dueña y señora, y diosa inclusive, de aquel mítico y místico Olimpo administrativo.
Nuestras sonrisas abandonaron a todas luces la levedad y devinieron francas y mordaces. No nos costaba imaginar la escena que se desarrollaba en ese instante en el despacho y veíamos, como si las paredes fueran transparentes, el constante movimiento del lomo de nuestro compañero al doblegarse ante la majestad máxima y expresar en todo momento su aceptación de los encargos que le dirigía la dueña de voluntades de ocho a cuatro.
Volvimos a la acostumbrada seriedad cuando escuchamos y vimos que la puerta se volvía a abrir. Mario salió con la misma sonrisa celestial, se encorvó de nuevo como último homenaje y cerró la puerta, tras lo cual volvió a su posición habitual, su cuerpo regresó a su rectitud espigada, igual que su boca a su horizontalidad un tanto enervada, crispada tal vez, y avanzó por el pasillo hacia su mesa, justo la que se hallaba a mi lado. Se sentó, comenzó a reordenar los muchos papeles que poblaban su puesto en torno al limpio ordenador y apenas escuché un murmullo, «hija de…». No pude entender el epíteto final, pero no me resultó difícil intuirlo, devolviéndole a nuestro colega toda esa humana carnalidad de la ramplona rutina cotidiana a la que, sin duda, nunca había escapado.
Juan A. Herrero Díez


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OTROS POEMAS
Por Gonzalo Salesky

DE QUÉ SIRVE


¿Quién vio a los vencedores y vencidos?
¿Quién dijo que la victoria es nuestra?
Va el mundo, de a poco, derrotado
y en mi reflejo explotan las tormentas.

No veo los corazones, sólo almas apuradas
por tener lo mejor, por dar de menos.
Para dejar de ser y sólo verse
cada segundo, mejor en los espejos.

¿Habrá un antídoto para esta soledad?
¿Cómo explicar de qué sirve el dolor?
¿Podré salvar tanta desilusión,
tanto soldado herido, tanta pena?


ESPEJISMO


Volveré a mi tierra prometida,
volveré en secreto a ver la luna.
No pisaré dos veces mi camino,
volveré por otro rumbo y otra alcoba.

Tendré que ser la huella de mi tiempo,
un dios que apaga la luz y espía a oscuras.
En el desierto, tan sólo un espejismo
y en madrugada, semilla en la penumbra.


DE LUTO


Sabes que un día, al fin, no volveré.
Sabrás que la nostalgia es buena consejera.
Sabíamos qué poco iba a durar.

Supimos que la aurora,
en soledad, no sirve;
sé que la luna
no sabe de mi luto.


YA NO ESPERA


Quisiera ver que el tiempo se congele
y que mis años no pasen. Es verdad
que nada nunca llega a su momento.

Deseo encontrar en otra piel
el bálsamo de todas mis heridas.
¿Será más fácil soñar en soledad?

Tu miedo y mi silencio nos retrasan,
aún es temprano para tocar el cielo
con las dos manos. Mi sombra ya no espera.

Porque el invierno dura más que una estación,
la vida pasa. No encontrarás tus sueños
si haces de cuenta que no existe el dolor.


VOCES


No quiero evitar la madrugada.
Acallaré las voces
que dentro de mí gritan tu nombre.

Sueño con algo más
que este gris sin matices,
con esta imagen ridícula
de mí. Verás,
yo sé que siempre puedo
caer mucho más bajo,
aquietando las voces
que susurran tu nombre.

Despierta,
la noche sigue lejos.
Tus pasos
vendrán por mi plegaria.

Te insisto,
tendrás que ver la luna
sin voltear, esta vez,
ningún espejo.

¿Sabías que siempre vivo
latiendo sin alma,
secando mi sangre con mis lágrimas?
Trato de ser menos y no puedo.
Trato de ser pena sin nostalgia.


ALGO MÁS


¿Para qué piden un signo?
El ritmo de la historia se detiene.
Las hordas se dispersan,
se acabará el vacío.
¿Da más temor un hombre que no sueña?

Seré algo más que el coraje del viento:
un talento y un don,
un par de lágrimas.
Un poco más de tiempo...
un corazón.


ANTES DEL INVIERNO


Vida y muerte,
letra y cava.
Mirada cerril,
ceniza ausente.

Espíritus que tocan mi cabeza
prefieren la noche
para no dejar huella.

En mí,
cada vez más,
pequeñas sombras
perciben el invierno antes que llegue.

Encuentro las máscaras
de noche, por el suelo,
y todo, como siempre,
me lleva a tu miseria.

Lucho por vivir sin recordar,
borrar de mi retina
lo que no valió nada,
todo lo que no supe decir basta.

Ignoro si es inútil
pero me alojo en tu sed y en mi nostalgia.


LOCO


Cuando me nombres
volveré a ser en tu vida
algo más que un loco en mi cordura.
Algo menos de lo que siempre esperas,
otra lágrima gris,
otro fracaso,
un suburbio alejado de la aurora.

Cuando suspires mi nombre volveré
a ser la tierra en la que siembres tus heridas.
Seré el culpable del coraje del viento,
un manto negro de piedad, una vasija.


HACIA NINGUNO


Botellas vacías después de la fiesta,
del ruido,
del mar,
del grito obsceno.
De tantas noches perdidas sin mis sueños.
De cada paso dado en la oscuridad
hacia ningún lugar,
hacia ninguno.

Premura ausente,
silencios que no llegan.
En la distancia, nostalgia. En el perdón,
un poco más de luna y madrugada.

En el olvido,
mar calmo y el dolor
de ser un poco menos,
cada día.

AUNQUE NO HAYAS PARTIDO


Seré, una vez más, secreto a voces,
la noche en que los ángeles se vayan.
No creas que tu Dios te ha abandonado,
que deja todo a suerte,
que pierde su tiempo en otros soles.
No pienses que el presente
es peor que lo pasado.
Esperaré, aunque no hayas partido.


ANTES DE PARTIR


El horizonte previo a la tormenta
quiere olvidar adónde he abandonado
mis sueños. ¿Adónde habré sembrado
las huellas que vi, antes de partir?

Antes de partir, tuve el consuelo
que hoy ya no tengo. Fueron mil fantasías,
y esa seguridad que había en mi vida
ya no me encuentra. La noche me ha vencido.

Como dicen los sabios o los locos,
el bien se vuelve mal desde el pasado.
El viejo resplandor sigue asomando
aunque el día esté gris. Aunque la luna...
aunque en la oscuridad, yo siga vivo,
te llamo, descalzo y en silencio
para que veas cómo quedó mi alma.


AL BORDE


Como un boxeador ciego
esquivo y lanzo al aire
los últimos suspiros de mi sangre.

Miento si pretendo excavar mucho
en mí. Tu alma siempre estará
al borde de la mía, siempre al borde.

Tendrás que estar atenta,
la vida es mucho menos.
El cielo estará lejos si lo llamo.

El camino hacia la libertad
es algo más que un banquete vacío.
Las perlas del collar siguen cayendo
alrededor del llanto, del sudor.

Tus sueños, mis sueños, nuestra vida
hoy se parecen menos a la aurora.
Habrá una apuesta más, una señal
para saber si todo está en el viento.

DISTANCIA


Detente,
no sigas.
El vértigo te llama pero no,
no esperes demasiado.

Despacio.
Hoy no sabrás
que nada nunca llega a su momento,
que todo cuesta cada día más.

No escuches.
Sólo adentro
tendrás esa respuesta.
Y el llamado,
mi llamado,
te seguirá de lejos.

Las horas que quedan
esperan sin suerte.
Tengo en mis puños dos llagas,
mis ojos nublados
y esta risa, temblando por lo bajo.

Los días que restan
castigan,
contagian.
¿Qué vas a llevarte contigo?


LAS HORAS QUE QUEDAN


El fuego no se apaga,
mucho menos de día.
Tampoco el sol deja ver las estrellas.

Tus ojos y la brisa,
mis látigos de hielo.
Afuera, nada salva,
nada queda
fuera de la agonía.
¿Y el dolor?

Tendrás que ver
cómo sueño despierto,
cómo paso mi vida deseando,
perdiendo y encontrando
las horas que quedan.

No te inquietes por mañana,
ya no sufras
si me ves doblando en otra esquina.

No puedo hacer nada más que prepararte
para el camino más largo, para el tuyo.

Será duro como nunca
y aunque cierres los ojos
estaré, como siempre, en mi tibieza.


UN BUEN SECRETO


Un viejo hechizo
parece arrebatarnos la cordura.
Aunque la tentación sea tan fuerte,
aunque el veneno...

Un buen secreto jamás se ocultará,
nunca se ha dicho.
Habrá una imagen más de aquello, inútil:
un viejo souvenir de la tristeza,
un accidente en la ruta,
una quimera.

Camino por sombras
buscando en la arena
restos de tu brisa.
Siento en la marea
el vértigo enfermo de lo que no olvido.

Aquí, estarás siempre
aunque empiece a odiarte.
Fuiste lo que nunca
supe, lo que pude amar.
¿Lo que di de menos?

Mirando los caminos que marca la luna,
contesto, una a una, tus respuestas.
En un recorrido tan vano,
no hay certezas, y la rutina asalta.
La piel siempre descubre el engaño
y la canción es la misma, aunque no quieras.


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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Rachid Boussad


Iras y derrotas 
                          A Mohammed Kirsit
¿Cuántas pasiones fogosas
Yacen desgraciadas 
Bajo las medievales cenizas; 
Cenizas cretinas de la indiferencia y la displicencia?

¿Cuántos tesoros de glorias
Yacen inservibles
Bajo las medievales cenizas del descuido?

Por las mañanas y por las tardes,
Corren prisas y jadeos,
Caras ensucias de vidas,
Caras mustias, pálidas, 
Consumidas y sin sonrisas,
Y nunca jamás se sabe 
Con qué sedes salen,
De casuchas destartaladas, 
Con qué hambres menos pensadas se nutren,
Y con qué aires extraordinarios respiran. 
¿Qué neblinas vagan por sus entornos?
¿Qué luceros las iluminan y qué lunas?

Pintan sus días a lo suyo,
Las horas y los años.
Los atuendos, ni de majestad impregnados,
Ni de simplicidad saciados, ni calmas,
Ni de placeres amantes,
Ni sus parientes se atreven
A interesarse de si sus amores
Acontecen en primaveras, 
Éstas de goces, jazmines y azucenas, 
O en singulares febreros,
De sombras acuáticas y nevadas.
Las sendas por donde andan de por vida 
Se les ofrecen galantes y sin extremos,
Y más aún pedregosas y empinadas.
Quizás les sorprendan, o tal vez les estrangulen
Sus horas de últimas palabras 
Y mortajas.
Quizás les salga de repente el camino 
Llamando a chubascos, riadas y truenos.

¡Ay! Dense por bien firmadas,
Las postreras sentencias y con récord
Entre las innatas certidumbres y las dudas.

¡Ay de la muchedumbre desprovista de ilusiones!
Distraída y abstraída 
En el cavarse las mudas moradas,
Con los picos entristecidos y onustos,
Y con el hurgarse los dedos en las narices,
Se desgasta. 
¡Ojalá no desparrame
Su último brindis y trago
De su jarra impasible y silenciosa!
¡Ojalá no se hubiera enterrado
A sí misma desde tiempos longuísimos y envejecidos!

Quédense toditos sabedores
De que nunca jamás se sabía
Que a un tal señor de burro
Se le antojaba alguna vez
Darle a la buena de su noria heredada
Alguna vueltecita al revés.

La noche y yo     
Fatalidad, fatalidad...
No tengo tu amor
Nada si no tengo tu amor
Sólo un corazón envuelto en llamas
                    Miguel Mateos

La noche y yo,
Dos estrellas solitarias
En el inmenso e infinito firmamento.
La noche y yo,
Un silencio cómplice y sensato,
Silencio de mi esencia,
De su presencia,
Y de tu ausencia, amor mío.
La noche y yo,
Simetría y armonía entre lo real y ficcional,
Hermanamiento emocional,
Homogeneidad y complementariedad incondicional.

¡Oh noche serena de abril!
En tus ojos diviso mi alma rota
Mas, tu venir aguardar me fascina,
Tu llegar imperioso al sereno tanto me consuela,
Para navegar cual barco
En el océano de tus párpados,
Mirar y admirar tus palpitaciones rítmicas,
Abrazar tu sombra y penumbra,
Escuchar tu mutismo absoluto…

Cierta vez, la noche el silencio rompió
Era muy pero que muy atrevida
Tal vez, la curiosidad sus entrañas carcomía
Para saber lo que yo padecía
Y a preguntarme se ponía:
 “¿qué te ha pasado, que aún no te veo sonreír?
¿Qué disgusto has traído?
Un susto me has dado:
¿Qué tendrás?
¡Qué alicaído se te ve!
La tristeza se escapa de tus labios de fresa
Tu boca de rosa sabe a sinsabores,
Tu voz de azucena huele a pesares,
Tus dos soles; dos astros decrépitos y llorosos,
Tu corazón, un río nostalgia fluir:
Cierto un idilio sufrir”.
Desahógate.
Fíate.
De mí, no tengas sospecha
Ama, ama y el alma ensancha.

Yo siento, 
Yo siento en el alma un calvario truculento.
“Contigo platicar solicito
Contigo desahogarme necesito.

Ya no pido ni anillos ni castillos,
Ni astros ni estros.
Serenidad espiritual tan solo deseo”.

Nada te turbe
Alégrate  la cara
Tan linda está la vida
No te entristezcas. No te apenes.
Yo soy el bálsamo de tu desdicha,
El elixir de tus congojas.
Ten anhelo. Tenlo más que nadie
El mundo es un pañuelo
No te salves. Lucha y además lucha
Ya volverás con tu muchacha”.

A la soledad

                   “la tinta en el papel.
                    El pensamiento
                    Deja su noche”.
                            Javier Sologuren
Óyeme, soledad, oye
Pues tú eres mía
Y yo soy tuyo.
Soy tu suelo natal.
Tú eres mis vestigios perennales.
Mas, en el aire de tu mutismo,
Ardor de tristuras e inquietudes
En mis facciones se patentizan.
Sonrisas ahorcadas
En la muralla de mi semblante
Trágicamente se pintan.

¡Qué crueza tan cruel!
¡Oh soledad, soledad!
¡Piedad, y más piedad!
¡Sé un bálsamo de mis angustias!
A paladinas,  a paladinas
Yo mal no obro contigo,
Y que yo sepa,
Es la más alta crueza,
Ésta, ésta que puedes usar conmigo.

¡Qué desazón del alma!
¡Oh soledad, sombra adlátere!
En mis soles y lunas,
Levantas tu bandera bordada
De mis nostalgias vulneradas;
De tormentos, terremotos, titubeos y sorpresas.

¡Oh soledad, sombra acompañante!
Algunos recuerdos vetustos emergen
En tu sombra diáfana y desnuda.
Si tienes oídos, que oigas:
Los recuerdos nacen y nunca jamás fenecen
Solo de lugar en la memoria mudan.
La ausencia no se da a la olvidanza,
Ni siquiera causa olvido.
La verdadera amada,
Sólida firme duradera,
Cuando ya bien ausente o perdido está.
Óyeme, Majakech, oye
¿Sigues marcando aún las sendas con tus pasos,
O si por debajo de la tierra
Un silencio elocuente envuelve tu calavera?

La reclusión solitaria

                 "Le grand mal de la vie, c'est l'ennui".
                                       Stendhal
En aquesta serpiente de vapor,
-Depredadora de carne humana,
Ávida de sangre inmaculada-,
Que tediosa su marcha reitera;
Cuitado yo y bien depredado,
Por ayeres de pesares y sinsabores.
Desollado de mi propio yo
Buscando incesantemente
pero no sé qué.
Vacíos me envuelven,
Me despedazan anhelos
Y carencias me transportan
Hacia no se sabe dónde.
¡Qué descarrío flagrante!
¡Qué desorientación acompañada!
¡Qué mañanas tan amedrentadoras!
¡Qué sonrisas la mar de amonestadoras!
Desesperanza, desesperanza, desesperanza.
La esperanza se va, se va, se fue.
Acaso Dios El Observador y El Todopoderoso,
Condenó a esta serpiente de vapor
A la misma imagen cotidiana y rutinaria;
Y yo a la sempiterna reclusión solitaria.




      Oscuridades y caídas
                     A Majda Meskrot

Es un pecado capital ser:
Un ángel con alas de polvo,
Una abeja neutra hallada
En un macón,
Un desierto con dunas espinosas,
Y con oasis de sangre y veneno,
Una charca de agua estancada,
 Y putrefacta… ¿!y sin más!?
Un ruiseñor enmudecido
En un árbol imperio de arrugas,
Un largo túnel preñado 
De promesas yacentes,
Ausencias perniciosas, sonoras y silencios;
Un inmenso ponto colmado
De estelas engorrosas,
Y Baratarias de congojas.

¡Ay! ¿De qué otros pecados,
Sí, sí, otros más capitales guardar el bulto?
Vivencias sin la miel de tus presencias,
Convivencias con la hiel de tus ausencias.





Gritos silentes
                     Écrire, c’est hurler en silence !”
                             Pénélope Damman


 En los pómulos de la luna,
El firmamento populoso de estrellas infinitas,
Dibuja sarcásticamente…injustamente…
Tu óbito escamoteado.

En la cuna de estas sombras sonoras
Saltan y resaltan mis desmadres,
Nacen y fenecen mis manantiales,
Y mora mi vida sufrida, desdicha imperecedera.

¡Ay, qué ayeres y qué hoyes tan reñidos
En este mar de bramido proceloso!
¡Ay, qué bravías luchas huérfanas entabladas!
Todo falta do faltan las fragancias de tu palmeral.

En el santuario de mis noches de insomnio,
Deseos suicidas el alma entona.
Recuerdos de arco iris y relámpagos
Yacen sin soliloquio.

En el umbral de mis hoyes insurgentes,
De rayos y truenos sobrantes,
El céfiro circula asaz curioso
Queriendo rastrear mis silencios sonantes y tonantes

Y con voz urgente me echa a la cara:
¿! A quién embalsamas decentemente
Estos gritos callados, estos barrancos amigables!?
A Majakech, eterno nombre. Idilio sempiterno. 


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EL MARAVILLOSO SONETISTA
RODOLFO LEIRO

CIERRO MI VENTANA

Y cierro mi ventana, esta ventana mía,
tan amplia y tan humana, que tiene
la desgracia de dar sobre la vida
Luis Bernardino Negreti

Como el genial poeta que menciono
decido que se cierre mi ventana,
desde el postín feraz de mi mañana
al verbo que en mi verso promociono;

ya no encuentro la paz, no me emociono
observando tu rostro en la fontana,
era el tiempo feliz, el que me llama
después de tu polígamo abandono;

quisiera hoy entonar y desentono
como llegando a fiesta en un kimono,
bien pintada mi cara de hombre viejo:

es mi forma de ser donde despisto
el momento de azar en que te he visto.
Se ríe del disfraz mi loco espejo.

Construido a las 14,40 del
2 de septiembre de 2012 para mi
Libro “Renglones desprolijos”

***

YO NO

Yo no transo con  la usual utilería
y su infausto proscenio de falacia,
no me apoyo jamás en la desgracia
para ensayar el rombo de mi día;

también surca el dolor mi poesía
empeñado en untarle paz y gracia;
 la quiero, ya provenga desde Tracia
o de la milpa astral de mi osadía;

y la ofrezco sensual, en sintonía,
con el lampo vital de mi energía
o el corazón gigante que me mueve;

ya dibujo un soneto en geometría
y llevarlo al Parnaso, como estría
que te enrola, deleita, te conmueve.

Construido a las 9,47 del
5 de septiembre de 2012
para mi libro “Renglones desprolijos”


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SELECCIÓN DE TEXTOS
Por el Gran Boris Gold

“LA MUJER”

No tengo palabras
cuando me dirijo,
hacia lo más grande
de la humanidad,
la que con dulzura
es bálsamo divino,
y a su vez conmueve
con ...su lealtad.

Es el fiel soldado
que antepone todo,
en bien de sus hijos
marido y hogar,
siempre en movimiento
en pos de la causa,
es como una playa
en un manso...mar.

Quién puede hacer esto
y a su vez ser diosa,
solo la sublime
y preclara mujer,
que nunca nos falte
su acertado criterio,
por eso y mil cosas
las he...de querer.

Santa, más que santa
por hacer que todo,
sea como un cuento
de magia y placer,
yo andaba a los tumbos
y perdido el rumbo,
ella entró en mi historia
y me vi...renacer.

Me cuesta creerlo
que andando muy solo,
creí en un momento
en esa realidad,
me causa hasta miedo
cuando pienso en eso,
ella me ha enseñado
que hay otra...verdad.

No interesa como
ni donde ni cuando,
un altar merece
ese amado ser,
en ellas hay pedazos
de Dios y de cielo,
mil veces benditas
las honro...MUJER.

Boris Gold
(simplemente…un poeta)

***

HASTA LOS FANTASMAS TE TOCAN EL TUJES

Buenos Aires es un hervidero de gente y a cierta hora es como patear un hormiguero y yo como muy normal no soy, me gusta salir a caminar a esa hora, a lo mejor es de puro retorcido  nomás, porque mirándome en el espejo de sus caras, me doy cuenta que para el psiquiátrico todavía no estoy.
En medio de mi deambular y a lo lejos, vislumbro una sombra venir hacia mi, es una figura borrosa, si digo que se apareció de la nada, corro el riesgo de pasar por mentiroso, sigue acercándose y a medida que lo hace, se va pareciendo cada vez más a un ser humano.
La gente siempre apurada va de aquí para allá, sin darse cuenta siquiera de esa presencia y en ese instante me atacó el temor por lo siguiente, ¿acaso el único que lo veía era solo yo?, no lo podía creer.
De golpe y porrazo se presenta en todo su esplendor y caminando a mi lado, pero ignorándome olímpicamente.
Al estar tan cerca  mío lo pude observar  “de cuerpo entero” y lo que ví no me agradó precisamente, si lo tuviera que definir diría que era una figura fantasmal con todo lo que ello implica, pareciera que no tuviera los pies en la vereda,  flotaba sobre ella y su atuendo era muy antiguo.
Observaba todo con mucha curiosidad, tanto los edificios como la ropa de todos los caminantes, moviendo la cabeza en un gesto de no entender nada.
Pero de golpe se comportó algo errático, fue como si se hubiera dado cuenta que estaba a su lado y noté con mucha bronca la cara de tujes que puso al hacer el recorrido por mi vestimenta.
Primero miró mis zapatillas, luego mis bermudas, deteniéndose en mis piernas peludas y por último en mi camiseta que tenía escrita Y LOVE y finalmente posó sus ojos en mi cara, juntó sus manos miró hacia arriba y noté que de sus ojos brotaban un par de lágrimas.
Yo andaré falto de neuronas, pero hay ciertos momentos en que mi cabeza trabaja casi humanamente y me doy cuenta de algunas cosas, en este caso que yo era para él, un gran pelotudo digno de la cinta azul de la popularidad,
Siempre envidié a los que decían que vieron o se les habían aparecido algún fantasma, pues es una experiencia por demás extraordinaria, pero esto que me pasó a mi, habla elocuentemente de mi reputísima vida.
La única vez que veo un fantasma y el vago se dedica a sacarme el cuero y para colmo de males al mirar hacia arriba escuché en un susurro que decía:
PADRE SANTO, ESTE BOLUDO ES UN FIEL EXPONENTE DE CÓMO SON TODOS LOS HUMANOS.
Como verán lo mío no es nada fácil, para mi señora soy del inventario, a los reyes magos nunca les interesó pasar por mi casa cagándome mi infancia y ahora esto, tener que irme con el rabo entre las patas por “esta cosa” que ni siquiera se que carajo es.
Pero a esta historia le falta la última parte, fue  cuando frente a nosotros(eso y yo) apareció otro engendro parecido al antedicho y enojadísimo le dijo: dejáte de joder Pancho, y hagámonos humo cuanto antes, te dije mil veces que aquí
 en la tierra no ibas a encontrar nada bueno y que los humanos después de tantos años, no aprendieron nada.
Y siguió con su perorata, de esta gente no vas a aprender un pomo, son todos iguales, inclusive el viejo loco que tenés al lado, que por lo rarito que es …no me extrañaría que sea poeta.
ESTAMOS TAN DESCREÍDOS DE TODO, QUE HOY POR HOY ¡NI EN LOS FANTASMAS SE PUEDE CREER!.
                                                                    Boris Gold

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Textos concebidos por Rolando Revagliatti a partir de “Rol de Cornudos” de Camilo José Cela, “El cuerpo lesbiano” de Monique Wittig y “La pipa de Kif” de Ramón del Valle- Inclán.


“ROL DE CORNUDOS”



A buscarse en la resumante especificidad
y exquisita consistencia
en tal constelación y refriegue
humanísimos
al principio aflora el acaponado
y florece luego el bragazas
y no nos damos cuenta y pisamos un poquito
al floripondioso cagón

Sí avisamos al de confiada evidencia:
en el fabuloso jardín no faltará el escamoteado
el fogueteiro, el gótico flamígero
en sus macetas, sin salirse, predestinados
retoñantes, en sus canteros, con las respectivas
y confusas o epigramáticas traducciones al
    [pima-papago
al familia ges, al charrúa, al familia tupí-guaraní
en carteles retorcidos por el sol
expuestas las variedades a miradas
    [serviocroatas y rumanas 
y tropezones escoceses, indodravídicos y suahelíes
en venta, en alquiler y hasta en conquista los
    [variopintos
hurtables, coleccionables
para eventualmente exhibirse en paquetas vitrinas
Aun el más suburbano
cada cual un espejo florido
hiperclorhídrico
inasequible al desaliento allí lo posee
si sociable, el jonjabero
(podrá con él reírse a sus anchas)
si conciliador, el krausista
si olfateable, el lavándula

Hay variantes de las variaciones
castizos desde luego muchos
y con motes tales: meapilas
(y van por lo menos dos con deyecciones)
nazi, ñiquiñaque, otorrinolaríngeo, por
    [usucapión
o prescripción adquisitiva

Ya lo veis, nadie podría quedarse sin alguno
nadie podría quedarse sin ser por accidente,
    [alguno
alguno es vuestro o alguno sois
por transparencia o por desidia
o por tantas y tantas
hay que encontrarse
insisto, estetas
podéis recrear modelos, tomar de aquí y de allá
añadir, comprimir, suturar

Trazo para los cronistas este mapa gentil
conoceréis más tarde el exhaustivo
que encararéis lineal o atravesadamente
libres sois para pecar y comprender
(atados por vuestra inalienable condición)
sois vosotros mimados en este jardín interesante
que devino museo por el quiritario, el
    [reconcomido
el susceptible de contagio de amor
el tránsfuga del buen sentido
para obsequiar a celosos y celados os
    [recomiendo al ultra
(en dosis morigeradas)
el vivalavirgen (por ese no sé qué de equívoco)
el wagneriano (señero)
el xifoide (ver  página doscientos siete)
el yambo (ver página doscientos once)
y el zurriburri (ver página doscientos dieciséis).


*


“EL CUERPO LESBIANO”



Las ingles
en las encrucijadas
(y en la actualidad
de estas mismas arenas)

Los talones
por  preciosismo
de esos miembros del ala
a cargo de la ambulación

La sangre
por inherente a lo conectivo
entre las regiones convalidadas
por sus
secuaces representativos

La lengua
por desplazamiento de su población
persuadida de la necesidad
de los desmanes

El clítoris
por arraigo
la linfa
por sistema
las supuraciones
por energía
los brazos
por destino.



*


“LA PIPA DE KIF”



En este libro de lona
crea un circo

En este circo crea
y administra
su libro

18 poemas en la arena.


*


Julio 2012
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SELECCIÓN DE TEXTOS
Por Irene Mercedes Aguirre

Miré mis manos

Y me miré las manos y he notado
la huella de caricias repetidas.
Por los años la piel envejecida
acusa, aquí y allá, tiempo pasado.

Y me miré las manos y he pensado
que cuando van a tono con la idea
dan perfección y encanto a la tarea
en la sublimidad de lo logrado.

Y me miré las manos y he sentido
sus curvaturas y su movimiento
como   afinado y prístino instrumento
que explicita la acción con su sonido.

Y me miré las manos y he palpado
cada arruga y sus líneas perfiladas.
En brumas de milenios, condensadas
encierran los ensueños  apretados.

Y me miré las manos y he soñado
con un mundo mejor. Con  diez  perfectos,
magníficos  apoyos, firmes, rectos,
¡a diestra y a siniestra acompasados!

***

DISOCIACIÓN POÉTICA
Brote y rebrote
que me acaricia cada mejilla
cuando aparece con sus espejos
y  me disocia todos los tiempos.
Donde se acoplan
uno por uno, fantasmas mudos,
coros de anhelos.
Como una música,
como sonidos de altas esferas
se contonean paso tras paso,
y se introducen
músculo a músculo,
por mis arterias.
Látigo y risas,
cantos, sollozos, por esas puertas
que se entreabren
como una marcha de otros destinos,
hacia otras rutas que no son éstas,
y que conducen a no sé dónde.
Parece a veces que es hacia abajo,
que por abismos camino sola
tras laberintos de ásperas grutas
que están muy lejos y a la vez dentro.
Como gemido del ser desnudo
que se interroga
sobre infinito
¡Como un lamento!
Y otras parece que fuera el mundo,
éste, presente, por el que fluyo,
con recovecos de imperceptibles,
altos ensueños,
que me recorren, que nos recorren
a los humanos, la vida en ristre,
¡Cántaros plenos!
Pero otras veces
por áureo espacio subo, gozosa,
y a Gea percibo,
siempre preñada con los mil brotes
de imperceptibles, ocultos sueños.
Son los esbozos de nuevas metas
del transcurrir y del develar.
¡Brote y rebrote,
péndulo al cielo,
y en el gran Tiempo, todos los tiempos!


® Irene Mercedes Aguirre, Buenos Aires, Argentina

***                                                                                                                                                                                                                  
MEMORIA DEL OCÉANO

      El hallazgo del viejo baúl lo había conmocionado.  Permanecía, casi ignoto, olvidado, en el cuartito del fondo, donde  se  guardaban  las cosas en desuso. El  hecho      había    acontecido hacía ya unos días.  Entreveradas, como en un bazar persa del sentimiento, sus manos tropezaron con los escarpines de Lucía, su hija mayor, ya casada y con hijos; el primer cuaderno de Francisco, hoy en Estados  Unidos, y el vestido de novia de Ramona, su difunta esposa.  Debajo, muy al fondo, un manojo de cartas amarillentas, recibidas a través de los años, desde el otro lado del  Océano.
Fue como reencontrar el pasado, así, todo de golpe, bajo la tapa del vetusto arcón.
Releyó palabras de su madre, de trazo grande y desparejo, por donde circulaban, como torbellinos, el  amor y  la nostalgia por el hijo lejano. Repasó los consejos de su padre, escritos con aquella letra alta y apretada que le era tan propia.  Volvió a verlos de nuevo tal como los conservaba en la memoria, grandes,  fuertes, llenos de energía y calidez.  Ambos habían muerto hacía mucho tiempo, pero en ese momento, se irguieron frente al hijo emigrado como si  estuvieran presentes, con una plenitud de presencia que sólo  pueden alcanzar los seres que se han amado profundamente.
Los signos gráficos, algo desdibujados, le decían en una de las misivas: “Y recuerda que tu  madre y yo rezamos siempre por ti. Confiamos en poder verte algún día, cuando la economía lo permita”. Una rebeldía inusitada se le fue infiltrando en su espíritu con  esas invocaciones y evocaciones  tan hondas ¿Dónde quedó su antiguo hogar, la estructura familiar de la que había emergido? ¿La existencia era esto, sólo esto? ¿Todo consistía, simplemente, en nacer, crecer,  construir lazos, perder lo construido, y volver a  comenzar?  Se resistía a pensar así.  Buscaba, sin darse cuenta, algún punto de apoyo, sólido, invulnerable, al cual aferrarse, ya en  su vejez. Año tras año, sus movimientos se iban volviendo más débiles, y su estructura ósea se resentía visiblemente. Un poco encorvado, las manos sarmentosas, y el rostro, anguloso y cuarteado por  los años, esa era la imagen que el espejo del lavabo le ofrecía cada mañana.
  Matilde, su hija menor, seguía soltera. Vivía en la casa con él. Juan trató de disimular en lo posible su estado de ánimo por el hallazgo, para no preocuparla.  Esa tarde, aunque desganado, se fue a jugar un partido de bochas al club. No quería perder el dominio de sí mismo.- ¡Basta de sensiblerías!-  se dijo.  Por lo menos a la vista de los demás. Reconocía su carácter reservado, testarudo y un tanto patriarcal. ¡Y bueno, qué se le va a hacer! A él también lo habían criado así.  - como Dios manda- no  como la juventud de ahora que anda toda  revuelta-  sentenció para sus adentros.
    Había hecho lo posible para inculcar férreos principios a sus hijos, pero no le fue  fácil. La mansedumbre  y paciencia de Ramona, que siempre los “apañaba”, disculpando y no pocas veces,  disimulando sus travesuras  desde pequeños, le  había dificultado dicho propósito.
Quizá esa actitud era producto del propio ambiente argentino, que llevaba a conductas más sueltas, menos rigurosas. Porque aquí todo era enorme, extendido, difícil de aprehender y someter  a moldes más o menos rigurosos.
Visualizaba el país como un territorio provisto de   una vastedad impensada en el suyo, pero a la vez  reconocía un sinnúmero de semejanzas entre ambos.
Eran parecidos  y diferentes, más allá de las apariencias, debido a los  sincretismos tácitos, los potenciamientos  y la obcecación comunes, llevados a la quintaesencia de sus aspectos positivos o negativos. Un aquelarre cultural, desosegado y fascinante, que nunca terminaba de entender del todo.  Los argentinos poseían, a su juicio, una fórmula secreta para conjugar la Babel que los conformaba.
En su propio barrio, en ese sentido, podía constatar un mosaico inmigratorio  realmente sorprendente.  Sus vecinos de la derecha, eran descendientes de japoneses, los de la izquierda, de italianos. Enfrente, se alojaba una familia de raíz caboverdiana y en la esquina un matrimonio de judíos emigrados  de la última  guerra mundial. Completaban el complejo cuadro interracial un paraguayo y dos peruanos  cerca de la esquina opuesta -¡Vaya mezcla!- suspiró.
Claro que en su pueblo natal, cercano a las montañas,  tampoco faltaron ocasiones en la historia para  la presencia de grupos diversos de toda clase, cultura y coloratura. Sólo que en Argentina todo era aluvional y reciente, mientras que en su   tierra originaria las mezclas habían ido decantando en una población que estabilizaba sus rasgos  culturales y sus costumbres  con mayor firmeza, según él creía.
Contaba, entre sus coterráneos, con “un amigo de ley”, como se dice en Argentina. Se llamaba Martín Pérez.  Existía entre ambos una estrecha amistad y solidaridad, dado el trasfondo común que los hermanaba. Era con él con quien Juan recuperaba los aromas, los olores, esas sensaciones del animus  de un ambiente que sólo pueden comprender aquellos que han vivido las mismas experiencias y han compartido emociones similares de vida. Los unía, asimismo, la sutil melancolía del exilio autoimpuesto.
Reconoció que todos esos pensamientos tenían que  ver con el episodio del baúl. Porque el desasosiego que le provocó lo llevó a replantearse quién era él  en realidad.
¿Podía considerarse un español, por haber nacido allá, en la península, donde pasó su infancia y primera juventud? ¿O era casi un argentino, por los largos años transcurridos aquí?   El océano volvió a su memoria, iluminado por la nostalgia y  las aprensiones de aquel gigantesco cruce de  una a otra de sus orillas, junto a tantos otros seres doloridos como él. Provisto de una valija de cartón y algunas escasas pertenencias, sus emociones  durante la travesía  oscilaron  entre  el  deseo de echarse  al agua (como los marineros de Ulises ante el canto de las sirenas) y nadar de vuelta a su patria desolada, y la esperanza de  una vida mejor  en la mítica  tierra rioplatense. Se mantuvo melancólico durante el viaje. Pero era joven, y lleno de esperanzas. Al acercarse a Buenos Aires, se sintió más animoso. Tenía la vida por delante. Por entonces, no se cuestionaba tanto las cosas.  Aún no sabía de la amargura que provoca la muerte de los seres queridos, la vejez, la soledad cada vez más solitaria….
 Pronto recibió el mote de “gallego”. -¡Estos argentinos, que creen que todos los que venimos de España somos gallegos! ¡No conocen nada de nuestra geografía! -criticaba con sus
compatriotas .  Lo cierto es que estaban a la recíproca. Tampoco conocían  ellos demasiado de este país y sus provincias.
Consiguió trabajo de dependiente de almacén por la zona de San Telmo. El sitio le agradaba. Con sus calles angostas, sus plazas recoletas y las  viejas arquitecturas circundantes, le traía una vaga recordación de su terruño. Tomó la costumbre de visitar seguido el Parque Lezama, cubierto de frondosos árboles centenarios, en la barranca que delimitaba, durante la época colonial, el río y la ciudad de Buenos Aires.  En el extremo norte, sobre la calle Brasil, se alzaba el museo Histórico Nacional, y, como la entrada era gratuita, lo recorrió en múltiples  oportunidades. Le agradaba sobremanera la semipenumbra del lugar, los pisos relucientes y las numerosas vitrinas que conservaban valiosos objetos del ayer.
Se detenía largo rato frente a los cuadros, y meditaba sobre las escenas representadas. Procuraba interpretar el sentido de la obra de cada autor.  Gustaba incorporarse  imaginativamente a la situación presentada.  Así,  junto a Cristóbal  Colón, el gran Almirante de la Mar Océana, compartió la emoción del desembarco en Guanahani, y revivió el asombro mutuo de navegantes e indígenas al verse por primera vez. En la pintura de las Invasiones Inglesas,  se ubicó al lado de Santiago de Liniers  para recibir la espada del  vencido Guillermo Carr Beresford.  Se sintió orgulloso del valor y del heroísmo de los criollos en la defensa de la ciudad de Buenos Aires.
Frente al óleo referido al Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810  se vio envuelto en un conflicto difícil de solucionar.  Finalmente se posicionó, como era dable esperar,   junto a los que exigían la continuidad del virrey Cisneros -  ¡Estos revolucionarios! -se indignó.  A cada mueble u objeto lo ubicaba, durante sus habituales visitas al Museo,  en aposentos imaginados, animando las escenas con los personajes de los óleos o bustos circundantes.  Eso sí. Él, siempre él, como protagonista o como acompañante, pero integrado sin vacilaciones en la mismidad de la representación respectiva.
  No comprendía entonces que esos juegos inocentes a los que se entregaba, eran un intento de rescatar su entorno sin pérdidas de identidad. Quería, casi sin darse cuenta, reencontrarse con sus raíces,  vincular a la nueva patria con la  de origen.  Su fantasía trabajaba en ese hueco  de tiempo suspendido  que le brindaban las salas del lugar,  y donde podía religar  el trasfondo común que unía a España con   Argentina.
   Al paso del tiempo, otras experiencias vitales lo reclamaron más. Noviazgo, casamiento, hijos, un  negocio de almacén propio,  en fin, la esforzada vida de un hombre honrado  y sencillo, que luchaba  arduamente para conseguir la felicidad.
La muerte sorpresiva de su esposa lo desmoronó.  Fue por un infarto. El año pasado.  Se quedó con el peso de la soledad sobre sus hombros.  Extrañaba a  “su” Ramona, criolla, querendona y comprensiva como pocas. Siempre había sabido perdonarle sus arranques temperamentales.  Lo entendía muy bien.  Incluso después de una discusión, sabía dejar a un lado rencores  y se daba tiempo para cebarle unos mates de reconciliación ¡Esos mates de los dos, bajo el cómplice silencio nocturno, mientras los niños dormían, los unían a través de un grato vínculo de afecto y distensión!  -Qué tiempos!¿Por qué  debe acabar así la felicidad?- se lamentó.
   Matilde notaba  que su padre era presa de la melancolía. Lo veía cada vez más abismado en sus pensamientos y más callado que de costumbre. Para animarlo, lo instó a realizar una excursión al noroeste argentino a través de la institución  que nucleaba a los jubilados. Los precios eran accesibles y el costo  se descontaba en módicas  cuotas mensuales.
    La novedad del viaje lo  distrajo un poco de sus lucubraciones.  La mañana del 5 de enero subió al autobús que lo llevaría  a la Quebrada de Humahuaca, no sin antes atosigar  a su pobre hija con  mil recomendaciones y advertencias a tener en cuenta durante su ausencia.
    Cuando llegó al lugar, después de un largo trayecto,  debió reconocer que el paisaje era  soberbio. Le  agradó sobremanera el pintoresquismo de las ciudades enclavadas  en los valles, llenas de tradición  indígena y de edificios coloniales.  Pudo observar a los nativos, descendientes de las antiguas civilizaciones del lugar,  diezmados cada vez más por los continuos mestizajes o desplazamientos.
Al verlos en su hábitat, todos sus preconceptos se esfumaron como por encanto. Comprendió la grandeza de esa cultura  que había conocido sus días de gloria y admiró la silenciosa altivez  y  sobriedad  de que hacían gala. Aún en medio de su pobreza extrema, eran discretos y educados con el forastero.
Lo conmovieron los chiquillos, uno de ellos vagamente parecido a su nieto menor, claro que más moreno.  Trató de calcularle  la edad, pero la desnutrición que se percibía en él lo hacía ver más pequeño de lo que en realidad debía ser. Le quedó grabado en su memoria el rostro sufrido de la madre, su expresión triste y resignada frente a una vida sin mayores perspectivas.  Con sus polleras superpuestas, su sombrero pequeño y el  cuerpo moreno, se confundía casi con el paisaje circundante. La mujer repercutió en sus sentimientos con una fuerza impensada y visceral, tal como si cayera una venda de sus ojos y supiera, por fin,  que no había nada humano que otro humano no pudiera sentir y comprender. Porque el desasosiego que él tenía era similar, en el fondo, al de la colla  con su drama a cuestas. ¡De tan lejos venía él! ¡De tan lejos era ella! Y sin embargo, allí estaban, frente a frente, ambos sin hallar su lugar, su sitio, su locus. El uno , por haberse trasplantado de su país, la otra, por no ser reconocida en el suyo. Eran dos caras de una misma moneda y a los dos los perseguía la misma inquietud: saber quiénes  eran y para qué.
   Un acontecimiento fortuito trajo nuevas respuestas a los interrogantes de Juan sobre su identidad. Unos meses después, a comienzos de octubre, Martín lo invitó al club para escuchar la conferencia de un famoso historiador que se referiría al V Centenario del Descubrimiento de América. Al cierre, habría música  y cantos alusivos a  la  conmemoración. -¡No podemos faltar, Juan- enfatizó -¡Tenemos que sumar españoles para esta noche! ¡A ver si los italianos, que son mayoría en la zona, quieren birlarnos  nuestro aporte, anteponiendo la figura de Cristóbal Colón a la de los Reyes Católicos!- enfatizó .Debió convenir que era verdad lo que su amigo le decía y, aunque a regañadientes, aceptó ir.

  A las 7 en punto, apareció en el salón. Era temprano, pero él siempre tenía la costumbre de llegar temprano al trabajo, y no la modificó ni aún de jubilado. Se lo veía distinto. Traje dominguero, zapatos lustrados, camisa blanca. Eso sí,  no transigió con lo de la  boina. La llevaba puesta, imperturbable a las críticas de Matilde  que la consideró inoportuna para un atuendo formal. Se sentó en la segunda fila. La primera era para  las autoridades y visitantes expectables. Allí aguardó pacientemente la presencia del resto de los concurrentes. A las 8 apareció el orador. Lo flanqueaban, solemnes, el Presidente  de la institución y un Concejal municipal. Una jarrita con agua presagiaba, sobre la mesa, la exposición  del estudioso.
    De manera amena y didáctica, el especialista explicó, entre otros temas, por que a estas tierras se las denominó “Las Indias”.  América era considerada por entonces como parte integrante de Asia, dividida así en cuatro partes: La India Infragangética;  la India Pregangética; la India propiamente dicha o Gangética y la India Posgangética u Oriental, que es en realidad esta en la que vivimos. - Por eso éramos “Las Indias” -  aseveró.  Se sabía que navegado cierto tiempo hacia el Oeste se llegaría a esta India Oriental, tal como antes los viajes al Lejano Oriente lo hacían, desplazándose hacia el Este. Dado que esta última  ruta se había vuelvo imposible por la presencia de los turcos que cerraban ese camino, no hubo más remedio que realizarlo por el extremo opuesto, cruzando el Mare Tenebrarum , hoy Océano Atlántico- expresó.
Al escucharlo, una emoción inexplicable invadió a Juan. -¡Yo también crucé el Océano!- pensó. Entonces, este no era un país perdido, allá, en el sur,  desvinculado del mundo  del que provenía.  Los contactos habían existido desde tiempo inmemorial, de cabo a rabo.
   El historiador abordaba ya otro  tema crucial: ¿Con qué objetivo navegó Colón hacia el Oeste? Pues para llevarle unas cartas al Gran Khan de Mongolia de parte de Fernando e Isabel. Actuó como un diplomático con una misión singular: construir la alianza con los Tártaros contra el  Islam. – No olvidemos que en aquella época los musulmanes eran una tremenda preocupación  para la Cristiandad. Dominaban el Mediterráneo, habían tomado posesión del Santo Sepulcro de Jerusalén y en 1453 se apoderaron  de Constantinopla, la hermosa ciudad capital del Imperio Romano de Oriente - señaló el orador.
- ¡Ni que hablar de la lucha dentro del propio territorio español1- enfatizó. Largos siglos de ocupación y reconquista, de  puebla y repuebla,  obligaron a los españoles al ejercicio permanente de la defensa y el ataque contra el invasor –. Aún más, esa contienda de cientos de años  fortaleció particularmente la fe y el espíritu de lucha de los hispanos. Por eso, sus monarcas fueron capaces de expulsar a los moros del territorio en forma definitiva pocos meses antes de la epopeya colombina-, recordó.
-Animados por ese espíritu ecuménico, también concibieron la posibilidad de concertar la alianza con el Lejano Oriente,  como antes les mencioné- remarcó el distinguido profesor.
   -Como pueden comprender, mucho antes de la existencia de los mass media y de los satélites,  el hombre ya concebía emprendimientos planetarios, que hoy no se recuerdan a menudo. Como hacen la mayoría de  los historiadores, remató su conferencia con la consabida conclusión que usan como latiguillo: -Si entendemos el pasado, actuaremos mejor en el presente y nos proyectaremos con más posibilidades hacia el futuro- aseveró.
   Juan se levantó transfigurado.  Sus antepasados eran aquellos hispanos que tanto habían hecho por la fe y la libertad. Ellos pusieron en práctica la concepción abarcadora de todo el planeta. Vaya, vaya, resulta que lo de “aldea global” ya nos la sabíamos nosotros!- fanfarroneó con Martín a la salida del club.  Sintió el ramalazo  emocional de su identidad.  No de una identidad personal, egoísta, individual, tenazmente aferrada a un entorno fijo. La suya era la gran Identidad Humana. El también, como  los grandes españoles del descubrimiento, había cruzado el océano, siguiendo la ley humana de búsqueda de nuevos y esforzados horizontes. Ley que recién ahora entendía.  Ley del cambio, del movimiento y de las transformaciones.  A Las Indias había llegado él. A una de  ellas.  Y por eso, para siempre, formaba parte  indubitable de  esa estirpe generosa y aventurera, volcada hacia todas las regiones de la Tierra. Él. Juan Abaurre. Sí señor.


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TEXTOS DE LA MANO
DE LEO MORGAN

23-ESPECTROS ANDANTES SOBRE UNA PASARELA SIN FIN

¿Qué importa la dirección
en la que miran sus senos?
 y qué si sus ojos son verdes
o sus cuencas están vacías?
Lleva una falda floreada
prepara una mermelada de moras
y canta una canción
que habla de una nena
que halló un poroto mágico
en la oreja de un monigote de nieve.

Un auto destartalado
se detiene ante una casa
que parece ser su novia
llega un hombre
¿ importa si es gordo o flaco,
 o si los pelos
 marchitaron en su cabeza?
Lleva un gorro de lana
y se le apagó la pipa
trajo harina y manteca
café, miel y tabaco,
y unas cuantas manzanas
en un bolsillo
tiene una pequeña cajita
envuelta
en  un coqueto papel azul,
besa con cariño
a la mujer de la falda floreada
que continúa cantando
 parece que la niña prospera
contrabandeando paraguas
 hacia el mundo de los sueños
en tanto los perros
ejecutan la danza  de la  alegría
y todo es tan hermoso
que  revienta el corset
de los parámetros
y a los necios incendia su pijama.


24-COLORINCHES


La belleza de Ámsterdam
es una belleza de cuento de hadas
es la ciudad helada  de chocolate
y de almendras
sin esa indigesta bruja
que cuando asqueada se arrancó
la máscara de la virtud
se tornó más tremenda y repugnante;
En vez de brujas hay hermosas chicas
vestidas de colores estridentes
cubiertas de caramelo y vainilla
guiando con destreza sus bicicletas
através de los canales y los puentes.

Jan es un gigante bondadoso
armado con un saxofón,
que ha decidido adoptarme
hemos pasado la tarde
en su casa, inclinada
borracha  y surreal
como las casas de Amsterdam
comiendo pan de centeno esponjoso
y quesos amarillos, blancos y azules
bebiendo cerveza fuerte
 y jugando al ajedrez
-Hoy es Queen’s Day
 la fiesta de la reina, me dice Jan
-Ah, ¿tienen una reina?
-Sí, y hoy es su fiesta, jaque.


Hay una energía en el ambiente
una embriaguez clara y bendita
que juega haciendo danzar
divertidos grupos de átomos
De unas máquinas marca “Febo”
Jan saca unas croquetas
 “es mejor que comas algo
porque si el día ha sido largo
 la noche lo será aún más”
Exquisitas primogénitas de Apolo
garganta abajo
exacerban mi sentido del gusto
y por si fuese poco
también  recibo una especie especial de hongo
que mastico con  pura conciencia.

Fiesta sobre las barcas iluminadas
fiesta sobre las fiestas
músicas que se entrecruzan
bailando una música total
en un bote una chica toca el violín
y un tipo canta ópera con voz tonante
un gaitero
secundado por unas damas medievales
con antorchas
y un juez con peluca blanca
nos impiden el paso a otro canal
debemos golpear una pelota con una maza de cricket
hacerla pasar por un tubo,
que caiga en un inodoro rojo
y luego en un minuto
pinchar 3 globos con un paraguas.
Jan está del otro lado
justo en el tiro 88.888.881
y cuando ya  creo que
me voy a pasar la noche allí
la pelota emboca al inodoro
hago con los globos
lo que un gallo a 3 granos de maíz
pum pum pum
y por fin, entre hurras, paso
llegamos a unos canales que se han congelado
seres extravagantes, con sombreros
y bufandas rayadas
patinan sobre el agua sólida:

¡QUIERO PATINAR, LO NECESITO!
-No, Morgan, me dice el gigante
patinar sobre hielo no es nada fácil
y podrías romperte una pierna.
-¡Menefrega!
Necesito unos patines ¡Ya!
a gritos les ruego a los patinadores
que me presten los suyos
pasan riéndose, diciendo cosas que no entiendo
 me siento el peor de los mendigos
desesperado
excluido de la maravilla
Jan me consuela
diciéndome que encontraremos patines de alquiler
y por ellos pagaré
toda mi fortuna, sin retacear un centavo
pero son pasadas las 2 de la mañana…
cuando vislumbro una palangana naranja
que junto a un sauce, apoyada aguarda
 deslumbrante y misteriosa
el Hada Helada la ha depositado para mí
lo sé y se lo agradezco
Bajo al canal y le digo a Jan que me empuje
Zuuuuuuuuuuuuuummmmmmmmm
su fuerza celestial me lanza al más allá
Wwwwwwwww esto es fenomenal
todo pasa hacia atrás , todas luces y colores
suspensión y velocidad
gravedad cero
voy volando
llueven cerezas
inclinándome hacia uno u otro lado
 puedo girar agarrando la palangana de los bordes
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiijaaajjjjjjjjjjjjjjjjyyyy
grito, salvaje, aborigen
un mapuche en la fiesta de la reina
¡God save the queen! ¡God save the queen!
Aullo, estoy bien loco
God save the queen, me grita otro borracho
con aires de que la salvación de la reina
le tiene tan preocupado
como a mí  los puntos de ebullición completa
de los pesados metales
Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaajjjuuuuuuuuuuu
el culo a medio congelar, indiferente
dentro de la palangana naranja.
así , me deslizo dentro del Paraíso
:-Che, san Pedro, vení  vamos a dar una vuelta,
avisále a  Pablo.


 25-CANTANDOLE A LOS ANGELES en la Santa Madre Rusia.

Várvara  Mijailova………….
asintió con los párpados
su corazón me golpeó en la nariz
y el mundo giró tres veces
salto a mi trineo
azuzo a la yegua negra
hacia el infinito
Várvara Mijailova dijo sí con sus ojos
y todo lo transforma
fluyo sobre la alfombra de Aladino
para colmo júbilo
mi mano tropieza
contra la botella de buen vodka
que me  traje
por si acaso la tristeza
Hecho la cabeza hacia atrás
en los labios de Várvara Mijailova
estampo un beso larguísimo
viendo guiñar sobre mí
a todas las estrellas del cielo
una calidez bendita se derrama
y  esparce en mi interior
¡Hurra!, estallo en la  gloria
¡Pruf!
un puñado de grullas se eleva de pronto
un mendigo violinista toca
apostado contra un farol
 le tiro 3 pesados  rublos de oro
y canto
conozco esa vieja canción campesina
“el trigo está segado
y guardado en el corral
los cuervos que pasaron
ya no van a cenar
San Vladimir bendito…
no me hagas enojar
cuida de los cerditos
pon leña en el hogar…”
Rodeo la catedral de San Petersburgo
las cúpulas brillan tanto
soy un insecto atrapado en la luz
otra vuelta más
y otra
cantando alegremente
Várvara Mijailova dijo ¡Sí!
y aquí nos casaremos
nieva
ángeles alborotados
caen en copos sobre mi barba
sobre mi gorro de piel
sobre mis guantes
y están doblando las campanas
salgo disparado en línea recta
derritiendo la blancura helada
un  rayo negro que escapa
pero una felicidad rampante
pronto me da alcance
clava sus garras en mis hombros
y me lleva.
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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Adriana Delfini

En el  silencio…

Silencio…guardas silencio
bien guardado, como un tesoro
atesorado, sin sembrar
nada aún, ni cosechado.

Palabras que no nacen,
palabras que ensordecen
como un grito sordo,
te enmudecen.

Callas a la vida, a tu entorno
¿qué dolor o alegría no compartes?
sin omitir palabra…no hay retorno,
susúrrame algo…vengo a invitarte.

Omitir la voz…a veces es discreto
adivinar qué  piensas es en vano,
sabiduría hay en el silencio…(el Tao)
el poder de la voz…es enclaustrado

***

Lazos invisibles

Lazos invisibles que nos atan,
faliblemente al amor sofoca,
almas sin domar, que se desbocan
desdichas que se sueltan, se desgraban.

Reliquias de la caja de Pandora,
que reprime virtudes en el fondo,
necesidad de hurgar, algún despojo
de encontrar una voz, algo sonora.

Impredecible afán de perder velos,
que la lujuriosa intimidad sonroja,
amar lentamente…sin recuerdos.

¿Virtudes o defectos?...paradoja
amor de seres imperfectos,
soltando pétalos de amor, que se deshojan.


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POEMA
Por Teresa Palazzo Conti

POEMA DE BÚSQUEDA

Dónde fueron mis piernas
a enredarse en caminos.

Adónde la armonía de mis ojos lineales y perfectos.

Me quedé sin palabras en las manos
y en mi vientre,
apenas un mendrugo de humedad.

Adónde se volaron
los labios que en la noche,
en cruz sobre tu boca
dibujaban el mundo.

Ya no tengo recuerdos
de haber sido cercana;
de encontrarme
y armar sobre tu historia
el otro abecedario.

Si alguien sabe de mí,
que me rescate desde la fosa impura.

La recompensa,
sólo un latido desarticulado
y la memoria andrajosa
de mis candados principiantes.

Si alguien sabe de mí,
que ponga mi destino entre paréntesis
y me busque algún nombre mentiroso.
©Teresa Palazzo Conti

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