viernes, 3 de mayo de 2013

35º Número de la revista literaria Nevando en la Guinea





35º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
DIGITAL MENSUAL
NEVANDO EN LA GUINEA
NºLXXIX desde inicios/03-05-2013


EDITORIAL LXXIX
José Luís Sampedro y José Manuel Caballero Bonald

         Hubo en el Renacimiento un modelo de intelectual que no sólo tenía por ocupación e interés el ejercicio de las letras, sino que se ocupaba también de otros asuntos, a veces más mundanos, y poseía además una actitud ante la vida proclive a la curiosidad, a la preocupación, al compromiso diríamos hoy –sin que el compromiso suponga la defensa de un cuerpo fijo y cerrado de ideas-, y también a la sensibilidad. Ha habido también algunos autores cuya dedicación a la literatura pudo ser hasta cierto punto marginal, no era su actividad principal, sin que por ello mengue la calidad de su obra. Hoy tal vez los llamaríamos, aunque no sea exactamente lo mismo, “escritores de domingo”, en el sentido que dio a esta expresión el profesor Alonso Zamora Vicente, nada que ver con el tono peyorativo que con frecuencia se da a esa expresión.  No se trata en todo caso de dos modelos opuestos entre sí.
         José Luís Sampedro tal vez quepa en las dos definiciones. Economista de formación, trabajó durante mucho tiempo en instituciones económicas y fue un fino analista en ese ámbito, lo que le llevó no sólo a analizar las relaciones monetarias y financieras, sino también a intentar entender las sociedades que muchas veces la economía ha moldeado con excesivo celo y, al estudiar las sociedades, intentó a su vez entender a las personas que las componen. Eso es lo que le convirtió en alguien cercano a esas figuras renacentistas incapaces de limitarse a un solo ámbito, con una curiosidad inmensa y una sed por ir al fondo de los hombres y las mujeres, porque a todas luces el ser humano estaba en el centro de su reflexión. Gracias a esa actitud abierta y curiosa, él mismo evolucionó como persona, no fue el único caso entre quienes vivieron con intensidad los años centrales del siglo XX que tuvieran esa capacidad de evolucionar ellos mismos, lo que desembocó en un gran humanismo, en todos los sentidos que caben en este término.
         Nacido en 1917, se hizo conocido como escritor a partir de los años ochenta, aunque comenzó a publicar a mediados del siglo pasado. Publicó poco por entonces, es cierto, aunque muchas de las narraciones que escribió en esa época las sacaría a la luz mucho después. Se sabe que reunía muchos de sus escritos en carpetas que rotulaba como «palotes». Su escritura fue ganando en sensibilidad y profundidad, que era algo que caracterizaba su literatura, como muestra en una de sus novelas más conocidas, La Sonrisa Etrusca. Sin duda, si leyéramos su obra desde un punto de visto cronológico, nos daríamos cuenta que el individuo iba ganando más y más importancia en su pensamiento, sin que por ello perdiera, más al contrario, su sentido social, la relación de la persona con todo lo que le rodea, otras personas, objetos y circunstancias.
         Otra de las características de su carácter humanista ha sido su intervención en muchos debates que afectaban a la sociedad entera, pero intervino no convirtiendo su narrativa en arma arrojadiza o panfletaria, sino como pensador, como ser que reflexiona y plantea cuestiones y formula preguntas, y ello por eso mismo que venimos diciendo, porque sentía una enorme preocupación por todo y ese todo estaba al servicio de los individuos que componen la sociedad.
         José Luis Sampedro ha muerto este mes de Abril. Lo queremos recordar en estas páginas no sólo porque estuviéramos en gran medida de acuerdo con sus planteamientos, incluso si no lo estuviéramos tendríamos que reconocer su sinceridad y su profundo humanismo. Como siempre, el mejor homenaje es leerle. Pero tampoco sobra que mostremos por él toda nuestra admiración y simpatía.

                                            ***
En Nevando en la Guinea no solo lamentamos la muerte, también celebramos la vida. Hace unas semanas, entre la polémica política y la baja estima hacia la familia real, le han otorgado a José Manuel Caballero Bonald el institucionalizado premio Cervantes. Es importante decir que Caballero Bonald no es solamente un poeta, buen poeta por cierto, es un magnífico novelista, ensayista e incluso articulista de algún diario. Pese a que el galardón otorgado no ha tenido ningún atisbo de reivindicación en su discurso de rigor, Caballero Bonald es un poeta elocuente, un novelista interesante que difiere de escritores del género en prosa lineales, artificiosos, e insustanciales, también es un gran intelectual que muchas veces ha hecho declaraciones ácidas y muy satíricas e irónicas, cabe decir que nunca sin perder su compromiso político y siempre con una visión objetiva de la situación que nos gobierna a todos. Desde aquí queremos hacer este breve homenaje hacia este otro escritor, y decimos escritor en toda regla perteneciente a la generación de la segunda mitad del siglo veinte, escritor que todavía tiene algo que decir en este siglo, siglo que está cambiando la forma en que se lee y la manera de expresarse.

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PERDONEN LAS MOLESTIAS
Por Cecilio Olivero Muñoz


PADRAZOS DANDO ABRAZOS

Volvéis del doctor de cabecera
empapelados de cansancio,
por que a vuestra hija
anginas le han diagnosticado,
vuestro cansancio
se vuelve retardo y letargo,
pues tenéis que comprar
esas caras medicinas
para que vuestra hija
(en paréntesis amargo)
reduzca el simulacro
de suplantar a sus toxinas
pues siempre sufre de algo
 para luego remediarlo,
en el coche vais los tres,
con vuestra pequeña tortura china,
vosotros sois suela que camina
 vuestro yo extenuado,
aparcáis el coche en una esquina,
 de ese, vuestro antiguo barrio,
hoy tuvisteis suerte,
siempre os toca caminar algo,
la vida os hace purpurina y pegatina,
hipocondría arrancada
de un programa de la radio,
parecéis un relicario
de vuestra propia luz con vitamina,
luego los nietos lloran
por ese parque de extrarradio,
vosotros por si acaso se lo dais
como aquel que da un abrazo,
remedio mejor que cualquier aspirina,
o algún sustitutivo que te mengüe
 algún grado, un grado,
nada más, o nada menos, que un grado
de agotada y exhausta rutina,
parecéis remediarlo,
padres de todas las cosas sois,
muy ocupados,
os convertís en nitroglicerina,
estalláis sin con nadie conversarlo,
os buscáis entre pamplinas,
 os entregáis
y os inclináis a la obediencia
generosos y obligados,
vuestra velocidad se os adivina
 de repente y sin mirarlo,
no sois solo un padre y una madre,
 sois El Verdadero Milagro,
que sin segregar apenas endorfinas
os apartáis
de la sed que da el bocado,
paraíso de sofá y ebrios de gasolina,
dulces mandarinas y buen calzado,
sueños que se fugan patizambos
por que la vecina os alucina,
os comparáis con derrotas de telediario.
Vuestra realidad de cafeína
os recomienda tomar la vida
 en descafeinado.


***

PADRES DE LA CALLE

Ella sola ha tenido un solo bebé
que le hizo un notas llamado José
y la madre de ella ni lo sabe,
al parecer la cosa parece grave,
pues en la droga los dos
patean latas por la calle,
José le da púa, le da coz,
es burro que no monta nadie
tomando su mazacote de arroz,
le hace el avión el miserable,
le da al basuco y todo le vale,
gramos de duda sin Dios,
dos y medio viviendo en un parque,
lo lava con la mano su madre,
el agua está fría, el frío es dolor,
suelta el agua que le vela
como queriendo calor del sol,
reproches como de telenovela,
pelean interpretando, dos niños son,
a ella en la calle el frío la pela,
él en su hombría no es culpable,
la culpa es toda de ella,
pues ella es mujer, ella la madre,
sin techo que los proteja,
el bebé pasa frío, y ellos hambre,
José en la droga se deja
la treta, la trepa, el equipaje,
ella aborrece a su pareja
y a veces llora lágrimas de sangre,
él llama bruja a su compañera,
ella parece hacer magia verdadera
en el fingir de poco importarle.


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La muerte del abuelo

         El abuelo murió la semana pasada. No por esperado pude evitar, al decírmelo mi madre, una punzada de dolor. Durante días esperábamos el desenlace fatal, aunque inevitable. Mi madre me telefoneó temprano.
O avô morreu.
         Le dije que iba de inmediato. En diez minutos llegaría a la casa familiar. Salí de mi edificio y al ver la luz primaveral de Lisboa recordé que a mi abuelo le gustaba sobre todo ese tono radiante del aire que poseía la ciudad entera y que le apasionaba durante todo el año, pero sobre todo en primavera, cuando el brillo alcanzaba un tono especial y parecía abrazar todo lo que se encontraba, las casas y las calles, los árboles y las farolas, a los paseantes de la, él mismo decía, mejor ciudad del mundo y sobre todo el agua del Tajo, que parecía alumbrar todavía más la atmósfera y todo lo que le rodeaba, como si el río se transformara a su paso por Lisboa en un espejo.
Aitatxi –murmuré y los ojos se me llenaron de lágrimas.
         Recordé que en Mayo iba a cumplir los cien años, nada menos. Bromeaba con ello. Unos días atrás, cuando aún mantenía la conciencia y no estaba tan aquejado por su enfermedad y por el cansancio, al notar nuestra poco disimulada tristeza por lo que iba a ocurrir, nos regañó con socarronería.
−¿Qué queréis, aguantarme mil años? Acabo de hacerme viejo, ya está. No hay más que hablar y no me pongáis esas caras de pena, que quiero morirme con algo de alegría.
         De hecho, pensé, esa había sido siempre su actitud ante la vida, una socarrona regañina que no impedía ocultar, por otro lado, la necesidad de mantener la alegría y el buen humor, incluso en las peores épocas de la existencia, que la realidad, nos repetía con frecuencia, no le iba a amargar los buenos momentos.
Intenté imaginar de nuevo cómo habría sido su vida antes de que yo naciera. Una y mil veces había contemplado las fotos, no muchas, que se habían reunido en casa y una y mil veces había escuchado sin cansarme nunca anécdotas e historias, muchas de ellas contadas directamente por él.
         Pero en ese instante, mientras avanzaba por las calles hacia su casa para verle por última vez, no pude concentrarme en ninguna anécdota o todas pasaban por mi cabeza al mismo tiempo. Vi a Afonso que al verme a punto de cruzar por delante de su café salió para interesarse por el abuelo.
O avô morreu –me adelanté a su interés más que evidente y sincero, lo sabía, al detenerme frente a él-, esta manhã.
         La pena se dibujó en su cara, siempre tan expresiva. Mi abuelo frecuentó el café de Afonso desde que llegó a Lisboa hacía setenta años, con poco más de veinte años. De hecho, decía siempre que el padre de Afonso, António, había sido el primer conocido y amigo que tuvo en la ciudad, y su local el primer comercio en el que estuvo nada más bajarse del tren y cuando ni siquiera había ido al hostal donde se alojaría para comenzar a buscarse casa y la vida.
No hablaba una palabra de portugués, pero contaba que mantuvo en aquel primer instante en Portugal una intensa conversación con el dueño del café y que éste, al saber las intenciones de aquel navarro un tanto excéntrico de quedarse en Lisboa, le dijo todo lo que era imprescindible para vivir en ella.
         Desde entonces acudía al local todas las mañanas, a veces también antes de comer, para tomarse un vino y seguir charlando con António, con quien mantuvo, creo, una única conversación ininterrumpida aunque escalonada, hasta la muerte de António, tras cincuentas años de amistad.
Muchas veces, de niño, yo les acompañaba los sábados y les escuchaba hablar, comentar los acontecimientos políticos que tanto les interesaba a ambos, y aunque se mantenían con más o menos convicción en la defensa de sus respectivas posiciones, se respetaron siempre y fueron buenos amigos. Mi abuelo era defensor del carlismo, que fue lo que le hizo salir de la España republicana y no volver tras la guerra porque no veía claro desde el principio el régimen de Franco de quien acabó directamente echando pestes, sobre todo al dar a los isabelinos el trono, y António era un comunista nada doctrinario.
Afonso me mostró todo su pesar. Me constaba su apreció y recordé que muchas veces se quedaba absorto junto a mí cuando el abuelo nos contaba historias de su Navarra natal, de las guerras carlistas y de seres mitológicos que habitaban los bosques del país. Yo ya estaba acostumbrado, pero Afonso ponía los ojos como platos cuando el abuelo soltaba parrafadas enteras en vasco, que yo apenas entendía por habérselas escuchado cientos de veces y haberme enseñado palabras y frases en aquel idioma, pero que a Afonso fascinaba por la sonoridad de la lengua y por el misterio que desprendía. Supe que años más tarde mi abuelo había actuado de consejero de Afonso para resolver sus cuitas y las angustias producto de la vida, como las llamaba él, y que también medió entre padre e hijo al brotar las naturales diferencias generacionales. Qué menos hacia sus amigos del alma.
Prometí a Afonso que le diría la hora del entierro y seguí mi camino no sin antes contemplar desde aquel rincón el Tajo, que se veía a cierta distancia. Allí, me contó mi abuelo, se quedaba siempre quieto y abstraído.
−Aquí me enamoré de Lisboa y de tu abuela –me confesó un día.
         Era una mañana de otoño. Unas nubes grises y amenazantes comenzaban a cubrir el cielo lisboeta. A él también le gustaba el otoño en la ciudad porque los colores y la luz se intensificaban todavía más. Tras salir del café de António, ascendió la cuesta hacia su casa y, como era costumbre, se quedó concentrado ante las vistas. En ese instante salió una muchacha de una tienda y, al decir del abuelo, pudo más la belleza en el rostro de ella que la belleza del Tajo y de Lisboa. El resto fue un proceso de seducción que, sospeché siempre, para el abuelo, imbuido de un repentino sentimiento poético, debió de resultar fácil, lo complicado vino después, al intentar convencer a la familia de la seriedad de aquel insólito español. Sin embargo, consiguió su empeño y se casó con la muchacha. Al fin y al cabo, soltaba socarrón, él no era castellano y no se aplicaba en él lo de ni buenos vientos ni buenos casamientos.
         Seguí mi camino rememorando las largas comidas de domingo en la casa de los abuelos. Le gustaba la comida portuguesa, que menos, pero algunos domingos, imbuido por la nostalgia de su tierra, se arremangaba y, sin dejar a nadie que entrara en la cocina, se encargaba él de preparar las viandas y ese día había un verdadero festín en el que el abuelo nos hablaba, además de disfrutar de los platos que nos había preparado, de espárragos, truchas, chistorras, pimientos, cochifritos, pochas, habas, estofados, quesos y tortas.
         Las sobremesas se alargaban hasta la anochecida y se imponía entonces, si no tronaba, un paseo hasta el Paseo de San Jorge, en otoño e invierno, o hasta los muelles y el Rocío, en primavera y verano.
         Torcí la esquina y vi el portal del edificio donde habitó el abuelo durante toda su vida lisboeta, aquel apartamento que considerábamos, y así la llamábamos todos, la casa familiar. Me acordé de las largas conversaciones con él en aquel enorme primer piso apacible y tranquilo, sus relatos cuando yo era niño y sus explicaciones sobre la historia de España que relataba sin cesar y también sobre lo que pasaba en el presente, de lo que siempre opinaba no exento de acierto y perspicacia. No ocultaba su emoción al hablarme de la Casa de Borbón-Parma y bromeaba sobre el exilio durante años, en Estoril, de los isabelinos, a los que no reconocía en absoluto, aunque hubiesen vivido a tiro de piedra. No obstante, aun cuando pareciera que se hubiese quedado en tradiciones sucesorias añejas y que a pocos interesaban ya en nuestros días, muchas de sus opiniones escandalizaban a los más conservadores y no pocas veces afirmaba rotundo y a todo aquel que se le acercara, viniera o no a cuento, que uno de los días más felices de su vida fue el veinticinco de abril del setenta y cuatro, cuando el ejército portugués dejó de matar a pobres africanos que bregaban con toda justeza por su libertad y se ocupó de darle una patada a lo dejado por Salazar, a ver si aprenden los soldados españoles, dicen que repitió durante más de un año para horror del embajador español que intentaba con él ganar adeptos hacia un régimen que, mal que bien, saltaba a la vista que iba a desaparecer de un modo u otro.
         Llegué al portal y abrí la puerta. Entré en el zaguán y sentí el frío de los mármoles. No encendí la luz, la penumbra me permitía ver la escalera. Me demoré un instante antes de subir el piso. Quería absorber aquel instante antes de la última visita. Apreciaba a mi abuelo, lo veneraba. Siempre me apoyó y me defendió cuando a mí también me tocó tener cuitas y angustias por la vida. Recordé sobre todo cuando me enfrenté a mi padre, en una de aquellas comidas de domingo, porque su yerno quería que yo estudiase derecho y a mí esos estudios no me atraían lo más mínimo. Mi padre insistía una y otra vez que aquella carrera era lo mejor para mí mientras que yo ponía pegas y acudía a mis aficiones literarias, por las letras en general, para plantear que tal vez fuera mejor para mí cursar Humanidades, algo que no parecía gustarle a mis padres. De pronto atronó la socarrona voz del abuelo.
−El Derecho es cosa de burgueses y mercachifles.
         Nos quedamos todos en silencio, mirándole. A todas luces la discusión quedó allí zanjada. Me miró y con la misma socarronería volvió a hablar, dirigiéndose hacia mí de modo categórico.
−Si es lo que quieres, estudiarás letras. Pero me has de prometer que vas a aprovechar tu tiempo y aprenderás lo máximo posible.
         Tragué saliva antes de responder que sí, que aprovecharía mi tiempo y aprendería todo lo posible. Me apoyó también cuando en el segundo curso decidí marchar a Madrid para continuar mis estudios de hispánicas.
Subí los escalones de dos en dos. Opté por llamar al timbre y no abrir la puerta con mis llaves. Fue mi madre quien me abrió, me sonrió y me dio un abrazo reconfortante. Entra, me dijo, ve a verlo –y me lo dijo en castellano, cuando ella casi nunca empleaba este idioma con nosotros, supuse que como homenaje, una forma de estar más cerca de su padre muerto. Crucé el apartamento donde ya habían llegado amigos y familiares. Entré en la habitación y lo vi estirado sobre la cama. Estaba pálido, como dormido. Alguien había colocado sobre la cabecera una bandera con la Cruz de Borgoña, como él había indicado más de una vez que se hiciera. Me acerqué a él, acaricié su mano.
Agur, Aitatxi, beti arte. Hasta siempre
         En la cocina me reuní como mis padres, mis hermanos y mi tía Ágata. Alrededor de la mesa no pudimos menos que rememorar con humor tantas, tantas anécdotas de un tiempo que no podíamos olvidar.

Juan A. Herrero Díez

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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Gonzalo Salesky


EN TU VOZ


En tu voz, las palabras son eternas.
En tu vientre, serás paz en mi rebaño.
En tus besos, fulgor y en el verano
mis hojas seguirán su recorrido.

Siempre estaré en tu voz
y en las mañanas,
tendré en mis manos
todos nuestros anhelos.

TANTA CULPA


En un espectro perdido
veo al pasado
atenazando mi conciencia.

En tu voz
dormida y en silencio,
escucho los fantasmas,
la pasión.

Y en cada llanto fugaz,
bebo tus lágrimas.
No dejes que el otoño se desangre
entre tanto esplendor y tanta culpa.

MENSAJEROS DEL OLVIDO


Todavía están los perros
merodeando mi súplica,
saboreando mis restos.
Soñando con mi sangre,
oliéndola en silencio,
nadando entre las lágrimas,
bebiéndolas.

Cómplices del mar y la soberbia,
no pueden sentir culpa.
Sólo son mensajeros del olvido.

Los caminos se estrechan,
los párpados se cierran.
Comparo mis fantasmas
con obras del silencio.

Allí, en cada penumbra,
no alumbra la nostalgia ni el talento.
Sólo en la ilusión de aquel pasado
sigue la aurora, jugando con el viento.

FINGIENDO ESTRELLAS


Si alguna vez me fui,
hoy estoy lejos.
Si alguna vez mentí,
no tengo nada.
Si alguna vez dejé de amar,
estoy perdido.
Me voy despierto,
si alguna vez soñé soñar,
soñar tus sueños.

Lo sé, porque no soy heridas.
Lo sé y no soy mis cicatrices.
Aunque la tarde siga fingiendo estrellas
sé que allí hay mucho más, aunque sean grises.

TAL COMO ES


Aún están
enteros
tus sueños.
Quizá tu voz
se aleje de repente.

Tu sombra sigue,
sin mí,
y en esa escarcha,
veo tu alma
tal como fue.

Vives aquí
junto a toda la nostalgia.
Me abandonaste
junto a un pequeño arrullo.

Sé que de noche
esperas por mis pasos.
Sálvame,
tu piel es la culpable de mi sangre.

Despierta de una vez
de toda tu penumbra,
todo será inmortal
por la mañana.

ABRIR HERIDAS


Mis fragmentos de memoria piden alas,
quieren que te acompañe
hacia el vuelo final, sin sentir vértigo.

Debes saber
qué triste es la mentira cuando calla,
qué ausente es la verdad que no libera.
Cómo bate las alas el silencio
cuando es mejor callar que abrir heridas.

FARO


Como un faro en medio del desierto,
una coartada imperfecta.
Una lágrima dulce,
un buen secreto.
Mi oración o tus plegarias
en el límite salvaje de lo inútil.

Tu espíritu soñando con mi aliento
y el párrafo perdido en tu memoria.
No queda aquí otra cosa que tormentas
en aquel faro, en medio del desierto.

REFLEJO


Otra vez
me permito soñar
con otro rumbo,
lejos de mis prisiones.
Se acerca el fin,
no valdré la pena
si sigo reflejándome en tu espalda.

Todos están malditos,
y tengo que alejarme
porque el miedo no espera.
Las estaciones de tren,
los postes viejos
siguen retrocediendo cada día.

En mi despedida,
no habrá flores.
Sólo el viento
arrullará tus pasos.
En aquel día,
no habrá lágrimas,
tan sólo melodías en colores.
Perdida en la llanura,
serás un día más hacia la noche.

Espero en el limbo,
sin trompetas ni máscaras.
Sin llaves,
sin suspiros,
sin dolor.

Espero demasiado
lo que no esperé nunca.
Espero ciego,
sin saber lo que sueño.

Espero el día
en que todo sea negro
y pueda ver tu alma
tal como fue alguna vez.


SOMBRAS Y OTOÑO


Las sombras y el otoño serán piel en tus huesos.
Tendré una copa de vino en la batalla,
un sombrero por cada pensamiento.
Una sonrisa inútil que nadie más verá
porque voy solo, navegando en tus lágrimas.

¿Para qué seguir callando? Una verdad
se ocultará en la cruz de tus ojos.
No podrás jugar con tu sonrisa,
mi vida no te espera. No podrás.

Poemas ausentes
me llevan de la mano a mi temor,
a aquella fortaleza del comienzo.

Daré gracias que no siento,
devolveré mis sueños a la aurora
porque ya no tengo nada.
Nada,
porque el rebaño se ha ido.
Porque las flores me encuentran
desde arriba, perdiendo mi reflejo.


UN POCO MENOS


Salva tu piel de toda aquella angustia,
deja que el árbol suene y traiga piedras.
Tira del mar, que pronto habrá un desierto
y en tu refugio, cansado, estaré alerta.
Trataré de soñar un poco menos
si me abandonas y dejas tu maleta.

Como el dictado invisible de un poema,
como el tejido sangrante de una mueca,
prefiero ser la voz que te acaricia
aunque disfrace el dolor de un alma inquieta.

Afuera, la lluvia se ha llevado
por siempre lejos, las noches y la angustia
de saber que nada es fácil, de saber
que todo muere, que todo se marchita.

DUDAS


Madera fútil,
ceniza de la aurora.
Pasado atroz
que anuncia tus preguntas.
Pienso que el viento sabrá de lo que hablamos
y en esa escarcha, en tu voz, verás mis dudas:
¿Por qué tu Dios disimula un presagio?
¿Por qué el fulgor precede a la derrota?
¿Me invitarás a salir de mi encierro?
Cuerpos sin manos me esperan y, de a poco,
entierran lo que queda de mi boca.



DESDE ADENTRO


Desde adentro,
respirando profundo
porque el aire es poco,
el cielo no es azul y cada noche...
cada noche es más larga que la noche.

Sueño con verte otra vez,
con ver la luna
que desde aquí no sonríe.
Sueño que un día
volveré a encontrar viejos caminos,
un nuevo hogar, una nueva esperanza:
poder valerme de mis manos,
de mis sueños.

Miro mis pasos hasta aquí
y, desde adentro,
siento que el alma se me escapa,
que puedo volar cada vez más alto.
Que falta poco para ver la luz del sol
y mi futuro, hecho presente,
entre tus brazos.

DESIERTO Y CICATRICES


Esta noche perfumarás mis sueños,
esta noche me fundiré en tus brazos.
Fui tanto tiempo desierto y cicatrices...
Espero ser oasis, primavera,
puesta de sol. Dejar de ser naufragio.

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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Francisco Jesús Muñoz Soler


RECONOCIMIENTO A UN SER QUE VIVE Y VIVIRÁ
ENTRE NOSOTROS
                                                     La voz del poeta se quebró
                                                      sus ojos casi ciegos se humedecieron
                                                      todo había valido la pena
                                                      ahora que presiente el final de su vida.
Jorge Luis Borges el poeta
que embargado por la emoción
emanó lágrimas de gratitud de sus ojos
casi ciegos en el momento de expresar
con su voz trémula que su vida
había tenido sentido porque su ser
su poesía ha arraigado en los corazones
de sus semejantes
se sentía realizado al recibir él
solitario poeta en el último trazado
de su existencia la confirmación
de haber cumplido su objetivo como hombre
a pesar de tu solitaria existencia
siempre estarás acompañando
a tus semejantes a través de los tiempos,
ese era tu destino Jorge Luis Borges,
poeta.


CONCLUSIONES DE UNA VIDA SANTA DEL MEDIEVO

  Amar la vida sin temor, amar a nuestros semejantes,
   Amarnos a nosotros mismos, es amar a Dios.
-I-
Lo dice la leyenda, lo escribió Don Gonzalo,
que hubo un santo en las Españas
de nombre Santo Domingo natural de Cañas
mas adoptivo de Silos donde lució su halo,
de infante graves sentencias tomaba
para el cuerpo creyendo que así se suministraba
la gracia de Dios pues de la vida dada desconfiaba
porque en ella veía al demonio que le rondaba,
la vida con sus prójimos le tenía aterrorizado
porque si en él pecara otro se sentía culpado,
temeroso de Dios prefería vivir apartado
desdeñando el amor de los hombres por ser pecado,
acumulaba sufrimientos, su cuerpo marchitaba
renunciando a los dones que la vida le otorgaba
así creía servir al Señor al que tanto amaba
cuanto más dolor hallaba, más santidad lograba,
más entendió que había seres que debían ser ayudados
pues en esta vida hay muchos desgraciados
que sufren flagelaciones y merecen ser amados
y ayudó a sus semejantes sin descanso como buenos heredados.

-II-
Heredados de una vida que hay que vivirla
en la que es tan gratificante el amor cristiano
porque nos une como verdaderos hermanos
pero donde los yugos y las mordazas envilecen las almas,

porque en Dios que tanto nos ama
no busquemos nunca castigo que el temor
es un arma arrojadiza contra su comprensión
que mayor dolor que causar miedo con el amor celestial.

Vivamos la vida, amemos como hermanos,
sintamos por nuestros poros la vida
queriéndola, buscándola, soñando con ella
porque nos la ha dado Dios como seres humanos.




CARTA A CÁNDIDO DE VOLTAIRE

Cándido a ti que naciste en un paraíso de Wesfalia
que fuiste apartado de el
por conocer los olores del amor
correspondido de Cunegunda, flor inocente,
a ti, que te cubrieron con uniforme
por la fuerza de unos grillos
y por creerte el privilegio
de tu libre albedrío cual animal eres
te fustigaron a baquetazos generosamente
y al pedir la muerte hallaste clemencia
de un soberano que cuidaba celosamente
de ser justo con sus vasallos que mueren en batallas
llenas de heroicas matanzas engalanadas
por los cánticos del Te-deum, incendios,
muchachas tomadas por héroes y saqueos.

A ti, que sobreviviste a las desventuras
de tempestades, naufragios, terremotos
y al sambenito en un auto de fe cristiana
donde te azotaron en cadencia con los cantos,
a ti, que mataste a pesar de tu condición
amable y apacible
por la ex flor inocente Cunegunda
y por salvar tu vida de manos de un inquisidor,
a ti, que huyendo del derecho público
a la justicia de los hombres cruzaste
el océano Atlántico hasta donde te siguieron
razón que te separó de tu flor silvestre.

Te refugiaste en el Paraguay de los padres
jesuitas, nobles gobernadores y celosos
guardianes de los bienes de Dios
en la tierra y de sus hijos a su libre entender,
de donde huiste bajo el ropón
de un reverendísimo padre coronel
que atravesaste hasta la guarnición
llevándote el olor de su noble sangre,
a ti, que gozaste el vivir del Dorado
donde se entonan solemnes alabanzas
en reverencia al Señor en armonía
lejos de hogueras, auto represiones y miedos,
donde existen inmensos edificios públicos
y carecen de tribunales de justicia
cárceles y establecimientos correctivos
para la moral de las personas,
a ti, que abandonaste el Dorado por la desmedida
ambición de ser más opulento que todos los reyes
esperando así tener la seguridad de no temer
a inquisidores y rescatar a Cunegunda,
a ti, que perdiste tu fabulosa fortuna
entre engaños de los hombres de mundo
y tu extremada y dulce ingenuidad
más te viste con tu idolatrada Cunegunda casado,
dime ahora que gozas acompañado
de tus seres queridos y cultivas la tierra
alejado del fastidio, el vicio y la necesidad
¿qué debe hacer para ser feliz,  un hombre como yo?



LOS HUMANOS

La humanidad busca el porqué de su singular existencia
y espera que su voz esa que no calla ni en sueños
no se apague después de esta vida tediosa y desplazada
del eje que trata de equilibrar sin éxito
aunque pone todo su tesón e ilusión amanece
con el mismo desasosiego con que el ocaso
del día anterior le dio las buenas noches
y con la misma amargura con la que ve irse el amor
en destellos de gestos, miradas y pensamientos hacia la muerte
donde espera que su voz, incansable y única
tenga la resonancia y la verdad que le negaron
en su ambigua e impuesta existencia humana
a él, ese ser único que lleno de sentimientos
que igual que su voz espera amanezcan
después de su muerte física, esa que ve en otros
y le parece ajena, esa que sesgará su vida
y tal vez su voz….





MONOTONÍA RAMPLONA Y VACUA Y RABIA CONTENIDA
La verdadera infelicidad viene cuando no se tiene ninguna esperanza
          y entonces de nada sirve estar bien y no necesitar nada.
                                                Alberto Moravia
Por las noches al acostarme
no siento ninguna ilusión
ni tengo ningún deseo inmediato.
Me levanto ahíto de dormir
no de soñar, pero sí de postrar
mi cuerpo en un no vivir
de mi espíritu envuelto en tinieblas
de ensueños borrosos y lánguidos,
mis días rezuman pensamientos ramplones y vacuos,
y mi vida monotonía en su continente
encadenado al carro de la vida
deslizándome con el por el tubo
del tiempo voy contando las ranuras
por donde atisbo luz del mundo
soñado, del que pudo y puede ser,
del que repele el convencionalismo,
la monotonía, el tedio, el interés,
el egoísmo, la represión y el cinismo.
Mis días pasan inconsecuentes
sin el más mínimo alarde de importancia
con el más absoluto desinterés
en la más repugnante de las indiferencias.
Sólo queda un poco de esperanza
para llenar mis pensamientos
y una rabia contenida
que oprime mi pecho.





LA JUSTICIA  ACABA DONDE EMPIEZA EL PODER

                            La justicia acaba donde empieza el poder.
                           (sensación que experimentó el pueblo romano
                             durante la dictadura de Sila, 84 a.d. Cristo)
Si el destino de un hombre va asido
a la voluntad o capricho de terceros
que utilizan para su mayor provecho
qué será sin duda la penuria
del necesitado, de poco valdrán
sus ingenios, esfuerzos y sudores
porque sus necesidad ha sido dada
precisamente por el mayor poder
de sus segundos y terceros semejantes
que se la han creado para acrecentar
la base de su privilegiada situación social
esa que ha de mantener a costa del hombre
más débil en la sociedad que ellos
regentan y que no cesaran de expoliar.
El hombre ese animal evolutivo
ojalá se dirija hacia la vía
que desemboca en el sendero
donde el poder pierde su trascendencia
y donde esa maraña de normas
represivas del hombre hacia el hombre
que perpetua su propio cáncer
deje de representar a la justicia.


BUSCO  UNA RESPUESTA

La muerte, la vida, la sombra, la luz, lo irreversible.
Ilusión de vida es la fecundidad de las madres.
He conocido en unos días a dos ángeles
de madres abatidas por el irreductible cáncer
viajaran inmediatamente hacia la muerte
dejando el germen de sus vientres en su estación más celeste
en la más ingenua de las etapas de la vida de los hombres
en la infancia, más dolidas por la separación inevitable
de sus hijos, más preocupadas por las atenciones
que ellos necesitaran en el peregrinar ineludible
de sus existencias terrenas que por el dolor persistente
e irresistible con que la cruel enfermedad absorbe sus fuerzas.
Quisiera tener la lucidez para decirles a esas madres
que saben su destino cercano e inamovible
la razón por la cual ellas
en plenitud de su amor hacia sus hijos
dejarán este mundo,
cuando la flor de sus vidas tenían el talle lozano y esbelto
y sus pétalos tienen guardados aún sus mejores perfumes.

Yo no tengo la respuesta a esa sinrazón:
quisiera que mi mente se acercara a mi fe
aunque fuera solo un instante y poder explicarles y explicarme
el porqué la muerte llega de una forma tan cruel
e inoportuna a los corazones benditos de las madres
y por qué sus tiernos hijos serán padres/madres
habiendo crecido sin el cariño que nunca debieron perder.

La vida, la muerte, la luz, la sombra, lo inexplicable.

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NUEVOS POEMAS
Por Rachid Boussad

Azucena inmaculada y rocío dolorido

Tu pénsil sabe a albahaca y hierbabuena,
Y tu fragancia huele a flores amadas.
Éstas nos hacen cómplices amadores.
La mariposa de tu rostro encendido,
Una promesa de placeres tan deseados.

¡Qué paisaje tan bien afiligranado!
Es más que un acto de fe,
Un don del Demiurgo Justiciero.

Tu pénsil, un poema tan sentido.
Tu fragancia, un verso,
Sí, un verso amadamente compuesto
Para que en ti me mire
Y conmigo mismo me rime.

¡Oh flor gauchesca, indomeñable e inmarcesible!
T me mueres de azucena inmaculada,
Y me arrobas con tu rocío afligido. 


El néctar ponzoñoso de tu pasión
                     De la contemplación
                         Nace la rosa;
De la contemplación, el naranjo
                          Y el laurel:
TÚ Y YO del beso aquel.Tú y yo del beso aquél”.
                    Miguel Hernández

¿Cuántos campos de recuerdos
Te guardas del ósculo aquél,
Socorrido por alambradas, ejércitos
Y ametralladoras?

Y entre mis amorosos navajazos,
Te derretías cual rocío,
Rocío entre las densas arboledas,
Agredido por los colmillos del sol.

¡Ay princesa de los siglos y sus siluetas!
¿De qué sombras, de qué estrellas,
Amapola y gloria de verano,
Te olvidas y te escapas?

¡Oh, planta sagrada! ¡Ven a mí!
Déjame regar mi cráter vulnerable
Con aquel néctar
De fuegos salvajes. 










! Ven a navegarnos!
                   A Majda Meskrot

¡Ven a navegarnos esta tarde a mi puerto!
El capitán está dormido, 
Y de la jornada muy agotadora, 
Los marineros, tremendamente fatigados. 

¡Ven a hundirnos un poco!
Quizá esta noche sea mi consuelo
De viejas canciones tediosas,
Y de la tristura de estelas imborrables. 

¡Ven a llovernos!
¡Ven a florecernos!
¡Ven a germinarnos leyendas!;
Leyendas de primavera sin otoño.

¡Ven a navegarnos a mi puerto!
Ya los párpados de esta tarde 
Acarician tímidamente los pómulos de mi silencio,
Y me sintetizan en palabras. 

¡Ven a navegarnos esta tarde!
De mucho tiempo el viento no dispone
Para que nos reúna, 
Y el vacio nos lo llene.

¡Ven!, ¡ navega en mí!
Pues, mi amante puerto anhela:
tu preciosa bengala mirar,
Y tu misteriosa sirena escuchar.


El cenzontle embalsamado

Te fuiste de un reflejo,
Dejando en mi ojo
Desdichas a manojo.
En aquellos ayeres memoriosos,
Tu presencia desvanecióse,
Y así de lánguidos se quedaron
Mi cenzontle y mi caverna,
 L
A
G
R
I
M
E
A
N
D o sus hoyes jubilados sin tiempo.
y allí en el pecho,
Pervive afónico el canto
Y SE R E V U E L C A implícitamente
En mañanas prisioneras aún
 En las garras decididas de la medianoche.

¡Oh Majakech, palmera frondosa!
Ten por bien sabido
Que la luz me habita
Pero de espaldas;
Que tu presencia se olvida
Mas intensifica tu existir,
Y tan solo la Luz Inigualable,
Y altamente calificada,
 Es mi único elixir.                                   
                                      Madrid, 2012             


El arpa de sueños suicidas
                          A Majda Meskrot

En las membranas de mi corazón 
dolor hay en cada palpitación
Y en todos los ángulos de mi mente 
efigie suspendida en cada instante. . 

(Ardiente, ardiente, 
cual picadura de la serpiente). 

En mi corazón fontanoso 
dolor venenoso 
donde fluyen mares 
de pesares y sinsabores.
En las aceras del tiempo
Y los balcones de mi pasatiempo
Recuerdo en mi mente 
dolor tan punzante.  

! Ay del arpa que fatigas mi amante mente, 
y que los himnos de mi alborada extenúas a cada instante
Y sin átomo de compasión,  
tus colmillos clavas en mi exangüe corazón.

En las membranas de mi corazón 
dolor hay en cada palpitación
Y en todos los ángulos de mi mente 
efigie suspendida en cada instante.         

Alhajas de primavera
                      A Majda Meskrot

Las hojas de otoño
Se curvan hacia abajo,
Y se suicidan a regañadientes.
Los recuerdos de antaño
Encandecen los filamentos,
Los filamentos de mi memoria.

El cielo desnudo
Encanece lúgubremente
El paisaje arropado
Por mis soledades crónicas,
Aislamientos depresivos,
Y ostracismos vistosos e invisibles…

Aunque parezca cierto,
La brisa de alguna ribera,
Pronto reverdece el campo
Y me hablará confidencialmente:
¡Despierta tu plantío,
Es un milagro abierto,
Ya llega la tan esperada primavera!






El Hoyo y yo

¡Qué poema tan libre eres tú!
Libres somos tú y yo.
Oum Er- Rbia”, tu verso
Yo, tu fiel conejillo, buscón;
Tahúr y vagamundo.

En la Cueva del Bohemio
Te canto y te cuento,
A bombo y platillo.
Te miro, te admiro y te rimo
A solas, y las estrellas se sustentan como testigo,
Y aun desde lejos, desde muy lejos
La Roca del Gigante además.

Dime, ladrona de vidas, di
¿! Cuándo te me adentras!?
¡Yo qué sé!
¿!Cómo formas parte de mi,
Y a qué confines infinitos me llevas!?
Las vidas me robas,
Y el alma entera me arrobas.

Dime, ladrona de anhelos, di
¡Cuéntame tus andares, tus lejanías!
¿Por qué en tus cipreses?
¿Por qué encinas, y eucaliptos?
Escucho yo tu mutismo,
Tu mutismo cómplice y sensato.
¿Por qué motivo les pones candados de plomo
A tus oídos?

Dime, ladrona de vidas y anhelos, di
¿!Te enorgullecen este regimiento,
Esta brigada de monos,
Que de tus altos y gigantes cedros frondosos,
Baja con gestos y gimnasias
A gozar de la limosna del turista perezoso!?.






En tus montañas, éstas que te abrigan
Hay una leyenda que alucina y no engaña.

En tus lagos abondosos,
De aguas diáfanas y luciérnagas,
Hay un manantial de secretos que fascina.

¡Qué pera tan fresca eres tú!
Fresca como una lechuga,
Y mermelada rojo carmesí
(Eso pienso yo).
¡Qué poema tan libre eres!
Libres somos tú y yo
Pero, cuando de noche,
Paseando y los perros por compañía,
Mi pobre corazón y aliento,
Inseguros y sin tarjeta,
Bien seguro de bruces caerán
En algunos de tus hoyos;
Hoyos indeseables y sin luces.
Y el temor de que la cordillera despiadada
Me delate a algún verdugo
De aspecto un tanto excéntrico,
Algún guardia imbécil indeseable y sin luces
                    Khénifra, 2011


Tacita de plata

                    A Majda Meskrot

Cádiz es más que un espacio geográfico, 
Es arte y parte ingente en mi vida.
Aquí he dibujado una hoja de ruta idílica.
¡Ay, Cádiz, Cádiz,
Cómo te tengo en alta estima!
Tu recordar en mi revive 
Las fisuras del espejo de un pretérito; 
Pretérito idílico esculpido
En estos remiendos viejos
Que en mi alma enamorada llevo.
                                         Cádiz, 2010.


   Deliquio
              A Majda Meskrot

Al son y al tono del Destino,
-Grandiosa obra etérea-
Bella muchacha surgiste.
Con amor acendrado,
Proyectaste tu luz verde
Sobre mi cansado cuerpo.
Fieros combates, luchas encarnizadas
Y sombras sonoras
Erraban sin ponientes y sin levantes;
Y constantes inquietudes
Yacían en un ponto;
Un ponto de mutismo amador.

Al son y al tono del Destino,
-Grandiosa obra etérea-
Bella muchacha surgiste.
¡A Dios doy gracias…
…Gracias sean a Dios!






     Tedio
           A Maily Esparza

El sol se despidió a regañadientes.
La luna, con tono imperioso, se impuso.
Dios sujetó el sol y la luna,
Prosiguiendo los dos su curso,
Hacia un término fijo.

Algunas facciones recientes
De una transeúnte tan inocente y decente;
Dulce compañía me hicieron.
Con tiritas de su ternura,
Tapó las brechas de mi tristura.

Entre el ayer y el hoy
Pocas sonrisas,
Mucha simulación,
Y demasiado tedio.
¿Por qué tu Edén mandó recluirme
En este Erebo de claras tinieblas?


     La calma y la tormenta
                               A Majda Meskrot

En el café Ouzoud estoy.
¡Qué calor tan vengativo!
Lejos de ti, algo soy:
Erebo pasional, o Edén fugitivo…

Una errante brisa de brasa
Las mejillas de mi memoria
Acarició tímidamente,
Sacudiendo terriblemente
El ponto aletargado
De mi amor desmesurado.







Pénsil eras tú
           A Majda Meskrot

Yo antes con alma de poeta,
Deponía que pénsil ignoto eras tú;
De flores impolutas perlado,
Y de suntuosas fragancias pululado…

Mas ora, determiné
Tus flores traicioneras,
Y tus espurias fragancias.

¡Qué desazón sin tregua!
Yo antes te veía vistosa.
Ahora, viciosa,
Porque flores de tu pénsil
Algunos olieron y cortaron.


El día catorce de febrero
                  A Zaki
El día catorce de febrero
Fecha de mucho esmero.
Estado de zozobra
El verbo sobra.
Razón murrio
Corazón amatorio. 
Ingente esfuerzo hago
Este día radiante y de órdago.
Buscar no me canso
Regalarte demasiado pienso: 
¿! Una rosita!?
Mas marchita. 
¿! La vida!?
Mas es ida. 
¿!El sol del amanecer,
o tal vez, la luna del anochecer!?.

Mi Esperanza te regalo eterna,
Es mi lengua sempiterna. 
Con ella mi querer inconmensurable,
De tu amor se nutre incansable. 


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EL GRAN BORIS GOLD
CON SUS NUEVOS TEXTOS

LOS ORGASMOS VAN AL CIELO

Peno por aquellos
sedientos de guerras,
que tan solo piensan
en matar, nada más,
lo digo y lo confirmo
que un buen orgasmo,
es la gran cruzada
a la ansiada...paz.

Sentirán que la vida
tendrá otro sentido,
cambiarán las formas
de ver y razonar,
hagan caso de esto
fruto de experiencias,
súbete a un orgasmo
y después...a volar.

No hay academias
que nos dé diplomas,
ni gente que diga
que poses usar,
tu cierra los ojos
métete en la cosa,
apunta con ansias
y déjate...llevar.

                                                 Que jamás las armas
tengan voz ni voto,
el amor tan solo
es la gran verdad,
si el flaco mimoso
empuja adelante,
es un bien valioso
que hay...que cuidar.

A veces me pregunto
donde se refugian,
todos los orgasmos
después de gozar,
yo creo que ellos
se van hacia el cielo,
cuidados por ángeles
que saben...de amar.

Estas son ideas
de un viejo guerrero,
que con gran cariño
lo quiere homenajear,
a ese que me ofrece
orgasmos de ensueño,
por eso mi flaco
será...eternidad.


***

Mi humilde homenaje a los anónimos “hacedores de milagros”
Al doctor Adrián Gold y a todo el equipo de terapia intensiva del hospital RAMOS MEJÍA
“HOSPITAL PÚBLICO”
Son las dos de la mañana...o las tres, a quién le puede importar, aquí el tiempo es parte integrante del inventario, los médicos de guardia haciendo su habitual recorrido, siempre acompañados por alguna abnegada enfermera, ángeles guardianes haciendo milagros, uno de ellos: que estos sufrientes seres puedan recuperarse y salir al ruedo nuevamente.  La habitación en penumbra, se vislumbra una silueta acostada, una sombra alta con la cual pareciera hablar el ocupante de ese habitáculo, sería por demás interesante saber que le estará platicando.
Cuando la vista se va acostumbrando a la oscuridad, uno se sorprende al darse cuenta que la susodicha sombra, es un tubo de oxígeno que a su vez soporta una sonda de plástico, perdiéndose en las fosas nasales del paciente, ¿quién es? ¿porque está allí?¿qué le pasa?.
El nombre del individuo ¿a quién le importa? Solamente a los médicos, que pasan a ser para ellos algo así como Dios (pues esperan el milagro de salvarlos de sus males). Esto es algo personal entre él y la “parca” que siempre espera a algún “cliente” este es el pedazo de vida que la está peleando , ¿su vida? bueno, de alguna manera debemos llamar a esos ojos sin luz y a ese respirar como auto que le falla un cilindro.
Me interesé por él en particular y me dijeron: “ES EL DE LA CAMA NUEVE DE TERAPIA INTENSIVA, aferrado a la existencia gracias a un respirador, gambeteando la muerte en un desigual combate, que nadie sabe como terminará, que destino cruel para alguien que es simplemente ¡UN SER HUMANO!.
Mientras observo esa figura inerte, me pasan por la cabeza infinidad de pasajes que muy bien podrían ser la de ese hombre: un hogar, esposa, hijos, problemas cotidianos, tal vez un jefe que pretende lo que no puede ser, al fin de cuentas...cosas que nos pasan a la mayoría de los mortales, ¿sabremos entender que es diferente?, es el anónimo propietario de su bien más querido: LA CAMA NUEVE.
Me quedé escuchando el tic tac de un reloj, que va desgranando las horas que le faltan para despegarse de ese aparato, que ya parece un apéndice natural de su cara, o las que le faltan para irse a morir al cruel cemento de la ciudad.
Fue pasando el tiempo y un día cualquiera en que a bordo de mi automóvil, realizaba mis tareas habituales ,sucedió algo que también ya es por demás cotidiano, un piquete de gente protestando me obliga a desviarme de mi camino y en ese trajinar en busca de una salida, desemboco en la calle .Urquiza a dos cuadras del hospital y me dije: ¿qué será de la vida de ese internado? y hacia allí me fui..
Observé la marea de gente dirigiéndose a los distintos consultorios, en fin, lo de siempre, me introduzco en el edificio y a lo lejos lo veo con un bagallito de ropas en las manos, lo seguí hasta la recepción donde un joven con un libraco enorme frente suyo,  estaba preparado a escribir los datos del paciente que se iba de alta y alcancé a escuchar lo siguiente: ¿nombre? CAMA NUEVE DE TERAPIA, ¿apellido?.RAMOS MEJÍA.
Mientras se perdía en esa serpenteante aglomeración de seres que buscan la salida, como si allí estuviese esperando alguien para decirles: ya todo pasó, ahora salgan a disfrutar.
Pero desgraciadamente el destino es el que mezcla las cartas y decide quién va al cielo…o al infierno.
El que lo iría a recibir son los brazos de una  gran ciudad , que al no tener corazón no se conduele con nadie, menos con él…SIMPLEMENTE UN PARIA.
En tanto, yo notaba que la vista se me nublaba cada vez más, era un cúmulo de lágrimas que pugnaba por salir de mis ojos y no hacía nada para contenerlas...
“ME HACÍA MUY BIEN DESPRENDERME DE ELLAS”                        
Boris Gold

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SELECCIÓN DE POEMAS
Por Ana Romano

Intermediario

Perforan escondites
los astronautas
¿qué sostienen los débiles
en su tribulación?

El poema los enlaza
en versos
que obsequia
al lector.


Escoriación

Fragmentan
dormidas

Acordonan
antiguos

Y la realidad
¿qué despide?

Es en el ahora
que naufraga
la voluntad

Glotón
el sopapo
zurce
los instintos

¿Y la cabriola
dónde
espolea?


Escape

En busca de pruebas
quebrada
descalza es
que camino


En silencio
corren


El frío
es
precipitándose


¿Qué esconde
-aun sabiendo dónde-
la pena?


Elevación

Como notas
resbalan
barriletes

Un crisol

Y  es que flotan
 los cuerpos.

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POEMAS SELECTOS
Por Rolando Revagliatti

“The adventures of Baron Munchausen”

Airearse de Quijote
mecerse con arañas
telón que decapitas
después
pero también durante
el tic-tac de la arena
de nuestros relojes
(y en trance de sultán
tanta pasión
el oro)
aletargados
por la Infausta y su Tradición
de consistencia incuestionable

¡Mi reino por mis funciones!
Bucéfalo, ¿me hallas acaso
abandonándote?

“The adventures of Baron Munchausen” (“Las aventuras del Barón Munchausen”), filme dirigido por Terry Gilliam.


Divina


Divina

Para el gran público
fue un éxito

Divina

Para los críticos
el filme abusaba

Divina

En la trama
el Maldito se consumía
odiándola

Divina

Ese Maldito
la odiaba
y la odiaba

Divina

Y apuraba el vino
añejo de su odio

Divina

No sería suya
Divina.

“Down by law”


Apuntan muertos

desde encierros
y repugnantes
encerronas

Apuntan fugados

al halo
de la justicia

Apuntan canes

a parias
naden y fuguen

o no naden.

“Down by law” (“Bajo el peso de la ley”), filme dirigido por Jim Jarmusch.


“Amantes”


Rompan filas
rompan cirios
rompan trenzas

rompan Victorias
rompan derrotas
rompan guarradas

rompan Arbolitos de la Navidad
rompan Trinis
rompan Nochebuenas

rompan frentes
rompan Santas Pascuas
rompan
       El Cuento del Novio.

“Amantes”, filme dirigido por Vicente Aranda.


“Gothic”


Realizo al poeta
sobre la agitación de las alas
del pajarraco que se lanza
a los relámpagos

Realizo al poeta
en el pajarraco de los fogonazos

Realizo al relámpago.

“Gothic”, filme dirigido por Ken Russell.


“Naked tango”


Guapo túnel
de contraluces colorados
consuma el florilegio

Guarda la debida memoria
y el Cholo no la mata

Vendas para el artificio:
mis testículos.

“Naked tango” (“Tango desnudo”), filme dirigido por Leonard Schrader.


“Roseland”


No te duermas
en los espejos

Confluye

Huérfanos
los zapatos
en la pista

En el cielo
los pies
danzaban como números.

“Roseland”, filme dirigido por James Ivory.


“Mr. and Mrs. Bridge”


La vida sirve

La vida sirve
aun cuando cimbra

La vida sirve
a fines desproporcionados

Se nos queda
desproporcionándonos.

“Mr. and Mrs. Bridge” (“Señor y señora Bridge”), filme dirigido por James Ivory.


“Let him have it”


Ahora mismo
es ahora cuando lo hacen
con nuestro hijo
y hermano

Ahora mismo
mientras
       nos abrazamos

Es también ahora
cuando ellos
             son eficaces

Funcionarios
deciden y lo hacen

Ahora mismo ratifican:
lo están
       ahorcando.

“Let him have it” (“La muerte cumple condena”), filme dirigido por Peter Medak.


“Zabriskie Point”


A la parrilla modernista
las cadenas de mandos

En las parrillas modernistas
ni horizonte

Los bronces
de la inmortalidad

A la parrilla
le han explotado los desiertos

Y mañana serán
restos los hombres

Vuelan los explotados
y alucina (dinamita)
una chica.

“Zabriskie point”, filme dirigido por Michelangelo Antonioni.


“Passion fish”


Usted baila, ríe, llora
eso sí
a riesgo del mundo real

Yo revelo mis fotos, perduro
sobre las ruedas de mi silla
al fin
        apasionadas

¿Logrará usted que vuelva yo a lograr?
¿Cómo es así lograr?
¿Lograré yo que usted me necesite?

“Passion fish” (“Escrito en el agua”), filme dirigido por John Sayles.


“La double vie de Veronique”


El anillo y el ojo
y las coordenadas

Primera persona del remolino
que desfallece

Segunda persona de la culminación
de las campanas

Se corta por la voluptuosidad
su electrocardiograma
y por lo más delgado

A mí recurren los reflejos

La otra es ardua
cuando río
en mi madera.

“La double vie de Veronique” (“La doble vida de Verónika”), filme dirigido por Krzysztof Kieslowski.

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EL MARAVILLOSO SONETISTA
Rodolfo Leiro

LITURGIAS

Yo abrevé en la liturgia soberana
entre duelos, crespones, desafíos,
enfrenté los fracasos y desvíos
trizando en el cristal de mi ventana;

fue el acíbar que urdió cada mañana
con su azufre de nérvidos deslíos.
¡Así fueron rodando sueños míos
en el plato infeliz de mi romana!

Y a pesar de la túrbida otomana
que envolvió con su pátina bardana
cada sueño de jónicos bravíos, 

desde el invierno azul de mi fontana
siembro mi verso grana en mi besana.
¡Pues  que truenen sonoros mis estíos!


SONETO EN AZUL

A mi hijo Eduardo Oscar Leiro (1992)

Yo no tengo un azul en mi retina,
ni es azul el color de mi ventana,
no es azul el color de mi mañana
ni hay azul en la tarde que declina.

No hay azul en mi noche de desvelo
ni en la vasta planicie de mi día,
no dibujo en azul mi sinfonía
ni gesto algún azul del azul vuelo.

No dispongo de azules compañeros
que surcando la mar, azul maderos,
flotando en un azul de mi azul viaje,

me arrojen sus azules esplendores
para pintar de azul mis viejas flores
con el azul pincel de mi coraje!

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*GRITO DE MUJER*


Grito de mujer que brama
como cierva en un desierto
por corrientes de agua clama
con sed, al que esté despierto.

Instrumento descartable
de una sociedad machista
deja de ser codiciable
presa de amor egoísta.

Grito de mujer ¡reclama!
solamente sus derechos
ser mujer, esposa y ama
de lo que criaron sus pechos.

Culturas que hicieron de ella
un objeto deleznable
siendo en perlas la más bella
para ella no hay trato amable.

Grito de mujer  que espera
ser tratada como igual
que halle el eco en la frontera
su distancia es abismal.

La lucha será constante
no hay que temer al rechazo
ni al poderío arrogante
pie con pie brazo con brazo.

Grito de mujer hay auroras
que juntas descubriremos
Dios nos hizo "coadjutoras"
Y con EL transitaremos.

¡BASTA YA! Es suficiente
queremos se haga justicia
quita el velo ¡Se valiente!
en vez de azote, caricia.

Libia Beatriz Carciofetti // Argentina
Derechos reservados para compartir Nº 452298




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MUJER DESCONOCIDA


Me hubiera gustado conocerte,
recoger tus manos abnegadas
y pedirte perdón por las mías,
pero ibas ajena, vencidos los ojos
acaso ensimismada en el paisaje de otros ríos,
de otras tierras que no nos pertenecen
y traía anclados tu mirada.

Niña mujer o mujer niña de arenas sin parques
te leías triste en un siento;
yo iba contigo
pero no pude encontrarte: tu cansancio
viajaba lejos, mucho más lejos que el mío.

Lo siento.
No pude regalarte una sonrisa.


Esther González Sánchez
Vigo-España
Miembro Honorífico de Asolapo-Argentina


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