sábado, 6 de junio de 2009

32º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA



32º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
NEVANDO EN LA GUINEA
NºXXXII 06-06-2.009
Número dedicado a Mario Benedetti.

EDITORIAL XXXII
Muerte de un poeta

El 17 de Mayo moría en Montevideo el escritor Mario Benedetti. Novelista -impresionante su obra “La Tregua”-, autor de innumerables relatos cortos, se le recordará muy especialmente como poeta, un poeta sensible, directo, diáfano. Suele decirse en estas ocasiones, de un modo algo tópico y quizá cursi, que el mejor homenaje que se puede ofrecer a un escritor que muere es leerlo, pero resulta en este caso absolutamente cierto, claro que en el caso de Benedetti, además de regresar a sus páginas de excelente calidad literaria, hay que recordar su humanidad, su compromiso con las personas, con la gente, su sencillez. Quizá caigamos en otro tópico y en una nada buscada cursilería, pero creemos que no podíamos omitir que le recordaremos también como alguien próximo, alguien que te hablaba de literatura pero también de la vida, o que utilizaba la literatura para hablar de la vida, que al fin y al cabo es la materia de la que se nutre aquella.

Mario Benedetti fue también para muchos de nosotros un introductor a la literatura, uno de esos autores que lees cuando te asomas a la ventana de las letras y que te permite apreciar que la lectura, antesala de la escritura, tiene un sentido tan real como cualquier otra necesidad vital, que no es sólo un entretenimiento, algo que llevas a cabo al margen de la vida, un mero complemento a las cosas serias, sino que la literatura es vida, y lo es de un modo rabioso, imprescindible, absoluto, que al final resulta tan necesaria como el aire porque literatura y vida no son cosas que debamos ni podamos separar.

Participó además, aun cuando sea de forma involuntaria, en la formación de una generación de autores que permitió que la literatura latinoamericana pasara a formar parte del escenario literario mundial. Creemos que una obra literaria no depende de su fama o su éxito de ventas para que pueda considerarse una obra de calidad -como decía Antonio Machado, el necio confunde valor y precio-, pero también es verdad que la literatura necesita de lectores, que el acto privado e íntimo de leer y escribir se vuelve colectivo o social a través de la lectura, que nos permite además conocer al otro, tanto en lo individual como en lo colectivo. La obra de Benedetti permitió que su país, Uruguay, junto a América Latina y gracias también a otros escritores, dejara de ser para millones de personas en el mundo un mero paisaje exótico y se volviera parte imprescindible de la cultura mundial, una expresión más de una única civilización, la humana.

Por ello recordamos aquí a Mario Benedetti e invitamos a los lectores que aún no lo conozcan que lo lean y a quienes lo han leído, que lo relean.


Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.

(Chau número tres)


PAÍS DE LOCOS

Esta tierra, este país,
La indómita tierra
De satélites temporales.
El loco ir y venir
Por la cicuta estrellada.
Navajas se oyen abrir
En mi tiritar de grillos.
Es normal mi paso
Habiendo nacido
En un país en guerra.
De folclóricas lloronas
y toreros incultos
Que pronuncian dos
palabras en una, tales
Como: impresionante.
País que suena igual
Cuando dice: Alta
que cuando dice: Harta.
¿Quién ha exprimido
el limón de mi lágrima
de azúcar y burbuja?
Ya no importa, pues
Lo que ayer era rencor,
Hoy es reconciliación.


Por Cecilio Olivero Muñoz


PATXI ZURRAGA


GENTE: ¿Dónde vas Patxi?
PATXI: Voy a vomitar
Encima del dandy.
GENTE: ¿Para qué Patxi?
PATXI: Por insensato
Y por que bebe brandy.
TABERNERO: Déjate de vómitos
Patxi Zurraga,
Vete a la calle,
Pero antes, paga.
PATXI: No me da la gana…
¿Te has pensado
lo que hablas?
TABERNERO: No me hace falta.
PATXI: Creo que voy a cumplir
Mi amenaza.
GENTE: ¿Tú quieres matar?
Pues mata.
PATXI: Si, por que tengo arma.
TABERNERO: A lo mejor muero…
A lo mejor me mata…
PATXI: ¿Por qué hablas?
TABERNERO: Por que yo creo
Que es libre el alma.

Por Cecilio Olivero Muñoz



EL AHOGO


Miras de pronto a los demás en medio del paseo no sin cierta envidia, como si ellos poseyeran algo que no tú no tienes, que perdiste quién sabe cuando si es que en algún momento llegaste a poseerlo. Te paras un instante y te quedas mirando al vacío no sabes muy bien por cuánto tiempo. Algo te duele, pero no sabes qué. Tampoco es un dolor definido, algo dentro de ti parece que sangra y has de hacer un esfuerzo enorme para de nuevo echar a andar.
No te diriges, sin embargo, a ningún sitio en especial, tampoco tienes donde ir, desde que perdiste el trabajo nadie te espera ni tienes nada que hacer, simplemente sales de casa porque se te caen encima esas cuatro paredes y te molesta ese silencio atroz, te empuja a la calle porque no lo aguantas, y luego está ese horrible pasar del tiempo que te parece a veces eternizadamente lento, pero que corre, corre mucho, demasiado, casi ni te das cuenta que el lunes se ha acabado, que ya es viernes, transcurre el fin de semana, y el tiempo vuelve a repetirse una y mil veces, el eterno retorno, y a veces te parece, en un vacuo arranque de optimismo, que te da una oportunidad más, aunque sabes que no es así, que la vas a perder inevitablemente, la vida, porque tal vez ya no puedes ganar nada. Porque es ese tu problema, que has perdido tu oportunidad, estás convencido, que ya lo has perdido todo y no puedes rescatar nada en tu vida, aunque te digan que sólo es un bache, un mal momento, algo transitorio, que te recuperarás, que no pasa nada, que has vivido momentos peores, pero eso no te anima, porque lo pasado ya ha pasado, conoces el final, pero se te acumula el cansancio y esta vez no las tienes todas contigo, piensas, esta vez la cosa es seria de verdad y alguna vez te tenía que coger el toro, y esa vez es ahora, se acabó lo que se daba, además no depende de ti, nada depende de ti, no es cierto que escribamos nuestro destino porque de repente empiezas a recibir palos de todas partes y no eres capaz ya de hacer frente a tanto desbarajuste.
Te ahogas. Por eso te pones a andar, vas a cualquier sitio, da igual, marchas por calles por las que nunca anduviste y recorres lugares por los que no pasaste en meses, quizá encuentres esa oportunidad en cualquier rincón, te dices, donde menos te lo esperas, aunque sabes muy bien que no, que nada te salvará porque en esta altura de tu vida ya no crees en milagros ni en ese último instante en el que de pronto, cuando te has perdido por completo y a punto estás del último ahíto, todo se soluciona y tu vida entonces cambia y se vuelve todo de color de rosa, como en las telenovelas, en las películas o en las novelas simplonas y fáciles. Pero eso, lo sabes ya en este instante, no ocurre en la vida, en la realidad, ahora mismo mientras caminas.
Tienes para ti que has de aceptar el fracaso, que ya no hay solución posible y de poco te sirve el moralismo barato de saber que otros lo pasan peor, sin duda es así, lo sabes, pero poco te ayuda eso porque lo tuyo es lo tuyo y tú lo vives solo. Aunque estés rodeado de otras personas, tú estás solo, te encantaría parar a cualquier de quienes se cruzan contigo y contarle tus problemas, tus cuitas que se decía, pero no posees el valor suficiente para eso, un gesto que tal vez te haría humano, te devolvería cierta dignidad, la de acudir a tus semejantes y aceptar tus debilidades, no lo harás, sin embargo, porque aceptas que nada tiene sentido. Te pones entonces a vagar a la espera de cualquier desenlace que te salga en cualquier esquina, cualquiera que sea. Esta es tu vida ahora, no hay más.

Juan A. Herrero Díez




CIGARRETES DE CANELA

Me tratas como a tu cigarro.
Me tiras tu ceniza en la camisa
De seda blanca recién lavada.
Me chupas y en dos caladas
Terminas con mi fuego.
Cuando te hartas me apagas
En el cenicero del desprecio.
Das vueltas y más vueltas
Con el cigarrito de canela.
La mano es un malabar
Que asume tu humo azul.
La tarde está de la mañana
A un paso del pensamiento.
Sabiendo lo gris del humo
Cuando soplas la calada.
Sabiendo que la vida
Es un cigarrito que se consume.
Si, se consume y se apaga
La colilla y todo el placer
De fumar termina, dejando
Un olor a muerte seca,
Y hojarasca quemada
Que con poco humo anhela
Ser la nicotina que un día fue.
La vida es un mal vicio.
Un vicio que se empeña
En estar vivo dentro de ti.

Por Cecilio Olivero Muñoz




Pirata ( Relato breve)
Pirata

(Dedicado a mis nietos Florencia y Agustín)


Fue como si la tristeza se hubiera anudado en el corazón de los niños de la casa. Un torrente de lágrimas se deslizaba por sus caritas. No recordaban la alegría. Todo era llanto.
De pronto llegó el padre y también acompañó a los niños en la amargura.
Pirata, el otro integrante de la casa, el que marchaba orgulloso, con sus manchas negras sobre ese pelaje blanco, ya no estaba, ni la mirada pura desde un bordeado de negro y el otro de blanco. La fiesta de todos los días con la cola movediza, los saltos, las corridas y ladridos, ya no los acompañarán, cada vez que llegaban a su hogar.
Los niños que no saben de partidas no podían dimensionar la ausencia. ¿Qué significaba?, ¿Qué ya no estaría más?, ¿Qué se había ido para siempre? Pero, ¿cómo era eso? si Pirata estaba inmóvil si, pero ellos podían abrazarlo, acariciarlo, decirle que lo amaban.
El padre con los ojos poblados de llanto, buscaba las palabras más bonitas para contarles sobre la vida y la muerte, mientras cavaba una fosa en el fondo de la casa.
- Miren, aquí colocaremos a Pirata, el quedará acompañándonos para siempre.
Los dos niños al unísono replicaron - Pero papá, el allí se asfixiará, no podrá respirar más - Carlos quedó sin palabras e intentó explicarles que los perritos también van al cielo.
Florencia y Agustín seguían la triste ceremonia, mientras el padre les decía:
- Desde hoy hijitos, aquí habrá un jardín, ustedes sembrarán todo tipo de semillas, con el tiempo florecerán. Esto requerirá de sus cuidados. Cuando todo esté cubierto de flores, sabrán que Pirata estará muy contento.
Pasó el tiempo y de una planta desconocida para niños y mayores brotaron flores blancas con manchas negras. Pirata estaba vivo.

Lucila Soria

Santiago del Estero - Argentina


LOS YOS Y LOS TUS

Esto es amor,
Amor de hermosura,
Nacen los llantos por mí
Y cariños de amargura.
Yo quisiera ser para ti.
Tú, cielo que murmura.
Quiero ser amanecer
Tú, anochecer mientras miras.
Yo quisiera ser vergel
Tú, alma de ultratumba.
Yo remediar mi querer.
Tú, cosa que se vislumbra.
Yo, mármol de un capitel.
Tú, ciénaga que asusta.
Yo, error en un papel.
Tú, pagas la multa.
Yo quiero ser bajel,
Tú, voz diminuta.
Yo, sendero que coger.
Tú, apuntador que apunta.
Yo, lágrima que ver,
Tú, pañuelo con bordadura.
Yo no lo quiero creer
Y tú crees que es una locura.


Por Cecilio Olivero Muñoz


DAME


DAME el dolor, la flor que se marchita,

el vaso que de Amor nunca se llena,

el sol y la luna, el mar y la arena,

la Vida que se muere y resucita.


Dame la Libertad que hemos perdido,

el adiós que en tus labios se atraganta,

la voz que desafina en mi garganta,

la semilla que brota del olvido.


Dame un corazón tan necesitado

de ilusión como lo está el mío. Dame

un porqué, un pudo ser, un todavía.


Dame ese latido que aletargado

no sepa que me llama cuando llame,

dame un beso y te haré una poesía.


AMADO STORNI (Jaime Fernández)

MI MUNDO


MI mundo ha sido un mundo desigual,

un mundo con las puertas siempre abiertas,

ingrávido, ficticio, visceral,

de anarquías clínicamente muertas.


Mi mundo ha sido un mundo irracional,

un mundo de pasiones descubiertas,

dormido entre arrecifes de coral

en playas que estaban siempre desiertas.


Un mundo malherido de ilusión,

incierto, dividido, envenenado,

un mundo conservado por el frío.


Un mundo donde manda el corazón,

daltónico, precoz, adulterado,

un mundo atormentado pero mío.

AMADO STORNI (Jaime Fernández)




AHORA


SOÑEMOS el futuro inalcanzable,

cualquier tiempo pasado fue peor,

ahora cuando hablamos del Amor

es como hablar de un cáncer incurable.


Ahora que ni Cristo es ya cristiano,

que cambiamos los bosques por floreros,

ahora que hay monarcas y herederos

que presumen de ser republicanos.


Ahora que matar no es un delito,

que no se cierran bien las cicatrices,

que la Vida es voraz y caprichosa.


Ahora que triunfar es ser “triunfito”,

vivir es ser portada en “Que me dices”,

morir es no salir en Salsa Rosa.

AMADO STORNI (Jaime Fernández)



DONDE FUERON


DONDE fueron el ritmo y la cadencia

el gusto por la rima donde queda,

que fue de Garcilaso, de Espronceda,

la forma, el fondo, el ser, la quintaesencia.


Donde fueron los mundos “darinianos”

tan llenos de color y fantasía,

donde fue, en resumen, la Poesía,

la estrofa, el metro, el don, los parnasianos.


Donde fueron la lira, los sonetos,

la rima encadenada en los tercetos,

la Vida descosida en cada estancia.


Que queda del pasado alejandrino,

del verso que enterrado en el camino

yace muerto y tan lleno de fragancia.


AMADO STORNI (Jaime Fernández)


NO ME CUESTA


NO me cuesta decirte que te quiero,

decirte que sin ti yo no soy nada,

no me cuesta decirte que me muero

por verme reflejado en tu mirada.


No me cuesta decirte que contigo

mi Amor solo respira confianza,

no me cuesta decirte y te lo digo

que eres tú la razón de mi Esperanza.


Te dí, con la intención de conquistarte,

razones suficientes para amarnos,

un nuevo corazón donde mirarte.


Y aunque el mundo se empeñe en asfixiarnos

no me cuesta decirte que olvidarte

me cuesta tanto o más que separarnos.

AMADO STORNI (Jaime Fernández)



DECIRTE


NO vengo a suplicar en mi agonía

la fe de los que nunca en mi creyeron

ni siquiera saber donde se fueron

los besos que no he dado todavía.


No quiero hacer balance de esos días

que quise más de lo que me quisieron

ni tampoco saber si me mintieron

con halagos que no me merecía.


Decirte en este adiós inesperado

que gocé todo lo que tú gozaste,

que sufrí todo lo que tú sufriste.


Que echo de menos en mis noches tristes

el Amor que sin darte te llevaste

aunque yo te lo habría regalado.


AMADO STORNI (Jaime Fernández)


SATURNO Vs. DIONISIO

(Padre, ¿Por qué me has abandonado?)

Ya sé que tengo la credibilidad
Del loco.
Ya sé lo que fui.
Ya sé quien soy.
Ya sé de donde vengo.
No te culpo por no creer en mi palabra.
Soy torpe hablando y no saqué buenas
Notas.
No me considero escritor, aunque si
Un poeta.
Un poeta inculto.
Por que soy el poeta que aprende
De la mañana a la noche y no
De la noche a la mañana.
He hecho cosas horribles
Pero pagué por ellas.
Yo, en realidad soy un loco.
Un loco que sabe cuales fueron
Las raíces de su locura.
Para ti soy un perdedor.
Quizá tengas razón.
Pero tú no eres un diplomático ni un político.
No soy mejor que tú pero tú no eres
Mejor que yo.
¿Acaso me puedes decir de qué paraíso vengo?
¿Acaso me puedes decir lo que vi y tú no viste?
¿Acaso sabes de qué color son mis sueños?
¡Qué sabe nadie!
Y creen que lo saben todo.
¡Así va el mundo! Mientras unos se dejan la vida
otros dan culto a la muerte.
Cecilio hijo, ¿Es que no te da pena?
Si, me da mucha pena pero no es a la pena
A quien quiero sacarle la pringue.
Es a vosotros, por que dais miedo.
Vosotros no dais pena.
Vosotros lo que dais es miedo. Mucho miedo.
Tanto miedo. Que miedo da tener la pena.


Por Cecilio Olivero Muñoz