viernes, 30 de enero de 2009

24º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA



24º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
NEVANDO EN LA GUNEA
NºXXIV 30-01-2.009

EDITORIAL XXIV
Ideas banales, debates espurios


Asistimos estos meses en algunas ciudades europeas -en Londres, Barcelona, Madrid o Roma- a un debate teológico a golpe de cartel publicitario. Grupos de ateos y grupos cristianos -tanto católicos como protestantes- se dedican a contratar carteles en los autobuses públicos para exponer y defender la existencia o inexistencia de Dios y tal vez con esta publicidad intentan ganar adeptos como quien vende cualquier producto de mercado.

Estamos convencidos que, de asistir a tal espectáculo, Lutero, Marx o San Agustín, Calvino, Hegel o Eckhart, Müntzer, Darwin o el Cardenal Cisneros no se sentirían muy cómodos. Algo no funciona en el viejo continente cuando tema tan apasionante y que tantos ensayos, estudios y disertaciones ha producido a lo largo de los siglos se dirime a base de frases más o menos ocurrentes. Evidentemente, hubo peores épocas en los que la disidencia religiosa, pero también ideológica, se procuraba ahogar mediante métodos brutales que llegaban a la muerte. Sin embargo, mucho nos tememos que esta guerra de carteles publicitarios es el último indicio de una crisis profunda en el pensamiento europeo, tanto más profunda que la crisis de la economía.

Porque el religioso no es el único ámbito donde el debate se decanta hacia el terreno de lo banal. Ahí están las campañas electorales en las que la foto o el lema resultan más importantes que el contenido o la discusión. Es un debate espurio con el que se intenta ocultar, en realidad, la falta de ideas, de programas, de perspectivas. La imagen se impone sobre el concepto y al final vence quien muestra una figura más atractiva o quien pronuncia la frase más ingeniosa, eso sí, falta de cualquier significado que trascienda lo superficial. Se ha acabado frivolizando sobre cualquier tema o concepto, la libertad sólo te la brinda una compañía de móviles o la revolución es poder conducir determinado coche.

Resulta evidente que al poder siempre le ha gustado poco los debates públicos en los que hubiera realmente un intercambio de ideas, no hacía gracia que se expandieran tesis que formularan críticas hacia quienes detentaban cargos de responsabilidad. Lo que el poder ha descubierto ahora es que mediante la banalidad de cualquier asunto, desde la religión al modo de producción, desde la justicia a las creencias íntimas, se homogeniza mejor la sociedad y no es necesaria aplicar entonces políticas represivas con las que mancharse las manos ni llevar a cabo campañas para convencer a los ciudadanos de la bondad de las políticas oficiales.

Sin embargo, una sociedad sin ideas es una sociedad sin alternativas. No planteamos aquí una sociedad hiperintelectualizada, pero tampoco una sociedad en la que el pensamiento se agote en los carteles publicitarios. No queremos un modelo en el que el poder lance a los cuatro vientos unos lemas gestionados por expertos creativos de publicidad, este sería al fin y al cabo el modelo que Orwell o Huxley presagiaron en sus novelas «1984» o «Un Mundo Féliz».





DESESPERADOS SOLLOZOS
DESDE
ABU GHRAIB

Existe un espacio
recortado a plomada,
existe un vacío,
existe un infierno.
Las vidas se apelotonan
todas en un suspiro
de carcelero.
Las injusticias
se amontonan todas
en las calientes
plantas de los pies,
y parten en mitades
los corazones
que fueron uno sólo.
Llagas de años
suspendidos como
fantasmas de agonía
y sombra perdida.
Las medias lunas
son parte
de soles que apuntan
con sus fusiles de luz
y fuego resplandeciente.
¡Qué lejana está
la Meca de mis días!
¡qué lejana está mi aurora!
¡qué esperanza tan rota!
Celdas de dos por dos,
torturas de dos en dos,
con corazones de dos sin dos,
y dos mitades y dos mundos
que lanzan
su cáscara vacía
al desolado mundo sin
esperanza.
Soy Mohamed Almudd
Muwallad Bal-lhadí
y habito la voz encarnada
de la flor y el poema.
Soy el hombre insurrecto
ante la mortal brevedad
de la vida.
Soy la desembocadura del río,
por que todo es río
que acaba en su mar
y todo mar se acaba
en su cielo.
El río avanza paciente
y logra la proeza inevitable
de llegar a la mar.
Podrán evitar la arribada
del agua estancada
pero el río se abrirá paso
hacia una mar de libertad
abierta hacia el océano.
El río llegará.
Tarde o temprano llegará.
La naturaleza del río
es avanzar sin pensar
en sí mismo.
Es continuar como lo hace
el hombre que no piensa,
que no habla,
que vive y avanza.
Se deja llevar hasta
que arriba, arriba
y se mezcla
entre sustancia y olvido,
sin memoria y sin tierra,
se mezcla y se muere
y con él acaba lo dulce,
y otro mundo le espera,
aunque el cambio
es su meta y su meta
es ser cambio y ser cambio
es su vida.
Solamente el salmón
es testigo de tanta
vergüenza,
de tanta injusticia,
de tan cruel sacrificio.
Por eso mis cerrojos y mis barrotes,
mi puerta blindada,
y mi prisión de hormigón
no pueden ni podrán
parar a mi río
que es fuerza suprema
y se deja llevar
entre nostalgia e ilusión,
entre pureza y pasión,
entre inocencia y vehemencia,
entre pulso y suspiro,
entre voluntad y paciencia,
entre latido y mirada,
entre pensamiento y viento,
entre ruido y silencio,
por que es agua que cabe
por toda ranura y frontera,
por toda rejilla y vacío,
por todo agujero y linde,
por todo mundo pequeño,
por todo mundo gigante,
por toda semilla que germina
a su paso
y por todo puente
que de orilla a orilla
transforma su anhelo
en causa sin querer evitarlo
y sin poder quererlo.


Por Cecilio Olivero Muñoz






Sueños


Recorrer de nuevo aquellas calles fue extraño. Había pasado mucho tiempo, veinte años tal vez, no te exagero. Las cosas habían cambiado, pero no todo, aún se mantenían pequeñas cosas, detalles, ornamentos, algunas tiendas o el color de alguna pared, algunos olores, un aire de entonces, aunque fuese todo diferente. No sé cómo explicarte. Allí delante, por ejemplo, compraba los lápices, por decirte algo de lo que me acuerdo ahora y que recordé mientras paseaba solo, luego recorría la calle, daba una vuelta hasta la plaza y regresaba. Me gustaban esos breves paseos, me sentía libre por un momento. Me paraba en el parque. Contemplaba la bahía. Luego otra vez a casa y a la rutina. Claro que entonces no era consciente de la rutina, sea lo que sea ésta además de un recurso poético. Las cosas ocurrían, nada más, supongo que todavía no había pasado tiempo suficiente como para que todo adoptara un aire conocido. No había pasado ni futuro: es justo eso, dicen, lo que constituye de veras la niñez, la inocencia es no ser consciente del paso del tiempo, nada menos.
Tampoco te puedo decir si era feliz o no. No lo recuerdo. Quizá me lo invente todo, no existió realmente nada de las imágenes que de pronto brotaron de no sé dónde, de mi fantasía, tal vez, o quizá de mi deseo de decirte algo poético. Pero no soy poeta, al menos no ahora, simplemente soy la persona que recién llego de un paseo por el tiempo. O por las calles que atravesara un niño que pudo haber acabado por ser yo. Ni siquiera soy capaz de aclararme yo mismo.
Pongamos que soy aquel niño que solía ir a recoger cangrejos a un río no muy lejos del lugar del paseo. Pero no, es verdad, no puedo ser el niño, ni siquiera aquel niño, no ahora, en este mismo momento, mientras te cuento mi paseo e intento saber si era cierto o no que existió él y si guarda alguna relación conmigo. Yo soy el que soy, ni más joven ni más viejo. Quizá algo de ese niño que fui puede que perviva en mí, no lo sé. Aunque a veces no lo creo. Has de saber que a veces me invento mi pasado, lo reescribo y entonces todo es distinto. Claro que es una invención para consumo interno, nunca trasciende ni se lo cuento a nadie, nunca he hablado nada de esas vidas soñadas, tú eres la primera persona a la que le digo algo de las varias infancias que me inventé. Que invento todavía. Por eso puede que todo esto que te cuento, lo del niño al que le gustaba ir a atrapar cangrejos, lo del niño que compra lápices y se da una vuelta, breve, para sentirse un poco libre, no sea del todo cierto, porque vamos a ver: si a lo largo de los años me he inventado varias infancias, quién te dice que lo que recordé esta tarde no era más que una ensoñación más. Puede que inventar tanto me haya creado un marasmo que me impide distinguir realidad y ficción. Ya ves lo que da de sí un paseo: descubrir de repente que ni yo mismo puedo separar lo que fue de lo que invento. Y quizá todo esto te permita entenderme un poco, aunque ya sé que no necesitas entenderme, no quieres entenderme, sólo deseas estar conmigo, reír conmigo, hablar conmigo, amar conmigo. Me lo has dicho una y mil veces, no puedo olvidarlo, evidentemente. Pero volvamos al hecho en sí, no me permitas desviarme un ápice de lo que te quería contar, que tampoco sé muy bien lo que era.
El hecho es que no había vuelto en veinte años. Y volví no sé muy bien en busca de qué. Tú bien sabes que no soy dado a la nostalgia, más bien al contrario, huyo de todo sentimentalismo. Pero soy humano, al fin y al cabo, no escapábamos al recuerdo. Claro que todo esto puede ser otra cosa: quién te dice, y no niego que me gustaría, que todo fuera al revés, soy yo un hombre soñado por un niño que se ve a sí mismo regresando veinte años más tarde a las calles que un día dejé. Claro que eso significaría que tú no existes y en esto no estoy dispuesto a transigir, no quiero que te disipes al despertar, que desaparezcas de mi vida como un sueño que se olvida. Pero es verdad que ese niño que fui a veces se soñaba de mayor y alguna vez, al comprar los lápices y caminar hasta la plaza, me imaginaba mayor y componía uno tras otro todos los recovecos de mi vida. Tal vez todos los niños hagan lo mismo, no lo sé. Pero de ser así hay un sinfín de hombres y mujeres creados por las mentes de niños que se ven a sí mismos regresando a esa misma infancia, tal vez creyendo que son víctimas de la nostalgia. Son cosas de Borges o de Cortazar, sin duda, demasiadas lecturas por mi parte tal vez.
Sea lo que fuera, fue extraño recorrer aquellas calles. Quizá no fuera buena idea haber ido. Era mejor no haber salido de casa y sumergirme entre tus brazos libres del tiempo.


Juan A. Herrero Díez




ESPERANZA CIEGA

A las madres y a sus hijos
nacidos con discapacidad intelectual.

Todas las madres
que están en estado
de buena esperanza
caminan a ciegas
esos nueve meses,
todas anhelan un hijo sano.
El capricho del destino
rueda sus dados de azar en la espera,
mientras la naturaleza,
es libre voluntad su semilla.
Lotería del cromosoma,
rosa rojiza de la vida y la ciencia
entre espina doliente
y amor orgánico y pureza concebida
busca sendero de hormiga y presencia,
la misma pregunta de incógnita
y misterio tras la cáscara
es la prisa del sueño ligero
dejando siempre claro
que
nadie quiere sufrir
esa oscura crueldad del hombre
y ninguna madre
desea sufrir por un hijo
tras el momento de peligro que existe
en esta vida de locura temporal
y enfermedad fulminante.
Las madres sufren la llaga
entre el péndulo niquelado
y la azarosa célula
de pulpa y de escondrijo
que crece y se multiplica
hacia la vida misteriosa
que parte de la luz y el témpano efervescente.
El embarazo
viene como agua en silencio
y la madre
coge su gran manojo
de ilusiones blancas y fugaces
y se contempla viva
en la silueta redonda
de efluvio y origen.
Un hijo es siempre un hijo
pues lo ganas tú a él,
y si eres buena madre,
él a ti.
Por eso duele
cuando él sufre,
cuando pasa hambre o tiene frío,
cuando es derrotado,
cuando cae,
y la muerte es un espanto,
del cual, se le aparta de ella,
intentando disimular
el preocupado aliento
que te empuja a la sombra.
De esa muerte,
nadie nunca preparado,
brota el caliente suspiro
y se ruega a un Dios del desorden
la tediosa alegría
que todo el mundo merece.


Por Cecilio Olivero Muñoz



POEMA CAREY AMOR

Para que veas hasta el final la pasión de mis versos.



No sé cómo arrancarle la piel a mi tristeza
o morderle los labios al filo del abismo.
Te siento volando hacia un planeta extraño
recuerdo desnudo los te amos sobre tu piel
y esos amaneceres resucitadores
después de bebernos la saliva del fuego.
Creo que estamos hechos el uno para el otro.
Por ti aprendí a aguardar semana tras semana
para amarte y poseerte como a una rosa sin espinas.
Me aferro a la amorosa tormenta de tus cabellos.
A los delirios necios por la celosía de tus ¡te amos!
¡Te extraño! ¡Amada mía! ¡Te extraño, putamente!
Déjame rellenar con besos este absurdo abismo.
Deseo buscar tus brazos y recorrer el mismo camino,
así tenga que correr sobre el mar o volar sobre la tierra.
¡Te amo! Por ti le pondré alas a los sueños discapacitados,
porque ya no puedo concebir la vida ni las noches, sin ti.
¡Te amaré siempre! ¡Mi adorada amante voladora!
¡Te adoro! ¡Te amaré! ¡como a una potra o una hembra!
¡Te amaré como un salvaje y sediento caníbal! ¡Te amaré!
¡Venderé mis poemas por las calles o en los buses…
ofreceré mi sangre a un vampiro-muerte ¡si es preciso!...
¡Compartiré dolores, sueños y alegrías con las sombras!
¡Te amaré siempre! Porque sin ti: ¡que se escape la vida!
Me cansé de borrar nombres de amantes fugaces…
de enamorarme para sentir vivos y apasionados los versos.
El tono de las palabras de amor es sublime, si se siente
y la energía con la que se embiste a la vida es única.
¡Te amo! Eres la samaritana que supo sanar mis heridas
la que siempre estuvo ahí, cuando más la necesitaba.
¡Por ti resucité del culo del infierno! y reaprendí a volar
¡Te amo! ¡Mi adorada putica burguesa! ¡Te amo!
porque gracias a tus besos: ¡Volví a nacer!

Héctor “El perro vagabundo” Cediel
2008-09-17








SILENCIO

Me siento ciega como el vacío del silencio;
como cuando taladras mis sentidos y mi carne.
¡Silencio! Escucha el amanecer… ¡la aurora se despierta!
croan las ranas, cantan los pájaros… graznan los patos
y nuestras desnudeces como las pinceladas de un poema,
se acarician mudas cual sombras de un arrebol alegre.
¡Silencio! Escucha los versos que mi corazón le canta a tu piel
¡Silencio! Deja que pase de largo el tiempo… ¡Silencio! Silencio…

Por Héctor Cediel para Mariluz Martínez Vidales


LA REALIDAD Y LA UTOPIA

SALIÓ corriendo la Utopía huyendo de la Realidad. Sus pasos parecían firmes y seguros pero su huída era una huída desesperada y sin control. A cada paso que daba la Utopía la Realidad daba dos más.
En su afán de no ser alcanzada la Utopía buscó ayuda. Fue así como se encontró con un banquero pero éste, preocupado por la bolsa y las divisas, interesado de interés y capital, ni siquiera la escuchó.
En su atropellado caminar la Utopía se encontró con un clérigo que al principio puso interés en escucharla. Parecían hablar el mismo idioma aunque a veces no se entendían. Y es que la vida espiritual de la que hablaba el sacerdote no era la misma que la de la Utopía. Su vida era una vida que después de la vida se construía con los cimientos de una fe en la que ni el mismo clérigo creía.
La Utopía siguió huyendo y fue entonces cuando se encontró con un político al que la Utopía reconoció enseguida. Ambos, en un tiempo pasado no muy lejano, habían caminado juntos y cogidos de la mano. Pero terminada la campaña electoral y cuando aquél consiguió el status que buscaba, la Utopía volvió a quedarse sola. Y el político, creíble y diplomático, le dio la espalda.
La Utopía también se encontró con un hombre. Un hombre que fue adolescente. Un adolescente que fue niño. Y ese hombre al que la Utopía ilusionó de niño y también de adolescente, ni siquiera la saludó porque no la conocía.
Al tiempo de ser alcanzada por la Realidad la Utopía se encontró con un poeta, atropellado de versos e indómito de sueños incurables. El poeta parecía distante, pero cuando la Utopía se detuvo a hablar con él éste la escuchó. Ambos se entendieron y se saludaron porque ambos se reconocían. Y vio la Utopía que con el poeta se sentía segura. Al oir llegar a la Realidad la Utopía se escondió. La Realidad se detuvo ante el poeta y le preguntó si había visto pasar a la Utopía. Pero ni el poeta entendía a la Realidad ni la Realidad se entendía con el poeta porque a lo que la Realidad llamaba Utopía era la realidad del poeta. Y cansada de ese mal entendimiento la Realidad se tuvo que marchar. Fue entonces cuando la Utopía se metió en el cuerpo del poeta porque sintió que ese era su verdadero hogar.
Es por eso que los poetas saben tanto de sueños y los sueños se llevan tan bien con los poetas.

AMADO STORNI
(Jaime Fernández)






ERNESTO “CHE” GUEVARA


LA flor que siempre es flor de Primavera,

el néctar que a los sueños da la vida,

el humus de la tierra prometida,

el triunfo de la lucha guerrillera.


El mundo galopante de ilusiones,

la rosa que ha nacido sin espinas,

tu voz la voz de América Latina,

tu luz la luz de nuestros corazones.


El tiempo descosido de futuros

recuerda en cada gesto al comandante,

romántico, bohemio, reflexivo.

La vida es un enfermo prematuro,

la muerte es la más fiel de las amantes

y Ernesto “Che” Guevara sigue vivo.


AMADO STORNI
(Jaime Fernández)



FUE EL BESO SIN AMOR DE UNA PRINCESA


FUE el beso sin Amor de una princesa

de alguna monarquía sempiterna,

de una princesa alocada y traviesa

que escondía el Amor entre las piernas.


Fue un beso sin Amor, adulterado,

dormido de pasión y sentimiento,

anémico, fugaz, interesado,

de esos que al soplar se los lleva el viento.


De besos enfermizos, de hojalata,

se pintan tantas bocas caprichosas

llenamos la ilusión con tantas cosas

que un beso siendo un beso a veces mata.


Ayer en los jardines de palacio

un príncipe se convirtió en batracio.


AMADO STORNI
(Jaime Fernández)



A JOAQUIN SABINA


ANARCOTRAFICANTE de la duda

Jilguero al que no calla la afonía

Osado que dice: “Esta boca es mía”

Apóstol de Serrat y de Neruda.

Quijote de los sueños de la gente

Ufana de morir de mal de amores

Indicio de que aún quedan soñadores

Nadando siempre contra la corriente.


Sírvanles la elegancia de tus versos

A los que quieren dejarse la piel

Buscando Poesía en la basura.

Incluso hasta a los pétalos dispersos

Nacidos de las flores más oscuras

Acuden las abejas a por miel.


AMADO STORNI
(Jaime Fernández)





ALGUNOS POETAS


ALGUNOS poetas escriben

creyendo que su soledad es compartida.


Otros porque piensan que su voz

es la voz de los que sufren,

de los que no saben hablar o no pueden hacerlo.


Los más se atreven a escribir sobre el Amor

sin haber amado nunca.

Y empachan de pasión

esos amores que siempre soñaron

y que no tuvieron nunca.


Incluso los hay que se pierden en vocablos,

ridículos pleonasmos,

epítetos absurdos,

redundancias mil veces redundantes.

Y ensucian las palabras

derramando sin sentido sobre lo que ya tiene sentido.

¡Y nadie les entiende!.


Algunos son poetas de salón,

poetas sumergidos

en las aguas siempre gélidas del éxito,

del éxito que efímero les da

el haber ganado un premio.

Poetas que se bañan

en las vanidosas aguas

de ver sus escritos viajando en Internet:

versos olvidados descansando

en foros literarios que ya nadie visita.


Hay poetas que cuando el compromiso y la verdad

incansables llaman a sus puertas

acaban por mirar hacia otro lado.


Poetas que enmarcan la poesía

con títulos que decoran

las paredes blanquecinas de un despacho.


Poetas que se pierden

en noches siempre oscuras

esperando que una musa

con forma de bombilla

por fin les ilumine.

Y a oscuras... siguen esperando.


He leído versos aburridos,

poemas que despliegan horizontes,

que tropiezan

y acaban desplomándose en el suelo.





Y mientras mis poemas,

perfumados muchas veces de espejismos

y otras tantas de ilusiones,

esperan en silencio

que el tiempo los rescate

de ese olvido tantas veces olvidado,

que huérfanos de sueños

alguien los adopte como suyos.


Versos incompletos,

dislocados,

repartidos,

versos infectados de esperanza,

preñados de futuros,

insomnes de pasiones,

compartidos,

inmortales,

para siempre.


Pero Bécquer solo hay uno.


AMADO STORNI

(Jaime Fernández)


La canción del oprimido

La canción del oprimido
no puede ser escuchada
porque sufre la censura
del ser que esta sometido.

Con la pasión acendrada
y la ilusión más potente
escribe, canta entre dientes
sus arpegios más logrados.

Con la sensación más pura
de llegar hasta su gente
las cuerdas de la guitarra
le desvanecen la duda.

Sabe que en cualquier instante
de su vida desgraciada
llegará la compasión
hasta su espíritu errante.

Lucila Soria Santiago del Estero – Argentina





EL ÁRBOL


En los anales de la historia se puede encontrar una leyenda de un hecho que ocurrió en un lugar muy lejano, quizás incluso en otro mundo, y en otro tiempo también muy, pero que muy, remoto. Nadie puede asegurar que se trate sólo de un relato de ficción o, por el contrario, de unos hechos que aconteciesen en la realidad, pero se me antoja que eso es algo que carece de toda importancia, si no juzguen por ustedes mismos.

Por aquellos tiempos, toda la humanidad estaba constituida por dos familias que vivían relativamente cerca la una de la otra, aunque no lo suficiente como para evitar el que cada una tuviese hábitos de vida diferentes. Por ejemplo, mientras una de ellas se dedicaba casi exclusivamente al pastoreo y la caza para subsistir, la otra ocupaba su tiempo en las labores de la tierra y la recolección de alimentos silvestres.
Sus distintas ocupaciones no impedían que ambas se mostrasen amistosas. Es más, mantenían una relación muy cordial y se intercambiaban sus bienes constantemente y sin ningún compromiso. Los pastores solían ofrecer algo de carne a sus vecinos, mientras que éstos les correspondían con frutas y hortalizas que cultivaban. Siempre había sido así, y no había ningún motivo por el que esta situación tuviese que cambiar.
No hasta aquel aciago día que transformó la historia de esta pequeña humanidad para siempre.
Varías lunas habían recorrido ya el cielo estrellado desde la última vez que tuvieron un encuentro, así que el patriarca de los agricultores decidió hacerle una visita a su amigo y vecino pensando que aprovecharía también la ocasión para alguno de sus intercambios. Pero conforme se acercaba a su destino, su sorpresa fue en aumento. Por todo el camino de entrada aparecían una serie de imágenes echas en madera o barro, todas muy parecidas, que representaban una especie de tronco de árbol o algo así, aumentando su número a medida que se acercaba al hogar. Por las paredes de la vivienda aparecía también esta misma imagen pero pintada de diversos colores y tamaños y justo a unos metros de la entrada principal se encontraba la mayor de todas, una gran talla de varios metros de alto y de un grosor desproporcionado fabricada con retazos de madera apuntalados y también coloreada de forma extraña.
Cuando los dos hombres se dieron al encuentro, esta es la conversación que se registró:

–¡Amigo Mel! –saludó el agricultor efusivamente–. ¿Pero qué es todo esto que te traes entre manos, algún tipo de reclamo nuevo para tus bestias?
–No digas bobadas Roy –contestó Mel, el pastor–. Y muestra un respeto, haz el favor. Estás ante el Gran Árbol del Guananí.
–¿Cómo dices, el gran árbol de qué? –preguntó de nuevo Roy con una gran sonrisa en el rostro pensando que su vecino le tomaba el pelo.
–No te hagas el tonto, ¿quieres? He dicho el Gran Árbol del Guananí. –en esta ocasión Mel se mostró más serio y tajante en su aseveración.
–Perdón, perdón, no quise ofender, pero es que no entiendo nada. ¿Qué es eso del árbol del guananí? Es la primera vez que lo escucho en mi vida.
–Lógico, ya que sólo a mí me ha sido revelada su existencia –respondió Mel con aires de superioridad–. Pero no te preocupes, eres una persona afortunada por ser mi amigo. Yo te lo contaré todo al igual que hice con el resto de mi familia.
–¿Qué tienes que contarme? –le interrogó Roy muy intrigado.
–Presta atención porque esto que vas a oír es sumamente importante para nuestra futura existencia, amigo. Esta imagen representa al Gran Árbol del Guananí, un árbol de inmensas proporciones que se encuentra al otro lado de las montañas, allá donde ningún ser humano ha sido capaz de llegar. Es único en el mundo y, a pesar de la distancia que nos separa, tiene la capacidad de poder resolver todos nuestros problemas con la caprichosa y tiránica naturaleza que tantos quebraderos de cabeza nos produce, ya lo sabes.
–Un momento, un momento –interrumpió el agricultor algo desconcertado–. No entiendo nada. En primer lugar, ¿cómo es posible que conozcas tú la existencia de ese árbol milagroso si habita en un lugar donde nadie ha llegado? Y en segundo lugar, ¿qué es eso de que puede resolver todos nuestros problemas con la madre naturaleza? Nadie está por encima de ella, es imposible.
–¡Ah, hombre de poca fe! Ya sabía yo que te mostrarías reticente. Algo me dice que la envidia por no haber sido tú su descubridor te reconcome.
–¡Pero qué tonterías estás diciendo! Contesta a mis preguntas si puedes –atajó Roy algo malhumorado por el comentario de su vecino.
–Pues claro que lo haré. Es cierto que nunca he estado en el lugar del que procede, pero eso no es necesario; hace muchas jornadas soñé con él. Se mostró ante mí con una claridad reveladora, su belleza y la luz que de Él emanaba no era comparable a nada conocido. Desde ese preciso momento supe que debía consagrar toda mi vida y la de los míos a Él. Y tú deberías hacer lo mismo si quieres salvarte –concluyó el pastor con rotundidad.
–¿Salvarme de qué? Nada de lo que dices tiene sentido. Pero mira, no importa, ya me lo explicarás otro día, es que ahora tengo un poco de prisa, mi familia necesita algo de carne, como sabrás, y aquí te traigo estas verduras y algo de fruta también para tus animales –el agricultor intentó cambiar de tema al comprobar la insistencia de su amigo en algo que carecía de sentido para él.
–No tan rápido vecino. Ya no podré ofrecerte lo que acostumbraba.
–Pero ¿por qué? –quiso saber Roy sorprendido.
–Es obvio, ¿no? Para que el Árbol del Guananí pueda protegernos de todos los elementos maléficos, hay que cuidarlo, igual que a cualquier otra criatura. Necesita alimentos, agua, compañía. Necesita saber que sus protegidos están aquí respetándolo y adorándolo. Es lógico, tú también lo harías. Parte de lo que te daba a ti tengo ahora que ofrecérselo a Él para que siga cuidando de nosotros. Todos los nuestros se deben ahora a su culto y manutención, no creo que tengamos mucho tiempo para nada más, lo siento.
–¡Pero sí es sólo un trozo de madera! Cómo puedes...
–¡Alto ahí blasfemo! –interrumpió visiblemente enfadado Mel–. No permito que hables así del Él; arrepiéntete de lo que has dicho o todas las calamidades del mundo caerán sobre ti.
–Creo que te has vuelto loco, no puedo creer que toda tu gente piense como tú –exclamó Roy desesperado.
–Pues claro que todos piensan como yo, ¿qué insinúas, que no me respetan? Yo sólo quiero proteger a mi familia, al igual que tú, y haré todo lo que esté en mi mano. Ellos lo saben, por eso creen lo que les digo y se muestran temerosos del poder del Gran Árbol, como deberías de hacer tú y los tuyos. Y por eso mismo no puedo consentir que una presencia turbadora ande por aquí, entre mis hijos. Así que si te niegas a doblegarte a la fuerza de nuestro Gran Protector Árbol del Guananí será mejor que te vayas y no vuelvas, o tendré que tomar represalias contra ti –sentenció Mel.
–Si eso es lo que quieres, así será. Pero procura no acercarte tú tampoco a mis tierras, porque allí ningún estúpido árbol podrá salvarte de mi furia. Hasta nunca, vecino –terminó diciendo Roy al tiempo que se daba media vuelta y volvía por donde había venido.

Y así fue como estas dos familias jamás volvieron a dirigirse la palabra amistosamente. Obviamente sí que volvieron a verse en infinidad de ocasiones, ya que ambos necesitaban algunos de los bienes que el otro disfrutaba, pero sus encuentros siempre fueron furtivos, terminando en violentas confrontaciones y batallas interminables donde las dos familias terminaban perdiendo algo importante a cambio de conseguir algo menos importante.
Al menos eso es lo que cuenta la historia. Como ya he dicho, si ocurrió en realidad o no, es algo que todos desconocen. Aunque si está escrito por algo será, y si no lo estaba, ahora sí que lo está. ¿Quién sabe? puede que incluso me lo esté inventando todo, pero.... ¿qué importancia podría tener?



Por Pedro Estudillo Butrón



RECUERDOS


TANTAS LÁGRIMAS ESCONDIDAS
RECORDANDO LOS VIAJES EN TREN A OROTINA,
AL MIRAR LOS BRILLANTES CELAJES
CUANDO CAE LA TARDE.

Y EN MI MENTE EL PUNZANTE RECUERDO
DE AQUEL AMOR QUE SE DESVANECIÓ
A ORILLAS DE TU ESPERANZA.

LOS JARDINES QUE RETOÑARON
A LA LUZ DE TU ENCUENTRO
YA LOS SECÓ EL VERANO.

PALOMA QUE VUELAS LEJOS DE MI NIDO
CÓMO MENOSPRECIARTE
SI ERES PARTE DE MIS SENTIDOS.

PROFUNDOS RECUERDOS ADORMECEN MI MENTE,
SON LOS QUE LLORAN EL SILENCIO DE TUS PALABRAS.

FALSAS ILUSIONES MARCARON ESTA VIDA,
BUSCANDO EN LAS LETRAS DE MI POEMA,
EL AMOR DEL ALMA,
AMOR, QUE NO SE OLVIDA.

-Luis Alberto Chinchilla Elizondo-
Autor del Libro “Amor Platónico”
Ganador del 1er concurso de poesía
ofrecido por la Revista Cultural “Espíritu Literario”.

Grecia, Alajuela, Costa Rica




EL FINAL DE LAS COSAS

Las cosas tienen un fin
escondido en los huesos.
Las cosas buscan auroras
que les recuerden lo efímero,
lo que nada es eterno,
lo que nada perdura.
Vivimos nuestra vida
de momentos marchitados
y los convertimos
en alegrías poliformes,
en desdichas del ambiente,
en desiertos de soledad.
El final de las cosas
está metido en los cuerpos,
nosotros les damos vida,
los hacemos vida
que acompaña la ilusión
perdida de esperanzas.
Somos lo único que resiste
la cuesta sin norte,
el ocaso en el horizonte,
el mañana sin rostro.
Andamos lo caminado,
miramos un alba bajo el tedio,
la espesura sudada
del sufrimiento es un reloj
sin alma desnudo en el sueño.
Somos mortaja y equinoccio,
somos sencilla reconciliación,
somos perplejidad compleja,
somos astros orgánicos.
La poesía es lo único
que nos queda.
Por que es lo único
que no está podrido
por los dotes que el hombre
inventó para sobrevivir.


Por Cecilio Olivero Muñoz

sábado, 24 de enero de 2009

23º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA



23º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
NEVANDO EN LA GUINEA
NºXXIII 24-01-2.009

EDITORIAL XXIII
Porvenir en blanco y negro

El pasado 20 de Enero Obama fue nombrado oficialmente presidente de los Estados Unidos con una puesta en escena espectacular. Parece que en épocas de crisis se acentúa la necesidad de luchar por abrir espacios a la esperanza, aunque nos puede dar la impresión de que haya algo forzado en ese intento. Ya en su momento, sin embargo, expresamos nuestro escepticismo por este nuevo líder que, aun cuando aporte aires nuevos, y frente a Bush no resulta difícil que cualquier cosa parezca esperanzadora, no obstante muchos nos tememos que no va a aplicar ninguna política nueva a favor de los oprimidos, de los pobres, de esa mayoría silenciosa que asiste a la crisis no sin cierto pánico. Que quede claro que nos gustaría equivocarnos.

Pese a todo, aceptamos que la presidencia de Obama ya tiene en el ámbito de lo simbólico un aspecto positivo: es el primer presidente negro en un país cuya esclavitud quedó abolida el 1 de Enero de 1863 mediante una Declaración de Emancipación que se ratificó en Diciembre de 1865, esto es, hace 144 años. No podemos menos que recordar la tragedia de la esclavitud en general y la de los negros en particular. Millones de hombres y mujeres africanos fueron transportados a América para trabajar como esclavos y no creemos exagerado afirmar que en gran medida la riqueza acumulada en Occidente durante los tres siglos siguientes a la llegada de Cristobal Colón a América descansa en buena medida sobre los hombros de millones de esclavos. La riqueza en América y Europa costó demasiado sufrimiento y el de los negros es desde luego una de las expresiones más trágicas.

Por tanto, reconocemos que la llegada de Obama a la Presidencia de los Estados Unidos es un homenaje a todos aquellos esclavos que trabajaron en aquel país, y por ende en todo el continente, y supone un pleno reconocimiento a todo aquel movimiento abolicionista que durante años luchó por la dignidad de la humanidad, movimiento que tuvo sus nombres, entre los que destacamos los de John Brown, William Lloyd Garrison y el de la escritora Harriet Beecher Stowe, autora de “La Cabaña del Tío Tom”, pero en el que participaron muchas personas cuyos nombres, hoy, no conocemos. Nos parece justo recordar que en una historia tan horrible hubo, sin embargo, personas que levantaron su voz para clamar contra la barbarie y actuaron, como los cuáqueros u otros movimientos de emancipación, por un mundo de justicia.

Evidentemente, nosotros vinculamos también el abolicionismo al movimiento de emancipación africana que un siglo después luchó por la libertad y la dignidad de los pueblos de África. Amílcar Cabral, Thomas Sankara, Agostinho Neto o Nelson Mandela, entre otros muchos, aportaron su lucha y su conocimiento para que la ignominia de la esclavitud y el colonialismo quedaran definitivamente abolida. Hubo también un gran movimiento cultural que se desencadenó a partir de esta corriente liberalizadora, un movimiento que no fue, desde luego, homogéneo, y para ejemplo la polémica sobre la Negritud defendida por Léopold Sédar Senghor, Berago Diop o Aimé Césaire, pero rechazada por Wole Soyinka. A todas luces, las discrepancias fueron resultado de la amplitud de una realidad que debe tener hoy su continuación.

Hablar de una cultura negra o blanca (o china, o india) nos parece hoy limitar la expresión del ser humano. Sin embargo, puede ser una referencia más para un magma de autores y artistas en general que, en buena lógica, han de influirse unos a otros. Esta es nuestra apuesta.






MERA COMPAÑIA

Hoy hemos discutido,
por nada, por memeces, por tonterías.
Te miro con el rabillo del ojo y te veo desolada,
solitaria, desamparada, gimiendo vacíos delante de la televisión.
Te veo cambiar de canal,
perdida, aburrida, buscando luces en los rayos catódicos,
vas recorriendo todos los canales.
No te paras en ninguno,
ninguno te satisface, ninguno te gusta.
Te paras en uno de cocina, pero no, no te quedas,
sigues con uno de cantantes, te vas por los bulevares de la risa,
pero tienes muy pocas ganas de reírte, pasas hacia otro de bricolaje, pero no, no te satisface.
Te vas a la cocina coges un vaso de mazamorra,
te lo comes con pesadumbre, te incorporas suspirando,
cambias de canal constantemente.
Terminas la mazamorra.
Dejas el vaso vacío en la mesita.
Cambias de canal huyendo de la monotonía,
escapas de las crónicas rosas sumergida en un bostezo,
vuelves a cambiar, te levantas, te vuelves a sentar,
te cruzas de piernas, te rascas la barbilla,
miras un programa de noticias, pero uff,
demasiada sangre y violencia.
Me miras de reojo, yo finjo no mirarte.
Disimulo en mi ordenador haciendo no sé qué cosa.
Sigues buscando una aurora descalabrada a pedradas de alegría,
sigues cansada el camino hacia la luz,
te veo desvalida, derrotada, indefensa, miras y no ves,
haces como que miras.
De pronto, disimuladamente te miro,
te has dormido.
Te veo plácida durmiendo entregada a la cúspide
de un sueño efímero y transitorio, de paso, por si acaso, fugaz.
Entonces me quedo solo. Ya no tengo tu mirada.
Ya no estás conmigo. Estás como un ángel.
Estás totalmente esparcida en el sofá.
Estás como un niño lactante durmiendo su nada.
Estás entregada a la súbita derrota como en un manantial de tranquila presencia y efluvio de paz sencilla.
Y yo me pregunto: ¿qué soy en tu noche de televisión?
Y suspiro mi verdad desnuda tragando la cruda realidad
de tus noches sin fondo, tus noches opacas, tus noches vacías.
¿Y qué soy?
Pues soy una mera compañía que está a tu lado.
Una mera compañía que te discute, que te increpa, que te quiere.
Tú mientras, babeas tu noche vacía.


Por Cecilio Olivero Muñoz



La Isla


La niña apuntó con el dedo hacia el mar. Dirigí mi mirada al lugar que Suzette me indicaba. Vi aproximarse un velero. Estaba todavía lejos. Distinguí a dos hombres y una mujer, los tres blancos, que realizaban maniobras para aproximar la embarcación al atracadero. Tardarían un rato. Nos acercamos nosotros también hacia el embarcadero cruzando la playa por la que habíamos paseado toda la mañana y que tanto nos gustaba porque en ella hablábamos largo y tendido, nos quedábamos a veces embelesados ante el mar, nos inventábamos historias y sin duda era el lugar más hermoso que conocíamos. Claro que yo conocía más mundo que la niña, que apenas había salido de la isla pero tampoco creo que se planteara vivir en otros parajes.
Suzette me preguntó si esperaba gente, le respondí que no. Estaba ansiosa y emocionada por saber quienes eran aquellos extraños. No eran frecuentes las novedades entre nosotros. Pocas veces llegaba gente a la isla, menos aún blanca. Creo que durante mucho tiempo al único blanco que muchos en la isla habían visto era yo y no sé si me gustaba por una vez romper aquel monopolio. Ellos nos vieron cuando estaban a pocos metros del embarcadero y se quedaron también extrañados al descubrirme. Evidentemente no se esperaban encontrar a un europeo, llegaban con el deseo de ser los descubridores de aquel archipiélago tan apartado del resto del mundo, los primeros en llegar, y de repente se daban de morros conmigo. Imagínense por un momento que Colón, al alcanzar las playas de la que sería La Española, descubriera a un feliz castellano recibiéndole con total parsimonia. Claro que en estos tiempos nuestros ya ningún sitio del mundo está por descubrir, no se puede comparar.
Terminaron de atar su embarcación. De cerca ésta era más grande de lo que nos había parecido un rato antes, desde luego no era un simple velero. Bajaron los tres y se acercaron a nosotros, que les esperábamos en la playa. Nos saludaron. Intentaron hablar en portugués, pero apenas lo chapurreaban. Noté que eran franceses. Yo me dirigí a ellos en su lengua. Hacía años que no la hablaba y me sorprendió gratamente la fluidez con que conseguí hablarles. Mi vida casi monástica, lejos de Europa, parecía no haber mermado mis capacidades de antaño, pensé. Me dijeron que estaban de turismo, querían probar el yate nuevo, nos lo apuntaron con el dedo como si de pronto nos lo enseñaran, no sin orgullo, y se habían atrevido a llegar al archipiélago. Por un momento temí que pudieran ser contrabandistas o alguna cosa así, pero su aspecto les delataba. Les pregunté si pensaban quedarse mucho tiempo y les ofrecí mi morada para pasar la noche si lo deseaban, pero me dijeron que tenían intención de salir a media tarde, regresar al continente, pero agradecieron vehementemente mi siguiente oferta, a la que Suzette se añadió con esa amplia sonrisa suya que impedía muchas veces a cualquier persona negarse a cumplir sus deseos, oferta que no era otra que enseñarles el lugar. No es una isla grande, les anuncié no sin la afectación de quien se identifica plenamente con un lugar pequeño, una patria chica, aun cuando fuera de adopción, se ve en medio día, añadí.
Mientras nos acercábamos a la aldea noté que sentían curiosidad por mí. Sin embargo, yo no estaba dispuesto a satisfacérsela. Tendría que hablarles de mi vida antes de aposentarme en el archipiélago y me esforzaba ya mucho por olvidar mi pasado, por olvidarme por completo del hombre que fui. Por suerte, su buena educación les vedaba formularme preguntas directas. Supe por contra que la mujer estaba casada con uno de los hombres y el otro era un buen amigo de ambos. Se quedaron sorprendidos por la aldea cuando llegamos a ella. Todo, dijeron, estaba muy ordenado y muy limpio, nada que ver con el continente donde todo resultaba caótico. No pude menos que darles la razón. Aquí todo es diferente, les dije reafirmándoles el dictamen. Casi el paraíso, murmuró la mujer. Recordé que yo también había pensado lo mismo cuando llegué. Sin embargo, les comenté como si fuera necesario incluir una nota negativa, muchos de los habitantes habían marchado, habían emigrado a Europa. Era como decirles que no todo era lo que parecía a primera vista era como lo pensábamos, que aunque no nos lo creyéramos, y yo mismo no me lo creía del todo a pesar del tiempo que llevaba en la isla, o a veces no me lo quería creer, había puntos flojos que había empujado a algunos a marchar. No obstante, me callé que sin duda bastantes, por no decir todos, de los que marcharon no serían felices allí donde estuvieran, que recordarían con añoranza la isla. Pero era algo que yo tampoco sabía con certeza.
Pronto nos entró hambre. Propuse comer en mi casa y aceptaron. Se añadió Nemas, que parecía apenas preocupada porque Suzette y yo no habíamos vuelto de nuestro largo paseo matutino y nos había esperado como todos los sábados. Sin embargo, no pareció sorprendida porque llegáramos acompañados por aquellos desconocidos. Hubiéramos podido haber sido secuestrados por piratas, bromeé. Rió. Aquí no hay piratas, me dijo en la lengua local, en todo caso ellos serían más atractivos para los piratas. No pude menos que darle la razón. Suzette, por su parte, parecía encantada con la mujer, jugaba con ella como si se conocieran de toda la vida.
Mientras comimos supe que eran profesionales, abogados los dos hombres, arquitecta la mujer, que vivían en París. Me hablaron de sus vidas y de cómo de pronto se habían visto sumergidos en una existencia sin sentido. De repente, se dieron cuenta de que no podían continuar así y habían decidido buscar alternativas. Les escuchaba quejarse y me pregunté cómo era posible que cuando se alcanzaba un cierto nivel material uno descubría que faltaba algo que impedía la felicidad, la ansiada felicidad tan deseada y tan poco lograda. Y usted aquí de qué vive, me preguntó el marido. Seguían interesados en conocer mi historia, saber por qué había terminado en aquella isla. Pero yo no quería remover el pasado, el mío, sólo a mí me correspondía bregar con mi vida. Doy clases a los niños, me justifiqué, al fin y al cabo tampoco sentía mi vida allí como algo ligado al trabajo. Un maestro, dijeron a la vez. Sonreímos. Ahí quedó todo.
Les acompañamos hasta el barco después de una muy grata sobremesa. No querían que se les echara la noche en alta mar, por lo menos querían ver las luces de la costa. Habíamos charlado como si fuéramos viejos amigos que pasan juntos un sábado por la tarde. Les vimos partir y alejarse de la isla poco a poco. Mientras volvíamos a casa, Suzette me preguntó a qué me dedicaba yo en Europa. Le acaricié el pelo. Le propuse una carrera y sin avisar salí corriendo mientras ella, detrás de mí, se reía a carcajadas.

Juan A. Herrero Díez



CRÓNICA NEGRA
DEL GRAN HERMANO XIII

Vamos todos a ver el escaparate repulsivo
del raiting vencedor arropados en el filo frío del cuchillo
en el horario masivo de media noche de gala.
Veamos el espectáculo inofensivo
de ver a la presentadora del reality show en pleno ejercicio
de una moral pachorra y viejarrona
resumida en unas breves notas de petulante prepotencia.
Todos verán el edredoning mascachapas
de la puta de España con el machito musculado
que se envalentona solamente cuando va borracho.
Siéntense y vean la burda mentira de la realidad estupefacta.
Acomódense sin hacer zapping
y vean como los viciosos productores televisivos
usan a la juventud,
con la varita mágica de la ley del embudo,
como si fuesen monigotes de trapo que golpear como a un saco.
Apresúrense a ver la tórrida escena de la chabacana
del extrarradio pelear con la mentira del mundo
en una ordinaria riña de verduleras pregonando carencias.
No se asombren de nada.
Esto es el pan de cada día.
El Amén es una escalera de luz
que buscan los chicos deseosos de fama efímera y rentable
desnudando su alma si fuere preciso,
perdiendo la dignidad si se lo piden, humillándose si encarta.
Cuando junten los cuatro duros para montar un pub donde
las chiquillas se abran de piernas y los afortunados sean alcurnia,
de nobleza de bambolla y ralea con aire de grandeza,
se impartirá la lección magistral y elitista de la estrategia
inteligente de brincar como un mono.
Vean y disfruten del orgasmo hecho sueño de oropel
con que engañan a los niños tontos y torpes.
¡ATENCIÓN, ATENCIÓN!
Conectamos en directo con la casa:
¡Se ha producido un subidón de audiencia!
Y es que el muchacho musculado se le ha ido la olla
y ha lanzado un aparato conectado a la electricidad al jacuzzi
lleno de agua y espuma de jabón
donde estaban sumergidos varios concursantes del programa.
¡Han quedado totalmente achicharrados!
¡Señoras y señores!
¡Qué buen invento el de la vida en directo!


Por Cecilio Olivero Muñoz





AMOR PLATÓNICO
(Canción)
NAVEGANDO EN EL MAR DE MIS RECUERDOS
MIRANDO CAER LA LLUVIA EN LA ARENA
RECORDANDO AQUELLOS OJOS BELLOS
Y SU LINDA PIEL MORENA.

AQUEL DÍA LA BUSQUÉ EN SU PUEBLO
PUES SU NOMBRE CONOCÍA
Y AÚN LA SIGO YO BUSCANDO,
SU RECUERDO ES MI AGONÍA.

¿DÓNDE ESTÁS?
¿POR QUÉ NO ME RESPONDES?
Y CUANDO EN SUEÑOS TE LLAMO
NADIE CONOCE TU NOMBRE.

PORQUE ESTE AMOR CALLADO
ME AHOGA EN SILENCIO,
SOÑANDO ESTAR A TU LADO
AUNQUE TÚ YA TIENES DUEÑO.

¿DÓNDE ESTÁS?
MUJER DE MIS ENSUEÑOS
PARA ESCRIBIRTE LINDOS VERSOS
COMO ANTES YO LO HACIA (coro)bis
PORQUE TE SIGO AMANDO
CADA NOCHE, CADA DÍA.

CON ANSIAS PIDO AL CIELO
BORRAR DE MIS ADENTROS
ESTE PUNZANTE RECUERDO
ES AMOR, QUE NO SE OLVIDA.

-Luis Chinchilla Elizondo-


DEMOCRACIA

Otro de los grandes problemas que tienen las democracias actuales es el siguiente: necesitan contentar a todo el mundo, incluso a las minorías.
¿Por qué pienso que esto supone un problema? Como ya comenté en el artículo anterior, es algo obvio el hecho de que todos no somos iguales ni pensamos de la misma forma. Vivimos en una sociedad excesivamente poblada y diversificada; esta situación conlleva dos problemas: el primero es que cualquier corriente de pensamiento que se nos ocurra, por estrafalaria que sea, será seguro que encontrará cientos de adeptos y personas que darían cualquier cosa, incluso la vida en algunos casos, por defenderla, teniendo en cuenta el nivel tan alto de exigencia que estamos alcanzando los ciudadanos de a pie (en muchos casos injustificada), tal y como predijo Ortega y Gasset en su libro La rebelión de las masas.
Si este primer problema deriva de la diversidad a la que hacía referencia, el segundo es consecuencia del exceso de población tan brutal a que está sometido el planeta, que hace que cualquier minoría esté compuesta por miles de individuos. Y, como todos sabemos, tal cantidad de personas hacen mucho ruido e, incluso, pueden hacer mucho daño si se lo proponen. De ahí que cualquier gobierno que se precie se vea en la necesidad de contentar a cualquier minoría que pueda causarles problemas.
¿Pero qué ocurre cuando aparecen grupos con ideas contrarias? Sería lógico pensar que se tratará de complacer a aquél que pueda ser más problemático, es decir, al que haga más ruido. Si no existen grandes diferencias al respecto, lo normal sería satisfacer las necesidades de aquellos que presenten una ideología más cercana a la de los líderes de turno, o algún otro tipo de acercamiento con estos, ya sea de amistad, familiar o por intereses económicos. Lo cual provocará el enojo de los partidos en la oposición que, inmediatamente, tomarán partido por la minoría más desfavorecida, ocasionando las consiguientes divisiones en la población y la alteración de la vida pública por problemas que a priori sólo eran competencia de unos pocos.
Se me ocurre un ejemplo ficticio (un poco tonto, pero sólo es eso, un ejemplo). Pongamos que a alguien le da por constituir una asociación en defensa del escarabajo de la patata, alegando que éste se encuentra en peligro de extinción debido al uso de pesticidas. Por lo ya expuesto, pronto, dicha asociación crecerá en integrantes, consiguiendo formar un numeroso grupo de personas preocupadas por el futuro de dicho coleóptero, aunque sin dejar de ser una minoría poco importante en el conjunto de la sociedad.
Pues bien, no tardará en aparecer otra sociedad de individuos equivalente que se declaren detractores del escarabajo de la patata, por el mucho daño que éste hace a los cultivos, por ejemplo. De la misma manera, también esta última asociación se verá pronto aumentada en número de asociados, convirtiéndose así en otro importante grupo, aunque, al igual que el anterior, también de escasa relevancia para el interés general de la población.
Hasta aquí todo transcurriría de un modo normal, pero es de suponer que llegará un momento en el que la administración general deba tomar partido por uno de estos grupos, por ejemplo, cuando llegue la hora de conceder alguna subvención. Llegado el caso, se decantará por uno o por otro a consecuencia de alguno de los motivos ya expuestos (personales, familiares o económicos). Pongamos que se inclina a favor de la asociación que defiende al bicho. Inmediatamente, la oposición lo hará a favor del grupo contrario, aunque hasta ahora no hayan oído hablar de ellos ni le importe en nada el futuro de semejante criatura.
Y ya tendríamos el lío formado; debates públicos, improperios de todo tipo por ambas partes, exaltación general de la clase política,... En poco tiempo, un problema que sólo afectaba a una minoría de la población, habrá llegado, a través de todos los medios de comunicación, a la vida de todos los ciudadanos, obligándolos a tomar partido de alguna forma en dicho debate, y ocasionándose como resultado la consiguiente división entre una población que, hasta este momento, se encontraba totalmente ajena a semejante disyuntiva.
Como ya he dicho, el ejemplo es un poco tonto, y puede parecer exagerado; pero si lo extrapolamos a otros asuntos más relevantes de la vida pública, comprobaremos que así es como funciona la política, al menos en este país, donde, gobierno y oposición (y con ellos el resto de la población) se encuentran continuamente enfrentados por supuestos problemas en los que, en la mayoría de los casos, es un simple cambio de punto de vista el que origina la división, en vez del grave problema que nuestros líderes pretenden hacernos ver, justificando así su “importante” e “imprescindible” labor en esta nación.
Como dije al principio, este es otro de los grandes problemas con los que se enfrenta la democracia que todos conocemos y que, por supuesto, a todos nos afecta. Y es así porque, al tener tanto peso una oposición, si ésta se lo propone, puede dar al traste fácilmente con cualquier proyecto político que pretenda implantar el gobierno de turno, elegido libre y democráticamente por la mayoría de los ciudadanos, sea éste mejor o peor, atrasando de esta manera el desarrollo social de todo el país. Esto es algo inevitable, ya que, como todos sabemos, el principal interés de todo partido político siempre será llegar al poder (o mantenerse en él), a costa de lo que sea, incluso, del bienestar de la población. Quizás su segunda preferencia pueda ser la felicidad de los ciudadanos, pero mientras siga siendo sólo la segunda, nada tendremos que hacer, porque la lucha por el poder es algo que siempre estará presente en una democracia, donde cada cuatro años se deben de enfrentar los diferentes partidos en las urnas.
Con esta forma de proceder es muy difícil, por no decir imposible, que una persona justa, imparcial y cuya única intención sea mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos, pueda optar siquiera a llegar a lo más alto del poder gubernamental, tal y como auguró en su día el filósofo ateniense Sócrates cuando dijo: “Es de todo punto necesario que aquel que combate francamente por la justicia, si ha de salvarse por algún tiempo, viva como un simple particular, y no como hombre público.” Si tengo razón (y ojalá no sea así), nos encontramos en la terrible situación de que nuestro destino siempre se encontrará en manos de personas sin escrúpulos y sin visión de futuro, más allá de los cuatro años pertinentes que les toque gobernar. Para probar dicho argumento basta con escuchar los discursos de los diferentes líderes políticos cuando se encuentran en campaña electoral y durante cualquier otra época del año; apenas difieren. Para ellos, los cuatro años de legislatura suponen una continua campaña electoral, es decir, están constantemente preocupados por ostentar el poder, mantenerlo, o desprestigiar al contrario. Como todos sabemos, durante una compaña electoral, nadie gobierna, así que, si ésta dura cuatro años, saquen sus propias conclusiones.
Por si todo esto fuera poco, nos encontramos aún con otra dificultad añadida. Hay dos formas de ganarse un electorado: una de ellas sería convenciéndolo de que somos mejores que los demás, demostrándolo con hechos. Pero esta es una forma cara, complicada y que sólo da resultados a largo plazo. La otra sería convencer a los ciudadanos de que los demás son peores que nosotros. Esta forma resulta más sencilla, rápida y barata, ya que nuestro lenguaje y nuestra justicia permiten, con facilidad y total impunidad, el engaño, la exageración y la tergiversación de los hechos y de las palabras. Ni que decir tiene cual es la forma que eligen nuestros líderes, porque, si en algo son unos expertos, es en el uso y la práctica de la dialéctica y la retórica, que, dicho sea de paso, es prácticamente el único requisito que se le exige a una persona para aspirar a un alto cargo político (aparte de la falta de escrúpulos).
Por todo lo expuesto, y teniendo en cuenta la tendencia educativa del momento, que Dios nos coja confesados cuando lleguen las futuras generaciones de gobernantes al poder, máxime, considerando el ejemplo que están dando los actuales.


Había llegado en ellos (los doctrinarios) a convertirse en un instinto la impresión radical de que existir es resistir, hincar los talones en tierra para oponerse a la corriente. En una época como la nuestra, de puras “corrientes” y abandonos, es bueno tomar contacto con hombres que no “se dejen llevar”.
Guizot


Aparte las doctrinas particulares de pensadores individuales, existe en el mundo una fuerte y creciente inclinación a extender en forma extrema el poder de la sociedad sobre el individuo, tanto por medio de la fuerza de la opinión como por la legislativa. Ahora bien, como todos los cambios que se operan en el mundo tienen por efecto el aumento de la fuerza social y la disminución del poder individual, este desbordamiento no es un mal que tienda a desaparecer espontáneamente, sino, al contrario, tiende a hacerse cada vez más formidable. La disposición de los hombres, sea como soberanos, sea como conciudadanos, a imponer a los demás como regla de conducta su opinión y sus gustos, se halla tan enérgicamente sustentada por algunos de los mejores y algunos de los peores sentimientos inherentes a la naturaleza humana, que casi nunca se contiene más que por faltarle poder. Y como el poder no parece hallarse en vía de declinar, sino de crecer, debemos esperar, a menos que una fuerte barrera de convicción moral no se eleve contra el mal, debemos esperar, digo, que en las condiciones presentes del mundo esta disposición no hará sino aumentar.
John Stuart Mill

La misión del llamado “intelectual” es, en cierto modo, opuesta a la del político. La obra intelectual aspira, con frecuencia en vano, a aclarar un poco las cosas, mientras que la del político suele, por el contrario, consistir en confundirlas más de lo que estaban.
Ortega y Gasset



Por Pedro Estudillo Butrón


Elaboré un avión de papel para escapar lejos y no volverte a ver; sentía explotar de dolor el alma y recordé tus abrazos… y me acordé de tus besos… recordé tu aroma y tu piel…y tu pubis… y rememoré que nunca te he podido olvidar… evoque la brisa que arrastró el perfume de nuestros besos y palideció el carmín de mis labios, al no respirar tu aroma. Se marchitaron las horas y el color de los ojos por la agonía ¡Se que tu amor, nunca volverá! El pasado será: el profeta de nuestro futuro. Deja que los besos de mis caricias, vuelen como alcatraces sobre tu cuerpo desnudo. Soy el chupaflor de la luna llena de tu corazón y de las esencias de la flor del placer. Dentro de tu carne, aún palpitan las huellas de los silencios de tus malos pasos. Te enseñé a soñar como un caudaloso río brillante y a palpitar como la sangre errante, saltando de errores a aciertos y algunas veces a la inversa… A veces intento alejarme, fatigado por tus necedades. Te extrañaré… pero el solo imaginar con no encontrarte, hace que recule mi alma, baje la cabeza y se olvide del daño. Es fácil aprender a amar y difícil…casi imposible: ¡Olvidar!


Por Héctor J. Cediel Guzmán
Bogotá (Colombia)



¡Amada amante! ¡La culpa siempre es del primer beso! Me acostumbre a revivir los versos de las canciones contigo… me enamoré beso a beso de las palabras amorosas de tu piel… creí que Desiderata era la máxima maravilla para ablandar sentimientos… transcribí en versos las imágenes que me inspiraba tu cuerpo; me acostumbré al verde de tu mirada, al rojo de tus caricias, al azul de tus besos… no imagino el frío de la oscuridad sin ti… se pregona un otoño y ya me siento triste… Necesito sentir tus labios, para que broten los versos que invernan en mi corazón… ¡Hay tanto amor, dentro de mí! ¡Hay tanto amor, que me exploto! ¡Deja que tus caricias, abran las exclusas! ¡Déjame inundarte y sospecharte preñada! ¡Déjame imaginarte hasta la perplejidad de la madrugada!


Por Héctor J. Cediel Guzmán
Bogotá (Colombia)


YO SOY UN HOMBRE SINCERO

“Esa marcha hacia la desintegración
que ha sido el vivir nacional cubano”.
JOSÉ LEZAMA LIMA

Yo soy un hombre sincero
de donde no nace la palma
mediterráneo del mundo soy
a los mágicos palmares voy
y de su glorioso sitio retorno
a mi entorno de radiantes soles
y azules bucles de espumas
de sales que besan arena dura.
Mi verso desea ser surtidor
de gargantas de intramuros
que venza los silencios mudos
y sea expresión hermosa
de corales breves y sencillas
enarbolada bandera de azules
que acaricie como manto de flores
los caminos de ambas orillas.
No oculto en mi pecho bravo
el tremendo dolor que me hiere
la desintegración de la nobleza
y el entendimiento engullido por sierpes
que creen que el resplandor de la belleza
es la señal terrible del enemigo.
¡Ay!, ese crisol tan joven
que no sabe definir su hermosura.

Por Francisco Jesús Muñoz Soler

viernes, 16 de enero de 2009

22º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA



22º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
NEVANDO EN LA GUINEA
NºXXII 16-01-2.009

EDITORIAL XXII
Sobre razas, racismos y
obviedades varias

Dos hechos han vuelto a poner el tema del racismo en el candelero: la elección de Obama como primer presidente negro de los Estados Unidos y la ofensiva de Israel en Gaza que nos ha devuelto los fantasmas del antisemitismo. No es que el racismo hubiese estado adormecido todo estos años, por desgracia hemos asistido con frecuencia en todo el mundo a actos vandálicos que tenían como origen la voluntad de diferenciar a los seres humanos en etnias y darles a éstas una valoración negativa o positiva, según la perspectiva del descerebrado de turno, como si pesadilla del nazismo o del apartheid pudiera recomponerse en estos inicios del siglo XXI, lo que nos indica que por desgracia la inteligencia no abunda en nuestros días.

Respecto a la elección de Obama como presidente de Estados Unidos, que le llevará el 20 de Enero a ocupar el cargo, ya mostramos en nuestro editorial XII un cierto escepticismo hacia las posibilidades de cambio bajo su presidencia. No es que no reconozcamos la fuerza simbólica de que una persona negra llegue a la Casa Blanca, pero mucho nos tememos que el color de la piel nada tiene que ver con la mayor o menor grandeza de una persona. A esta altura de la historia cuesta trabajo creer que alguien pueda darle tanta importancia a pertenecer a una raza o a una etnia. Pero es así. El lamentable silencio del presidente electo ante lo que pasa en Próximo Oriente muestra bien a las claras las contradicciones y las dificultades con que se va a enfrentar para superar ciertos obstáculos, si es que hay voluntad de superar algo, sin importar cual sea su raza.

Y es en el conflicto de Gaza donde se nos aparecen muchos fantasmas dolorosos. Que parta por delante algo que ya hemos manifestado en nuestro editorial número XX (pedimos perdón por tanta auto referencia): nuestro horror ante la desproporción de un ataque que por ahora ha dejado alrededor de mil muertos entre los palestinos. No podemos entender la lógica de la guerra, ni siquiera de una guerra defensiva que causa semejante masacre entre la población civil. Pero sin ánimos de ser equidistantes, no lo somos, tampoco entendemos algunas reacciones que nos parece asimismo fruto del lado más tenebroso del ser humano, como la de responsabilizar a todos los judíos que en el mundo haya de la política de Israel, responsabilidad única y exclusiva de su gobierno (y en todo caso de quienes lo apoyan) y menos aún lanzar discursos de maquinaciones judías que nos recuerdan a las referencias de un contubernio judeo-masón al que hacía referencia el dictador español surgido de la Guerra Civil.

También nos cuesta trabajo tener que diferenciar hoy que una cosa es la política de un gobierno y otra muy distinta una población. Los ataques sufridos por comunidades judías en todo el mundo, aun cuando no sean tan graves como las sufridas por los palestinos de Gaza, suponen una ignominia imperdonable. ¿Acaso habrá que responsabilizar a todos los negros del mundo si Obama llegase algún día a atacar a algún país, como ha hecho su predecesor? Es tan obvio que cae por su propio peso. Es evidente que rechazaríamos con la misma fuerza cualquier violencia que tuviera como objetivo la población civil de Israel. Atacar a personas indefensas como venganza de las políticas de los gobiernos nos resulta cuanto menos criminal, y como ejemplo tenemos Madrid.

Si nos ocupamos levemente de este tema es porque creemos que la base de toda cultura es la relación de todas las personas. El intercambio entre seres humanos de razas, idiomas, pueblos, culturas y expresiones distintos ha enriquecido a lo largo de toda la historia a todos. Nada es patrimonio de nadie. Quien no quiera verlo así él se lo pierde. Entendemos la cultura como algo vivo, que está en la calle, que forma parte de la cotidianidad y no requiere de grandes palabras ni discursos elevados. No hace falta tampoco acudir a las listas de artistas judíos o negros que han enriquecido eso que llaman el acerbo cultural, cualquiera de quienes nos leen no le costará dar con más de un nombre, pero también creemos que desde el momento en que han dado a conocer su obra ésta ha dejado de pertenecerles para formar parte de cada uno de nosotros. Y una vez más tenemos que decir que preferimos mil veces el arte y la palabra que la brutalidad de las armas. Hasta nos da un poco de vergüenza tener que escribir tanta obviedad.



LA PATRIA DEL MESTIZAJE

La noche está pariendo al hombre del mañana
bajo los vestigios virginales de la desnudez.
El primer párrafo lo escribió el evangelio nocturno
de hombres marcados por la estrella ciega de una mar
infinita y salvaje.
La verdad la escriben los que están entre la mitad
de la virtud de la raya de en medio
y entre la mitad del crepúsculo azul que los tiempos sombrean.
El Inca Garcilaso
nació después de los sangrientos cruces de rabia y cólera
entre los hijos del sol y los dueños de la madrugada inocente,
pues al alumbrarlo su madre, llamada Chimpu Ocllo,
logra desenmarañar abriendo su quijada a la entraña de luz
que el sendero y el rumbo conocen.
Los mundos son una espiral vencida.
Los mundos son vegetal prisa de desengaños tardíos.
La aurora sorprendida da de mamar a los perros
que pretenden ladrarle a la sombra chinesca
que proporciona la luz de la lumbre.
Los niños del mañana son una sangre que merecen
los amantes que despiertan del letargo y del fugitivo sueño.
El papagayo es la alondra que sostiene la selva en su seno.
La alondra es un lucero que se apaga como una luciérnaga
ardiendo de cara a un sol enajenado.
El sol es heredero de un mestizo pueblo
que sembró Gonzalo Guerrero, un andaluz-maya,
que emergió de una esclavitud rota por el sentir
magno de la amistad y la tolerancia.
Yucatán te recuerda en todo grano de arena,
en toda mota de polvo, en todo sueño esfumado,
en toda hebra de pluma, en todo suspiro liberado,
en todo inmortal alumbramiento.
Yucatán es un “no os entendemos”
que esa ignorancia ridícula señala nombrando
futuros en las arrugas profundas de la flor del tabaco,
y la palidez del viento,
que a nada ni nadie comprende,
y su fuerza traicionera,
es ímpetu hecho de ira y soberbia
que siembra su miedo entre los huracanes de la Tierra.


Por Cecilio Olivero Muñoz



Un día cualquiera


Tomaste la decisión casi sin pensarlo. Hay momentos, barruntaste, en los que no puedes ponerte a pensar en los detalles porque entonces no decides nada y te quedas inmóvil, estancado, dominado por el pánico. Y no estabas para eso. Había que coger el toro por los cuernos, de una vez, y con aparente firmeza entraste en la joyería, encañonaste a los empleados y te llevaste el dinero de las cajas y algunos anillos de oro que sería fácil vender en algunas tiendas que no pedían datos. Disimulaste el pavor que te entró al comenzar, sabías que de ello dependía que te tomaran en serio. Y te tomaron en serio porque sentiste el miedo en los tres dependientes. Fue rápido. Metiste el dinero en la cartera y los anillos en los bolsillos de la americana, escapaste por transitadas calles que ya conocías de sobra. Habías dejado el coche cinco calles más allá, la chaqueta y la cartera las colocaste en uno de los asientos de atrás y saliste de la zona con calma, sabiendo que ya nada torcería tu salida del centro, que te habías confundido perfectamente con toda la gente que avanzaba por las calles, que no era poca, y que podías respirar tranquilo.
Al llegar a tu casa contaste el dinero. Era un buen botín. Con eso tenías de sobras para pagar las deudas y aún te quedaba un buen pellizco para ir tirando. Además, estaban los anillos. Te preguntaste si era mejor venderlos ya, aquel mismo día, o si era mejor esperar un tiempo, unas semanas o algunos meses incluso, y acudir a algunas de las tiendas del puerto. No dependías tanto del dinero de los anillos, podías esperar, pero pronto te preguntaste si no serían una prueba en caso de que la policía llegara a sospechar de ti, que aunque creías que lo habías hecho bien, no las tenías todas contigo al fin y al cabo. Era mejor que te los quitaras de encima. Tu aspecto era lo bastante normal como para que nadie se acordara de ti, había miles de tipos que coincidían con tu cara, que por otro lado habías ocultado tras una bufanda, tu altura, tu forma de vestir. En definitiva, nada llamaba la atención, de hecho mucha gente te encontraba parecido con amigos o familiares suyos, así que si no había pruebas, mejor, siempre podías argüir que se confundían en caso de que la policía te visitara, aunque te sosegaste inmediatamente, si no te habían pillado en la misma joyería o cerca de allí era más que probable que ya no te pillarían, y los anillos te los ibas a sacar de encima ahora.
Te cambiaste de ropa y fuiste al puerto en metro. Es verdad que al principio te sentiste extraño, mirabas a todos los lados, viendo en cada persona cuyo comportamiento resultase algo extraño un ápice de sospecha. Sin embargo, nadie te seguía. No te costó nada vender los anillos. Acudiste a varias tiendas, en cada una de ellas ofreciste dos o tres anillos, y en todas te dieron sin duda un precio más bajo del que correspondía, pero aceptaste porque la gente que iba a esos establecimientos era poco dada a discutir el precio, necesitaba el dinero y cualquier cantidad era bienvenida. Así que no te quejaste ni intentaste que te pagaran más. Por otro lado se trataba de evitar que se acordaran de ti, así que cuando menos trato, mejor.
Decidiste volver a tu casa a pie. Te apetecía andar, relajarte. Pensaste en pasar por la oficina de empleo a ver si había alguna oferta que te pudiera interesar. Había que mantener ciertos hábitos para no levantar sospechas, aunque era poco probable que los funcionarios de la oficina de empleo sospecharan de ti y ni siquiera se les pasaría por la cabeza que tú pudieras ser el hombre que atracó una joyería aquella mañana. Pero decidiste no pasar ese día, no te apetecía, tenías dinero para pasar dos o tres meses, así que habría tiempo para encontrar trabajo y aquel día, decidiste, sería sólo para ti y lo vivirías como un nuevo hombre.
Te sentiste liberado de la tensión y la ansiedad de los últimos días. Estabas sin un chavo, literalmente, ni para café, ni para llenar la nevera, pobre de solemnidad. No sabías a quien pedirle dinero. No tenías trabajo. Con tu familia hacía tiempo que no había tratos. Te pasabas el día sentado en la butaca de casa, de una casa que no sabías si ibas a poder mantener porque no tenías ni idea de cómo pagar el próximo alquiler. Te viste de pronto en la calle, viviendo en la explanada de la estación o en cualquier esquina de la ciudad donde se arremolinaban los vagabundos. Te planteaste dejar de vivir.
Entonces fue cuando se te ocurrió lo del atraco. Dicho y hecho. Y ya estaba, realizado, aunque hubo un momento de pánico escénico en que no te creíste capaz de entrar en el local, no te veías encañonando a aquellos desconocidos, y sonreíste al pensar lo fácil que hubiera sido para ellos evitar el atraco, cualquier gesto de resistencia, el más tibio, te hubiese causado tal temor que te hubieras largado corriendo de allí. A veces las cosas ocurren de un modo bien estúpido, pensaste.
Te entró el hambre y comiste en un pequeño restaurante. Todo el mundo se movía a tu alrededor sin fijarse en ti. Soy el hombre que ha atracado una joyería esta mañana, dijiste para ti, y quienes te rodeaban no lo sabían. Habías sido capaz. Por fin habías hecho algo en tu vida, por ti, para ti. Pensaste en tu padre y te hubiera gustado poderle preguntar qué pensaba ahora de ti, a él, que te consideraba un inútil, que no escondía su frustración por tu vida malograda porque no habías llegado a ser lo que él pretendía que fueras. Te hubiera encantado restregarle tu logro de hoy.
Mientras tomabas un café pensaste en Lara. La voy a llamar, decidiste. Hacía tiempo que no la veías, hubo un tiempo en que la visitabas una o dos veces al mes. Tenías trabajo, ganabas dinero, confiabas en ti. Iba a ser hoy tu pequeño regalo: una tarde de amor, ahora que te lo podías pagar. Sonreíste. Era un día grande aunque pareciera un día cualquiera.

Juan A. Herrero Díez


DIVINO SER

Un poco de paz no nos haría ningún daño,
¿por qué contradecir a la realidad?
¿por qué buscarle cinco pies al gato?
Me gusta tu bolero negro
encadenado a mi sonrojo,
me gusta el azúcar de tus besos,
me gusta el laberinto de tu cabello.
Hay estrellas en nuestra noche,
hay rumor en tu mirada,
hay albahaca en tu piel impreso,
hay luz en tu sonrisa.
Las noches son juegos sencillos,
es jugar al escondite en la pulpa
de tus hermosos sueños,
es jugar a pelearnos sin hacernos daño,
sin hacernos daño.
Me gusta cuando estás a mi lado
y te vuelves chiquilla que mira al abismo,
tienes miedo, tienes corazón,
tienes antojizo suspiro que mi pensamiento
guía con nervioso metal que suena.
Tu sexo es un límite de agua,
mi boca es una espesura roja,
tu deseo es mi balcón abierto,
mi canción es tu caricia.
Llevo allí en mi sentimiento
una nota conmovida por tu recuerdo
de tu piel pegada a mi piel
y los dos sudando en la noche.
Llevo allí en mi corazón
las cinco letras de tu nombre,
los veinte pasos hacia mi camino
y las sábanas calientes en mi sueño
son el calor que solo anhelo contigo,
pues el momento que sacudes
en mi cielo de orgasmos
es la respuesta que yo daría al mundo,
para que sepan que tú sobrevives
a mi mirada de ángel caído.


Por Cecilio Olivero Muñoz




EN CARNE VIVA


Una vez más los buitres

desgarrarán el centro

de su figura rota.

Desde la piedra falsa

que grita y descontrola,

se estremece la celda

que llaga sus espaldas.

Entre los ojos de agua

del cautivo inocente,

se postra una mirada peregrina

y ancla una mueca sorda

en el muelle de sus labios.

Se agotaron las fuerzas,

y el estupor

ha derribado el túnel

que lo llevaba

al día.

Un labrador de tinieblas

venda

los ojos de los atardeceres.

Siempre es de noche sobre todas las noches.

Una intención de fuga

se

alerta entre derrotas

y despojada de horizontes

se extravía.

El terror a la muerte

le trunca los caminos

y escarba por raíces y pies de otros hermanos,

el hueco de algún sueño

entre voces ajenas.

En el templo ruinoso de la duda,

brazos de fuego y golpes

lo rodean. Alucinan recuerdos

sobre las horas lentasy la granada

explota

del fondo de la tierra.

En la selva los nidos apenas

se sostienen. Desde el alma del monte

se levanta el aullido de la bestia

que alienta en la metralla

la hoguera del rencor .

La espera se hace estéril,

y una cornisa de vidrios astillados

descompone la luz y la esperanza.

Ya urge la agonía por los negros espacios.

El prisionero encubre retazos manoseados

y vuelven de la nada a enredarse entre sobras

sus dedos de ceniza. en el génesis lejano

de sus días,

para robar de sus propias entrañas

otra silueta pura,

una imagen decente

que logre levantarse.

Entre ideales mancillados,

clama

un hastío de tiempos

y llora la impotencia.


Teresa Palazzo Conti


Cónsul de POETAS DEL MUNDO

en Buenos Aires

Medalla de Oro Academia

Mundial de Arte y Cultura-UNESCO

Al fin dejaron de tronar los obuses a la puerta de mi casa,
en la calle donde juego y en la escuela en la que aprendo.
Al fin mis rodillas se ven libres del duro asfalto que las daña,
cuando el hambre las empuja tras ese pan que cae al suelo.
Al fin vuelvo a ver a mis padres, hermanos y amigos,
después de tanta soledad, vuelvo a ser bien recibido.
Al fin el miedo ya se fue, y con él el desconsuelo,
no más lágrimas vertidas, no más gritos nunca oídos.
Al fin el cielo amanece limpio, sin humo y sin ruido,
aunque ya no necesito el sol, porque ahora todo es mío.
Al fin la sonrisa vuelve a surgir en mi rostro compungido,
hundida en un charco de sangre quedó la tristeza y el olvido.
Al fin dejo de ser víctima o verdugo, para convertirme en ángel divino,
allá quedaron los jueces, que ellos decidan su sino.
Al fin puedo entender palabras como justicia o esperanza,
muchos las usan, ¡cuántas veces las habré oído!
Y a esa bala maldita que me arrebató el futuro
le debo mi libertad, mi dicha... y mi agrio destino.


Por Pedro Estudillo Butrón


Lejanía.

Por Cristian Claudio Casadey Jarai.


Errante en su eco infinito,

Sin patria,

sin libertad y sin cariño

Oponiéndose a raudos torbellinos


Cae el valiente ante el dardo del destierro.

No pudo abrazar su bandera

Ni sentir la brisa de su tierra,

Las voces de su memoria

Se esfumaron ante extraños sonidos.


Más allá de las crestadas sierras,

Ahí donde acaba el horizonte,

Es la última morada austral

De los recuerdos de su alma.





MUJER ADORACION

(Poemas de un hombre para una mujer)

Por Jorge RODRIGUEZ LAGOS


Mujer adoración

Tú que me doblas y desdoblas

Con tu ternura que has botado mis máscaras

Que me desnudas

Dime algo

Que arme

El terco rompecabezas

De los deseos

Ángel divino / dulce de mis anhelos

Caprichosa

Humedece

Con tu agua fresca

El oscuro animal de las dudas

Empieza

Por creer

Que la belleza es una lágrima

En las manos de una niña

Deja que mis pájaros

Se ajusten de tu cuerpo

A su tibio barro

Vivamos el momento

Olvidemos el ayer


INSOMNIO Y DELIRIO

Por Jorge RODRIGUEZ LAGOS


Con quien mi vacío llenará

Con la transparencia definitiva

Toco

En mi piano

Una marcha nupcial

¡Quién grita!

La realidad en las aceras del mundo

Entre el bambú

De un cuadro

Un ciervo

Corre

Leo una fábula sobre duendes y hadas / tiro

Todo por la ventana

¿Qué haces?

Mientras te encuentro

En esta selva de pájaros y jaulas

Lanzo anzuelos a peces imaginarios

Mi alma

Esta temblando

De soledad


INTIMA SATISFACCION

(El mejor premio mujer es compartir…)

Por Jorge RODRIGUEZ LAGOS


Te sigo

Con mis lámparas encendidas

Y las abejas

Que emigran de tus pechos

Fugitivas

Se guardan

Del horizonte

En mis manos

Ángel desnudoPalabra húmeda

Circulo de fuego y lava

Sirena de gemidos y llanto

Mariposa de neptuno

Transparente y lúdica

En una maravillosa cadencia rítmica

Te quiebras

Sobre mi susurrante universo

Soy

Tu esclavo

Mujer







FUI LEVEDAD

¿Qué voy a hacer? ¿Ordena los paisajes?
¿Ordenar los amores que luego son fotografías?
FEDERICO GARCÍA LORCA


Fui raya en el agua, leve rastro en pasto quebrado
bajo sol azulado acunado por frondosos ramos
de verdes intensos y seres enfrentados.
Fieles que navegan en la concavidad de la mano,
ríos que desecan en la mitad irredimible
de miradas de otras mañanas y voces que callan.



¿Cuántos soles por Maisí amanecen a diario?
¿Cuántas patrias son necesarias?
para que no haya otra mitad ignorada.
¿Acaso los versos del apóstol criollo
no es cauce que llega a todos?
porqué esa doble cerrazón de colmillos.
¿Hasta cuándo la salobre montará la caña?
en tierra estremecida por rayos vomitados
en enfrentadas orillas de un mismo escenario.
¿Hasta cuándo las voces de Colón
seguirán desgajándose en barrancos ahuecados
y sus vistas de ayer seguirán cegadas?
¿Acaso el caballo que luchó contra el español
se bebió la mitad de las arterias de Maceo?
si fue así ¿cuál de las partes quedó y es cubana?
¿Cuándo nacerán puentes de los intereses enfrentados
que sustituyan a las miradas de las madres?
a las que les huyen sus días en vómitos de tristeza.


Fui levedad, raya en el aire
no recolector de amores de fotografía,
respiré miradas de espaldas destinadas a encontrarse.


Por Francisco Jesús Muñoz Soler


(21)AL FINAL

QUIERO EL DOLOR DE LA VIDA,
EN PEDAZOS,
QUE LAS AGUAS QUE FLUYEN POR ESTE RÍO
TRANQUILICEN MIS PENAS.
TOMARÉ SÓLO UNA GOTA DE SU SABIDURÍA;
PARA EMBORRACHARME EN LAS TINIEBLAS ANGELICALES
DEL MAS ALLÁ.

ROSA QUE ESTÁS QUIETA SIN MIRAR A NADIE,
PORQUE NO DEJAS QUE EL SUSURRO DEL AIRE
BAÑE TUS VESTIDOS,
LLORANDO LA SORPRESA DE NO ESPERAR A NADIE.

LUCHA POR NUESTRA PERMANENCIA RUIDOSA,
DESTELLOS INSIGNIFICANTES QUE LLAMAN LAS HORAS
LENTAS DE LA AGONÍA.

AGONÍA EN UN LECHO DE ESPINAS YA ROJAS
PENETRANTES HASTA EL ALMA.
TANTOS RECUERDOS DE HABER QUERIDO SER MEJOR.
Y YA NO HAY TIEMPO.

SUEÑO DE SOÑADORES,
TODO NO ESTA SOÑADO,
AUN BRILLA LA LUZ AL FINAL
DEL CAMINO,
MIENTRAS TANTO
SEGUIRÉ DORMIDO EN ESTA VIDA
DE SUEÑOS PERDIDOS.

26/08/2001 -Luis Chinchilla Elizondo-




sábado, 10 de enero de 2009

21º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA NEVANDO EN LA GUINEA



21º NÚMERO DE LA REVISTA LITERARIA
NEVANDO EN LA GUINEA
NºXXI 10-01-2.009

EDITORIAL XXI
Sobre premios literarios, tradiciones
culturales y espectáculos mediáticos

El año ha comenzado con la concesión de uno de los premios más emblemáticos de la literatura en España, el Premio Nadal que concede la Editorial Destino, una de las más importantes hoy y, cómo no, perteneciente al Grupo Planeta desde los años noventa. Sin duda es uno de los grandes premios literarios y no hay más que recordar algunos de los escritores galardonados para darse cuenta de la influencia literaria que tuvo tras la guerra civil y en los años oscuros del franquismo: Carmen Laforet, José María Gironella, Miguel Delibes, Elena Quiroga, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, Ana Maria Matute o Ramiro Pinilla, entre quienes lo obtuvieron bajo el franquismo. Tras la restauración de la democracia nuevos nombres se incorporaron a la lista: entre otros muchos, a sabiendas de olvidar injustamente algunos nombres, Raúl Guerra Garrido, Fernando Arrabal, Manuel Vicent, Juan José Millás, Alejandro Gándara y muchos otros que son escritores, muchos de ellos, conocidos tanto en España como en países latinoamericanos. Mención especial merece Francisco Casavella, premiado el año pasado y fallecido hace pocas semanas. Este año el galardón ha recaído en Maruja Torres.

Sin duda, premios hay muchos en España, algunos reconocidos, como el Nadal que forma ya casi parte de la tradición navideña, otros con una deriva más publicitaria, mientras que existe un verdadero alud de premios, algunos conocidos, otros muchos desconocidos para el público lector ya sea por su carácter local o por apenas tener eco en los medios de comunicación. Hay desde luego quien critica la existencia de un número excesivo de premios debido, dicen, a que degrada la literatura y porque se dan sospechas de corruptelas varias, algo que afecta seguramente a todo tipo de premios. No obstante, también es verdad que supone para algunos escritores en ciernes la única forma de salir a la palestra e intentar un cierto reconocimiento, mínimo sin duda en una mayoría de premios, aunque importante en la autoestima de quien se inicia en las letras.

Tenemos la sensación, por otro lado, de que hay cada vez más personas que escriben. Sospechamos sin embargo que se ha extendido un enfoque más mediático del trabajo literario, las bambalinas de las letras que como cantos de sirena parecen embelesar a espíritus atraídos más por la fama que por la labor literaria en sí. No nos extrañaría que, como ocurre en los últimos años en el mundo de la música, se montasen concursos televisivos a la manera de Operación Triunfo o Fama para contemplar a personas que pretenden sin apenas esfuerzo y en cuatro días de estudio convertirse en escritores. Hemos de decir, ante cualquier tentación en este sentido, que escribir es una carrera que requiere mucho tiempo, dedicación, bastante paciencia y qué duda cabe mucha discreción, algo que parece contradecir la cultura del espectáculo que se ha impuesto en nuestros días.

Nada más lejos de nuestra intención que convertir a todo narrador o poeta en una especie de monje moderno que asuma el ejercicio de la escritura como una labor mística o teológica. Pero la superficialidad es un peligro que afecta hoy a todos los ámbitos en esta sociedad que durante los últimos años se ha decantado por la comodidad y el “nuevorriquismo“, y en esto, nos tememos, la literatura no ha podido escapar del todo. Lo fashion ha entrado con fuerza en el mundo de las letras y los premios, parece ser, no son ajenos a ello.







EN EL HUERTO

Cavando bajo un sol
te mirabamos los dos,
mientras la tierra, toda tuya,
la domabas dando bulla.
Eras sudor de estrella
y eras la voluntad aquella
que extrañaba vernos
entre tomates y ajos tiernos.
Todo tú eras campesino,
tu domingo era don divino,
y entre semana era hierro
tu labor de paz y encierro.
Trabajador del sí rotundo,
hombre fiel al viejo mundo,
anhelas sólo lo tranquilo
del laurel y el tilo.
Buscas la raíz del consuelo
cuando cavas en el suelo,
donde pisa la lombriz
con toda tu verdad motriz.
La acequia es tu gran obra
que al momento y a su hora
sigue el agua pertinaz
ese rastro de antigua faz.
Tu hoz es enorme corazón
que busca una razón
donde se corta la mitad
de esa luz en contrariedad.
La cabaña es sombra vieja
y tu mirar sin la queja
corta la caña y con maña
deshace teleraña y maraña.
Agacha el lomo de hombre
pues cosechas tu nombre
entre la llaga y el callo,
pues sigue tu mirar el rayo
del sol que distraido
encuentra en tu tierra ruido,
con la entraña sumergida
de tu carne morena sufrida.
Eres campesino por que veo
en tus ojos el pestañeo
del escozor que da el sudor
y te escuece aquel dolor
que la tajada y el tajo sembró
aunque tienes tornasol
que en tus manos dice no
cuando llora seco el sol.


Por Cecilio Olivero Muñoz





La relación


No sé por qué se fijó en mí. Como yo, tal vez, se debía de sentir muy sola en una ciudad poco amable donde la soledad es muy áspera. Se convirtió en mi amante. No sé si era esa su intención, pero yo, en aquella época, no me preocupaba mucho de los demás. Me había acostumbrado a estar solo y mi vida se reducía en gran manera a pasarme el día leyendo fuera de las pocas horas de trabajo. Cuando llovía, me quedaba en casa, pero cuando el tiempo lo permitía me iba a un jardín cercano, cuidado, silencioso y discreto, poco importaba que hiciese frío.
Es verdad que la soledad, en ocasiones, me hacía daño. Miraba a mi alrededor y no veía a nadie. A veces pasaba alguna madre con su hijo, una pareja de novios o dos ancianos que paseaban en compañía. Cuando veía a alguien que se acercaba en soledad deseaba que se sentase cerca para poder así iniciar una conversación. No ocurrió nunca. Salvo cuando ella llegó. No me di cuenta, sin embargo, de su arribo, sólo la descubrí cuando levanté la vista de mi libro con intención de reflexionar sobre lo que acababa de leer. Estaba delante de mí. Me miró y creo que no sonreía. Quise empezar a hablar, pero me faltaron las palabras. Fue ella quien habló primero. Hizo una pregunta sobre el parque, el tiempo ha hecho que se desvanezca la pregunta de mi recuerdo. Después se levantó y vino a sentarse a mi lado. No recuerdo apenas de que hablamos. Ni cuando tardamos en besarnos, que no fue mucho. Pero sí que recuerdo la humedad de sus labios y el anhelo de sus caricias. Fuimos a mi casa y por un momento temí que todo fuera una trampa. No me creía del todo que aquello me estuviese sucediendo.
Lo dicho: se convirtió en mi amante. Era ella quien venía a buscarme. Cuando hacía bueno nos citábamos sin quedar en el jardín. Cuando llovía acudía a mi casa. Hablábamos un rato, a veces nos manteníamos en silencio. Cuando yo la besaba ella se dejaba hacer y al cabo de un rato sentía las palmas de sus manos moverse en mi rostro, en mi cuello, en mis hombros. Yo nunca le pedí que me visitara. Temí que, si hablábamos de aquello, ella se desvaneciera para siempre. Me había acostumbrado a su presencia e incluso la echaba de menos cuando no estaba conmigo. A veces paseábamos por el parque, por la ciudad. También le leía párrafos de aquellos libros que a mí me habían impresionado. Nunca hablamos de nosotros.
Llegó la primavera y se intensificó nuestra relación. Nos veíamos todos los días. Ella no parecía cansarse, como pensé que acabaría ocurriendo. Yo, mucho menos. Muchas veces, cuando ella se marchaba, pensaba en ella y en lo extraño que era todo. Retenía en mis dedos la suavidad de su piel.
Dejamos de vernos el primer día de verano. No vino a mi encuentro, no hice nada por saber de ella. Esperé, eso sí, que apareciera de nuevo. Pero nunca lo hizo. Tampoco me vi en la obligación de un mínimo esfuerzo por buscarla. Volví a la rutina de mis libros y de mi soledad. Paseaba más, el calor y la nostalgia me llevaron a andar sin destino alguno. Acabé por aceptar que nunca volvería. Al final del verano me marché para siempre de aquella ciudad.


Juan A. Herrero Díez



VALS DE LOS OTOÑOS

A mi suegra, Zoila Rosa Villar Otero,
luchadora y madre de otoño a otoño.

En todo duro otoño tu piel
huye del sendero de hiel
y recuerda allá tan lejos
lo que pudo haber sido
y no fue,
vuelan pájaros sin nido,
huyes de todo ese ruido,
huyes con fiesta y despido
cogiendo un camino cualquiera,
buscas tu paso en otra acera.
En el otoño tu piel
y tu sangre se ponen de pie,
y un ángel del cielo ha caído
debió de ser ángel herido,
por que la luna nunca es fiel
aunque le da una llave al ser,
da una ruina y da una calle,
da sonrisa al corazón que vale,
da un laberinto y da una ciudad,
da un vals que por necesidad
tú encontraste sin buscarlo,
tú hallaste sin esperarlo.
Conoce la noche un lugar,
conoce la luna este vals,
este vals de perla y sangre,
este vals de patria y coraje,
este vals de espuma y oro,
este vals que poro a poro,
respira de tu mismo aire
sin la culpa donde nadie
puso testigo a tu querer
y coge rumbo hasta volver,
y lleva esperanza, zapatos y traje
y lleva ilusiones en su viaje.
En los otoños golpea el viento
y todo un año sin tu aliento,
dejando atrás familia sin casera
su lugar es una patria cualquiera,
sin descanso es soledad,
lo sentido es todo humanidad,
toda esta canción de fuego
es pura lucha que jamás niego,
porque en el otoño tu piel
huye del sendero de hiel,
pues no pretende descansar
tan lejos de su hogar,
halló tan repleto el motel
y todo ese recuerdo aquel,
que le pregunta tanto por ti
y vive casi sin poder dormir.
Esa nostalgia es también
esa risa que en toda tu sien
retumban mil cascabeles
y huelen a sombra tus mieles,
pues llegando todo a ti huele
y el recuerdo también duele.
Este vals es llaga y remedio
para ocultar todo tu tedio,
por que dejar tu patria hiere
y algo adentro se te muere,
te golpea el dolor en medio
y el alma es un incendio,
donde perdura sólo un recuerdo
y el olvido camina lerdo,
por que la patria es la madre,
la patria adentro te nace
y en ella está la casa, el amigo,
todo un mundo que es testigo
de tus pesares y correrías,
de todos tus mejores días,
de los años contados con dedos,
de todos tus mejores recuerdos,
en ellos se resume tu vida
y toda una vida vivida y sufrida.


Por Cecilio Olivero Muñoz



Los ojos de Juan Santamaría. (Relato).

Por Cristian Claudio Casadey Jarai.


Jacinto Gabriel García y Nuñez era un hombre aventurero, acostumbrado a las vicisitudes de la vida. Periodista, militar, músico, filósofo y carpintero eran oficios que hacían de este personaje un individuo muy particular. Los alborotados años que siguieron a 1850 tiñeron de amargas experiencias a Jacinto. Rosista de alma y defensor de la Santa Federación confundía su sentimiento patriótico con tintes ocultistas. La influencia que ejercían sobre él sus amigos masones cambiaría por completo su propia historia. Argentina se desangraba en una lucha fratricida. El traidor de Urquiza vencía a las fuerzas del Restaurador en la infame batalla de Caseros de la que Jacinto salió milagrosamente ileso. Con lágrimas en el corazón Jacinto acompañó a don Juan Manuel a la casa de Mr. Robert Gore, encargado de negocios de Gran Bretaña. Esa misma fatídica noche el gran héroe argentino partía hacia el exilio junto a su noble hija en la fragataCentaur. A pesar de la caza de brujas desatada por la crueldad de Urquiza muchos lograron sobrevivir no sin grandes dificultades.La vida en la campiña inglesa no era del agrado del fiel servidor. Largas veladas en Londres avivaban su sed de viajes y aventuras. Entusiasmado, seguía de cerca los nuevos acontecimientos latinoamericanos. Extraños sucesos en Nicaragua atraparon su atención. La lucha entre los conservadores de Granada y los liberales de León sumió al país en una guerra civil. El caudillo liberal Francisco Castellón recurrió al auxilio extranjero de un audaz mercenario norteamericano llamado William Walker.Jacinto participaba activamente en la logia masónica Gran Oriente Argentino que en ese momento funcionaba en la capital inglesa contando con una filial hermana en San Francisco de California. Recién el 22 de abril de 1857 abriría sus puertas en la Reina del Plata.Con gran motivación Jacinto cruzó nuevamente el Atlántico para integrarse a la Falange Americana que desembarcó en el sufrido país centroamericano dominando ampliamente la caótica situación.Walker, "dueño" de Nicaragua, concibió la maléfica idea de apoderarse de las cinco repúblicas centroamericanas para anexarlas al sur esclavista norteamericano. El proyecto era visto con buenos ojos por los masones quienes financiaban la ambiciosa campaña.Los indómitos encantos de Guanacaste maravillaron a Jacinto. La ronca voz del coronel Schlessinger irritaba al aventurero.El presidente de Costa Rica, Juan Rafael Mora, reforzó su ejército con valientes campesinos y artesanos voluntarios proclamando una guerra de exterminio contra Walker.El 20 de marzo de 1856 la impetuosa carga a la bayoneta de los costarricenses obligaron a los extranjeros a retirarse de la hacienda de Santa Rosa. Los prisioneros fueron pasados por las armas en Liberia lo que inquietó al argentino. Las lánguidas ramas del "árbol de los orejones" ofrecían sus sombras para el refugio del sofocante calor. Las condiciones de la pelea eran muy sacrificadas. Un enemigo silencioso hacía estragos entre las tropas. El cólera cobraba numerosas vidas.Mora invadió el sur nicaragüense ocupando los puertos de San Juan del sur y el de La Virgen sobre el gran lago como así también la hermosa ciudad de Rivas en donde estableció sus cuarteles.Jacinto logró tomar por sorpresa a Rivas y se atrincheró junto con sus feroces guerreros en una casa conocida como el Mesón de Guerra. Sus espías le habían informado sobre los planes del enemigo de sacrificar a un soldado de Alajuela conocido como "el Erizo" para incendiar la construcción. El aventurero esperó pacientemente durante la noche logrando atrapar al enemigo que estaba provisto de elementos inflamables. Interrogado el prisionero dijo llamarse Juan Santamaría. Confesó a Jacinto su plan suicida y las intenciones de Walker de esclavizar a Centroamérica. El argentino, sorprendido por las revelaciones del abnegado cautivo vio en sus ojos negros el espejo de la verdad. Juntos prendieron fuego al lugar. Mientras se inmolaban los mártires, una virgen chorotega lanzaba pétalos de orquídeas al mar.




El pasado


Soy el ave de tus sueños,

Mariposas que vuelan con tu mirar

Golondrina sin alas al atardecer

Tornado de sueños secos de dolor.

Nostalgia de un corazón amarrado al despecho

Sin saber que la flor y la miel

Ya se fueron al amanecer.

Pero seguimos unidos en el silencio,

En espera del día en que nos conozcamos

Otra vez.


Por Luis Alberto Chinchilla Elizondo,
nació en Sabanillas de Acosta, San José, Costa Rica,

Poeta contemporáneo,
escritor del libro “Amor Platónico”
editado en noviembre del 2008

Correo del autorLuischin_63@hotmail.com



JORGE RODRIGUEZ LAGOS

HONDURAS C.A.


AJEDREZ JUDICIAL

(la historia de un desalojo)


las madres solteras

en los labios llevan una mariposa

que tiembla

y en el silencio

de sus manos

una ahumada cruz de madera

tractores / desploman

una tras otra

la fragilidad de las casuchas

en la invasión

(¡NO! /no, en la invasión /

en la recuperación de tierras)

de tu cara

el alborotado pelo apartas

miras al cielo

y murmuras

unas palabras

que no logro escuchar

pero no es DIOS el culpable

son las leyes del hombre

que no comprenden

tus necesidades

es la corrupción

y la propiedad

privada


II


con una inclinada incertidumbre

los padres suspiran

los niños impávidos / sus océanos

derraman

bulliciosos pájaros

a los que cortan su habitat

sombras derrotadas

y oprimidas

enjambre de indefensos pájaros

de cartón

dibujados por un bebé

sobre páginas de alambre

y tierra.


JORGE RODRIGUEZ LAGOS


EBRIA SEÑORA

(calles teg.1988)


sé que una botella

llevas en la mano / para quitarte

esas canastas de lúpulo

que toda la vida

han respirado en tu espalda

con amor

cargas una vieja silla mecedora

que del basurero recogiste

notas que te observamos

y nos dices:

¡EN MI CASA PUEDE SERVIR!

sólo falta una pata y el sentadero

pero tiene arreglo...señora

que con ternura / la mugre

que ensucia tu pedazo de silla

limpias

en los desaliñados caracoles de tu pelo

en tu cara y en cada arruga

de tu cuerpo

llevas colgado como un crucifijo

el llanto de tus necesidades

como pueblo

puedo entenderte

y siento el ancla

de la impotencia

arrastrando

desde

mi alma.


JORGE RODRIGUEZ

LAGOS

HONDURAS C.A.



ANTIGUEDAD DE LA MISERIA

(noche comayaguela 1978)


como un cuervo borracho

que escupe

de la noche el frío / se pasea

por estas viejas

ventanas de madera

la observo

como quien observa"los lirios" de Van Gogh

al hospedaje tres o cuatro entradas

muestra su escote generoso

y sus bien formadas piernas

levantando

aún más

el pedazo de tela de su limitada falda

insinúa...

como una pegajosa copa de miel

que se derrama la madrugada

dos pedazos de luna

deja caer en el agua marchita

de sus pechos

su hija de trece años

lejos de ahí

cerca de mí

espera

que por la puerta entre el bosque

y sus luciérnagas

guarden al resto de sus hermanos

hijos de un padre irresponsable

(aún me parece escuchar su llanto)

el cuarto

tiene el beneficio de las sombras

es hediondo

y huele a soledad.


LA CABINA

Escribo estas líneas con pulso tembloroso porque estoy convencido de que esta noche ocurrirá algo. Aún no sé el qué... pero temo por mi vida.
Todo empezó hace ahora aproximadamente un año. Cada noche de luna llena, en la madrugada, cuando más profundo es el sueño, suena el teléfono. Lo cojo sobresaltado y una voz ronca me dice: “Te estoy observando”. Tres palabras que se me clavan como puñales donde más duele. Con el corazón desbocado salto de la cama y abro la ventana de mi cuarto para toparme con una gran luna acechante, y bajo la lúgubre luz de la farola solitaria que reina en la calle, veo una sombra mirándome con ojos felinos mientras sujeta el teléfono de la cabina. Seguidamente me despierto con una angustia que me recorre toda la espina dorsal y las sábanas empapadas de un sudor frío y penetrante.
Los primeros días no podía reprimir la tentación de levantarme y abrir la ventana. Sólo me encontraba esa maldita e inmensa luna riéndose de mí y una calle desierta tenuemente iluminada por una única y envejecida farola, bajo la cual nunca ha habido una cabina telefónica.
Nunca.... hasta ahora. Hace tres días que los operarios de la compañía se marcharon dejando colocada una reluciente cabina.... justo como la que aparece en mis pesadillas... justo debajo de aquella farola solitaria.
Y justo esta noche la luna cumplirá un nuevo ciclo y lucirá plena y reluciente frente a mi ventana... como cada mes... sólo que en esta ocasión será diferente... lo sé.


Por Pedro Estudillo Butrón

Demagogia


Me dicen que hay que luchar con fiereza
Otros disfrutan mientras muchos lloramos,
Involuntariamente.
No decidimos donde nacer.

Me dicen que hay que cambiar al mundo;
Que está de cabeza y sin fuerzas.
Nuestra cabeza esta bajo los pies de los que ríen.
¿Por qué entregar mi vida a sueños que no alcanzo?

Soportar las bofetadas que nos da la vida;
Eso nos enseñan en las iglesias,
Ellos comen tres veces al día
Eligen pescado y carne,
Nosotros nada.

La maquina rueda, y en las escuelas
Nos enseñan el himno nacional.
La felicidad de estos tiempos les pertenece a ellos
Los que nacen en el mundo que todos deseamos.

Por Eder Hernán, Sarao







Stand by



Somos o estamos
Ni estuvimos ni seremos
Solo asientos ocupados
-mas la comparsa del cirquero
Derrite los llantos del que aplaude-

Ni miramos ni escuchamos
Nunca heredamos las hazañas
Del San o el Alguien
Ni vela ni esperma
Nunca tú, nunca yo.

Por Eder Hernán, Sarao